viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 34: Cedeira-Neda

34ª Etapa. 28 de junio de 2006. Miércoles
Cedeira, Pantín, Valdoviño, praia de Frouxeira, Neda.

Me despierto para las 6:30h, con angustia, derivada, creo, de un colchón que se hunde por el medio y me obliga a estar tiempo en posición de decúbito supino; sueño que estoy en el fondo de un agua poco profunda en la que, si pudiera ponerme de pie, no me cubriría; pero no puedo. Trato de levantar la mano y llegar con ella a la superficie y, así, consigo que me llegue algo de aire. Entonces me despierto; no se si por la sensación revitalizadora de salir de la apnea o porque, al estar boca arriba, he roncado y me he despertado con mi propio ronquido; a lo mejor hasta he gritado, por la angustia padecida. Se lo preguntaré a las argentinas, otro día que las vea. Me levanto, afeito y ducho; me visto, preparo todo para la marcha; y cuelgo los calcetines en la esterilla, para que se vayan secando por el camino.  Las deportivas casi ya están secas: demasiado está tardando desde la lluvia del día de Foz. Salgo a las 7:00h, dejando las llaves puestas en la puerta, como me dijo Beatriz. Una vez fuera del pueblo, saco foto del puerto y a Cedeira con niebla.







 A las 7:30h, veo una iglesia con cementerio; me dirán que es San Félix de Esteiro (foto) y luego cruzaré al otro lado de la ría de Cedeira, por otro puente reflejado en la misma, que da salida al río Porto de Cabo (foto).

Rodeando la ría de Cedeira, tardaré dos horas en llegar a Pantín, pasando por la playa de Vilarrube que es la que se veía grande y solitaria ayer, frente a Cedeira. Hoy sigue solitaria, pero con buenos accesos; está poco poblada, quizás algo más por el lado de Pantín; quizás el mayor inconveniente que tiene es que hay desembocadura de río, tanto a diestra como a siniestra, por un lado, el mencionado río Porto do Cabo y, por el otro, el Das Forcadas; ¿esto hará que la gente acuda más a la playa de Rodo, no muy lejana, que dispone de bandera azul? Eso lo podrán decir los lugareños. Ahora, mi deseo es saber donde está la Playa de Baleo, la primera nudista que aparece en mi lista de A Coruña; allí pone que está entre Valdoviño y Pantín pero, más bien, debiera poner: entre Cedeira y Pantín y, para mejor ajuste en su localización, yo diría: playa Baleo está entre las playas de Vilarrube y Pantín.

Cuando entro a desayunar descafeinado con leche y dos donuts (no hay bollería del día) por 2€, un chico me explica cómo llegar a Baleo; pero luego, la dueña del bar me lo explicará mejor con un dibujo y enseñándome foto de playa Rodo y recomendándome que vaya por carretera interior. Seguramente que le haré caso. Cuando estoy llegando al cruce, me encuentro con el motorista, que ha sido el que me ha dado la primera orientación y, a las 10:00h, llego a la playa de Baleo; no hay nadie, por la hora, por las nubes y por el frío que hace;




es una playa bonita con rocas y entrada al agua limpia y sin obstáculos. Tiene pinta de ser de las que andas y andas y tarda en cubrirte en marea baja (pero para confirmarlo me tendría que haber bañado); tiene poca arena seca, ya que la marea alta llega hasta el fondo; para más INRI, a esta hora las zonas de arena seca están en sombra.



El acceso es bueno y está bien indicado; dispone de duchas y grifos para los pies, pero están sin agua corriente ¿esperarán al uno de julio? No me animo a bañarme y me dirijo hacia la playa de Rodo, con bandera azul europea.

Es la playa principal de Pantín; tiene a todo lo largo un paseo de madera, amplio, de unos 4m de anchura; una amplia playa con rocas en sus extremos y una más pequeñita en la zona más noreste; seguiré el camino y luego saldré a carretera hacia Ferrol.  Subidas, bajadas y foto de lo que voy dejando atrás y de lo que me viene. Veo, desde la carretera, playitas pequeñas, pero de difícil acceso, así que desisto de bajar.

Llego a un mirador donde veo la gran playa de Valdoviño, con un lago interior; acaban de llegar una pareja de catalanes de mediana edad, a los que informo más de lo que ellos me informan a mí; se van; me acerco a otros tres chicos que me darán alguna información interesante.

Un vigilante solícito
El vigilante contratado por los percebeiros, con coche del concello de Cedeira, me recomienda, para darme un baño, una pequeña playa que está junto a un depósito, y me la señala desde el mirador; después de recomendarme cómo llegar a Ferrol, me despido de él. Voy bajando hacia la playa y, cuando estoy de camino, con dificultades para encontrar el acceso, por una urbanización, me pasa en su coche y me invita a subir; como declino agradecido su invitación, irá delante, lentamente, haciendo de guía. Cuando llegamos a la playa, con muchas rocas, hay un señor con una niña; no hay arena seca y voy a estar, en espacio tan pequeño, más violento desnudo que en la gran playa que he visto desde arriba; así que, decido marcharme, le vuelvo a agradecer por su acompañamiento y me despido del segurata. Tiene una visión de la ecología que le animo a conservar.

