viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 38: Razo-Laxe

38ª Etapa. 02 de julio de 2006. Domingo.
Razo, Malpica de Bergantiños, Illas Sisargas, Beo, Mens, Cores, Ponteceso, Laxe.

Me levanto hacia las 6:30 y para antes de las 7:00h ya estoy en marcha. Pregunto a un pescador que, con su traje de neopreno, llega con su perro, y me orienta para salir a la general.


 La primera referencia de hoy es Malpica y las playas de Cambre, están de camino. Al llegar a Cambre, la única que indica no es ninguna de las tres nudistas que busco: San Miro, Reja Chica y Reja Grande. Me las pasaré de largo y vistas hoy en mi aeroguía, San Miro tiene buena pinta, con bastante arena, pero las otras dos se esconden entre piedras y rocas y las tres tienen un largo descenso que, pareciera pronunciado; como las paso a primera hora de la mañana, no merecía la pena bajar para buscarlas ¿en otra ocasión? Hay carretera desde Cambre, que llega a San Miro; para ir a las otras dos, parece que hay caminos o sendas. Luego saldré a un barrio, pero de otra parroquia y me dicen que por allí hay un zapatero que es muy bueno, al mostrarle mi preocupación por el desgaste de las suelas vibran de mis sandalias. Mañana será día de buscar diagnóstico de zapatero y, según sea, arreglarlas y esperar, o comprar nuevas. La opción comprar es la que menos me gusta, ya que hasta que se adapten a los pies, corro el riesgo de sufrir rozaduras ¡y no quiero volverme alemán! (el de Orio). Faltando pocos kilómetros para Malpica, veo que Cambre está de nuevo a kilómetro y medio ¡Lo que me podía haber ahorrado! Estoy pasando por zona de mucho acantilado y esta palabra me lleva a una reflexión: Empecé en Euskalherria, en Iparralde, donde, en euskera, el acantilado se denomina: “labar”, los franceses le llaman “falaise” (pronúnciese: falez), en castellano, acantilado; en bable: no sé; en galego: tampoco sé y llegamos a Portugal y, de nuevo, se recupera el nombre, ya que es parecido al francés, de falésia. Una curiosidad. Al llegar a Malpica, el panadero me dice dónde está el café más cercano, que no deje de bajar a ver el puerto, ni de asomarme al mirador de las islas Sisargas; que puedo saltarme sin ver Niñons y que baje a Ponteceso por Beo, Mens, Cores, Nenteño y que, de camino a Laxe, vea la montaña de arena blanca y su ría, que también hay playa nudista. Me deja KO con tanta información. Entro a desayunar al café cercano y no recuerdo qué tomo por 2,20€. No tienen sello para ponerme en la credencial, así que bajaré al pueblo, dejando todos los bártulos en el café; al poco de salir, me doy cuenta de que no he cogido la máquina de fotos, pero ya no regreso. Paso el Concello y pregunto a un grupo y uno de ellos está algo “mamau” y, en una de las puertas del propio Concello, está ubicada la Guardia Civil. Me atiende un señor que no muestra mucho agrado por mi visita. Cuando le explico lo que quiero, dice que la Guardia Civil no está para estos temas. Le digo que, al ser domingo, no puedo acudir ni al Concello, ni a la Oficina de Turismo y que, por eso, acudo a ellos. Total que, a desgana, me pondrá el sello a mitad de camino del de ayer, montándose un poco sobre él, teniendo, como tiene, todo su espacio libre. Ha sido a regañadientes, pero menos es nada. En el sello pone: Comandancia de la Guardia Civil A Coruña. Puesto de Malpica. Al comentarlo con una mujer que está en la panadería, me dirá: “La Guardia Civil no está para eso; está para poner multas a los percebeiros que pillan sin permiso.” A esta afirmación, le falta el tono crítico y de enfado con que lo ha dicho, más que con enfado, lo ha dicho con mucha mala leche; se ve que alguna de esas multas le ha tocado de cerca. Salgo, me asomo a la playa y pongo ruta hacia la ermita de Santo Hadrián y me doy cuenta que se me ha olvidado por completo ver el puerto, que era uno de los objetivos de la bajada; tampoco regreso. Pregunto a dos chicos y me dicen que, de allí, se puede ir bajando a la otra playa. Poco antes de llegar a ella, me encuentro a un matrimonio con hijo más joven, al que llevan para entretenerlo, ya que en casa se aburre. No hace un buen día de playa, pero la temperatura es buena. Empezamos a hablar de mi camino, pero se encuentran con una chica y se paran para hablar con ella, así que yo sigo hacia adelante. La playa no es grande, pero está bien; tiene entre 150 y 200m por la orilla y con duna al fondo. En la parte de atrás, un grupo de mediana edad organiza el fuego para la barbacoa, dispuestos a preparar la comida. Paso y sigo adelante. Subo la última cuesta hacia la ermita y encuentro a varios chicos andando y corriendo que, cada cierto número de metros, hacen tipos de ejercicios variados: estiramientos, balanceo en paralelas, etc.; al último, le digo: “Se ve que el Concello hace por mantener en forma a su pueblo.” Asiente y se ríe. La verdad es que poner medios, que no son costosos, es una buena medida para que la gente se anime a utilizarlos o, quizás, sea a la inversa: el pueblo pide y el Concello ejecuta. Ya arriba, me encuentro con una pareja; la ermita es la de Santo Hadrián;  ya lo ponía en la fuente de abajo, aunque yo no me fijé al pasar. Como desde el mirador no se ven las islas Sisargas al completo, falta un poquito de la grande, cojo una vereda y la termino de ver. ¡Lástima de cámara en el café! No quedará constancia ninguna de Malpica. Al regreso, vuelvo a hablar con la pareja. Ella va a hacer uno o dos tramos del Camino, por Fisterra, y le pregunto si allí hay albergue; pero el grupo organizador contempla hotel. ¡Qué bien se va sin equipaje! Salto, canto, bailo, puedo balancear los brazos. Al bajar de nuevo a la playa, la familia se ha ido hacia el fondo. Una pareja paseante se junta con un hombre de mucho pelo en la espalda y van en dirección contraria; así que me desnudo y me doy un baño rápido. Cago en un hoyo y lo cubro con arena, en lugar donde subirá la marea y limpiará. Comidita para peces y crustáceos. Entro al agua y me aseo. Me seco mientras ando, me visto y me voy. Todo ha sido visto y no visto. Me paro a hablar con la familia; luego, arriba, hablo con un matrimonio rondando la cincuentena, que han hecho el Camino varias veces y que él, quizás no la primera vez que lo oigo, cree que el Camino te cambia. Al principio, el cambio es menos persistente, pero que el cambio mayor es en la actitud, en la forma de percibir las cosas; te vuelve más tolerante. No se me ocurre preguntarle si hay o no albergue en Fisterra y en el tercer encuentro con la pareja de San Hadrián, ella me lo hará recordar. Vamos juntos un trecho y nos separamos porque ellos bajan hacia la playa y yo tengo que ir hacia arriba. Acierto en todo y llego pasadas las 14