Encuentro con Bosco e informe sobre Camino Inglés
El acceso a la playa del Lago, que será el nombre que me dirá Bosco, cuando lo encuentre, yo creo que más para facilitar al foráneo, pues el oficial es playa de Frouxeira, que por otra cosa, es fácil pero, con el peso de las mochilas, los pies se hunden bastantes. Aunque tengo ya ganas de darme el baño, y como ya he visto desde el mirador el área que ocupa la laguna, me apetece seguir más hacia el sudoeste; empiezo a ver desnudos por las dunas (escondidos, como ya va siendo habitual) y decido continuar hacia el fondo oeste de la playa, pero, en el momento en que voy a pasar por una zona, Bosco baja de la duna para darse un baño; es motivo suficiente para hablar y decidir bañarme allí; me alejo de la orilla, me acerco a la zona en que no llega la marea alta (lo sé por la arena seca), donde la arena hace una pequeña inclinación; dejo los bártulos y me voy a bañar a la zona donde lo está haciendo Bosco. ¡Qué gusto, qué rica, qué fresquita! Tenía “mono” después de varios días sin baño (en Lugo sólo me bañé en la de los Alemanes, con el show de La ninfa del mar, y la serra de Capelada tenía los acantilados tan abruptos…). ¡Nunca es tarde si la dicha es buena! Haciendo la plancha, se me van encajando los huesos en su sitio. Cuando Bosco sale del agua, me espera, me acompaña al lugar donde he dejado mis cosas, al que llegamos charlando y, para seguir la conversación, me invita a subir a la duna, donde él tiene las suyas. Le digo razones por las que yo prefiero quedarme allí, pero acabo aceptando la invitación de ir a su sitio, pues parece que la charla puede ser interesante. Allí hablaremos de Dios, de sus miedos, de nuestras experiencias de separación matrimonial, de nuestros hijos, de mis nietos… Además de todo ello y de que es una persona afable, me dará información sobre algunas playas; me recomienda la de Perbes, Insua, a la que no asegura que pueda ir mañana, y me informa sobre el Camino Inglés y sus albergues de Neda, Miño y Betanzos; y me indica cómo llegar a Neda. Me recomienda un libro de Bryan Weis: Muchas vidas, muchos maestros; y me dice dónde coger agua fresca. Nos abrazamos y nos despedimos. No me puede acoger en su casa, porque vive en la de su hija. Una vez cogida el agua, desde lo alto nos despedimos definitivamente con un gesto de brazo y pañuelo, yo, y con su brazo y gorra blanca, él. ¿Nos volveremos a ver algún día? Por ahora, las únicas señas que llevo son las de Lyon, de Philippe y las de establecimientos hosteleros y albergues que me van dando por el camino. Llego a un cruce, dudo, entro en un bar a preguntar y me reorientan muy bien a lo que me ha dicho Bosco.


 Paso el puente, y llego al albergue y encuentro a un inglés montando su tienda de campaña en el prado verde de delante; le pregunto si hay “overbooking” y no me entiende, no me extraña, con mi inglés macarrónico… Entro y, efectivamente, está todo lleno, con mochilas a tope, por todos los lados; se trata de un grupo de jóvenes con sus monitores, tienen ocupado todo el albergue y no tienen literas para todos; son extremeños que mañana inician su andadura por el Camino Inglés y que pertenecen a alguna organización religiosa. Como les digo desde dónde vengo caminando, siendo de un grupo de religión, deben dar ejemplo, me van a permitir pernoctar y me habilitan una de las camas litera. Observaciones: a los chicos les obligan a ponerse la camiseta para ir a la ducha, para que las chicas no les vean el torso; ¿es que no van a la playa y se lo ven?, ¿es norma de la organización?, ¿son los monitores? Las duchas son de agua fría y sólo hay dos para chicos y, supongo, habrá dos para chicas; muy escasas para tan gran grupo. Hay mucho puritanismo y exceso de pudor entre los chicos. En las duchas, sólo una excepción (luego le veré besando en la boca a su chica y le preguntaré: “¿eso está permitido?”, y me responderá que sí). Ya duchado y con las mochilas en la litera, salgo y hablo con el inglés y nos entendemos más mal que bien. Pregunto a una mujer, que está con sus gemelos de diez años y con una amiga, por un sitio para cenar, y me orientan hacia Maragoto, y si me falla, al otro lado del puente, Urimare. Esta mujer es la que me dirá que San Xiao, o San Xián, es San Julián (o sea Julen). Me acerco a Maragoto y contrato para las ocho, una sopa, besuguito con patatas fritas y un pistito de verduras. El menú me costará 7€ y con el medio litro de Ribeiro, serán 8€ ¡Qué rico! Y que buena relación calidad precio y, además, el albergue no me costará nada; pregunto, y nadie me sabe decir nada, y en ningún sitio hay hucha invitadora. Como el de “As Queimas”, el sello en la credencial me lo ponen cabeza abajo: Albergue de Neda y una casa de cuatro y dos palos cobijando una vieira (será idéntico el dibujo al de mañana en Miño). Cuando regreso, el grupo de Mérida (luego eran extremeños de Badajoz) está reagrupándose, pues a las nueve les van a dar sus bocadillos. Me ofrecen la posibilidad de escribir en su libro de reflexiones del camino. Acepto la invitación, pero no sé por dónde empezar… y les cuento mi vida, experiencias del camino, mi ideario, mi actitud ante la sociedad de consumo y mi idea de libertad. Si lo lee alguien, y cree que puede ser útil y aprovechable para transmitirlo a los jóvenes, mañana nos veremos en Miño, en el albergue de la siguiente etapa del camino inglés. Después del bocata, organizan las mochilas y se agrupan para abordar la etapa de mañana. Hablan de mí como un peregrino que les acompaña y que sirvo como acicate para que se porten bien. Cuando terminan el rato de convivencia reflexiva, cada uno se prepara para dormir; primero preparando la mochila para mañana, dejando encima sólo la ropa que necesitarán (yo debiera haber hecho lo propio para evitarles ruidos innecesarios cuando me vaya). El vestuario de la noche me invita a observar y corroborar pautas más puritanas que en las duchas; ya que para ponerse el pijama sobre el calzoncillo, no necesitan desnudarse totalmente, ¿qué sentido tiene quitarse el pantalón sobre la cama e, incluso, bajo la sábana?, parece que no se pudieran ver ni el calzoncillo, ¿acaso no serán Calvin Klein? Un monitor se encarga personalmente de un chaval que aparenta cierto nivel de deficiencia, con el fin de que se adecue a las normas dadas a todo el grupo; pareciera que su apoyo es necesario. Como quedan tres camas libres, las ocupan tres chicas, ya que ellas son las que más “overbooking” tienen, que hasta ocupan casi todo el espacio de la entrada. Hay algún cambio, y las chicas se ponen en dos literas de abajo y en la que está sobre la mía. Todas próximas a mí. Interpreto, que no lo sé, que les doy confianza, que así están más controladas de acechanzas del maligno (los chicos), o cualquier otra “paja mental” que me quiera hacer.
Balance del día: El vigilante de percebeiros que me acompaña a playa. Lo mejor el encuentro con Bosco y el baño en la playa de Frouxeira; también la información que me dio, y que se va complementando, sobre el Camino Inglés. Muy buena y barata la cena en Maragoto. Curiosa la estancia en el albergue de Neda con los de Emérita Augusta (en noviembre de 2008 la revisitaré en excursión organizada desde el balneario de Fuentes del Trampal, en Cáceres, en viaje termal del Imserso). Para los nudistas diré que, la playa de Frouxeira, aunque no figura en las listas, es una playa que se presta al nudismo; por las dimensiones especialmente y por el alejamiento de población próxima, en especial por la zona más occidental. A mí me gustó mucho. El conocimiento de ese nunca oído por mí Camino Inglés, me ha perjudicado porque, al hacer el camino a Neda por interior, sin pasar por Ferrol, me he perdido magníficas playas nudistas ferrolanas: no vi la de Casal, y no puedo recomendar, pero está muy próxima (se puede llegar por senda o por las rocas) a la playa de Ponzos (al este del cabo Prior) y, ésta sí, la recomiendo; es textil al oeste y nudista por su parte más oriental (no te pongas cerca del desprendimiento de tierras, no vaya a caerte una roca encima). Santa Comba no figura en la lista de nudistas, pero pudiera serlo, es una de las playas con arena más fina que he visto en todo el periplo peninsular. También me gustó San Xurxo. Doniños la vi desde el autobús, pero está más próxima a la población de Outeiro y, es fácil que, en ambas, la parte central sea más factible de nudismo tranquilo, pero son playas en las que la gente camina por la orilla de paseo y, aunque la Constitución protege al nudista, no todas las mentalidades han seguido la misma evolución. Pasando las rocas más al sur de Doniños, está la pequeña playa nudista de Lumebo que, como no fui, no la puedo valorar. También en mi lista figura: Pequeñas Calas – Ferrol, pero esto ya es más difícil de aquilatar. Supongo que los nudistas de la zona las conocerán por sus nombres. De todas formas, para localizar las playas nudistas, todas las playas y accidentes naturales de la costa, hay dos magníficos libros que nos las presentan a vista de pájaro y son las Nuevas Aeroguías de GeoPlaneta. Es un disfrute verlas a posteriori, rehaciendo el camino ya realizado ¡Hay si las hubiera tenido antes! ¡Cuántas dudas y zozobras me habría evitado!, pero ¿y el factor sorpresa? Quizás, por ello, habría que hacer el camino, con ninguna o escasa información, y repetirlo corrigiendo errores y viendo lo que nos perdimos en el primero. También es interesante volver a los lugares que nos gustaron y saltarnos (con vehículo) los que nos disgustaron; siendo el viaje por la costa, lo ideal sería que esos tramos los pasáramos por mar, pudiendo tener la visión de los acantilados.

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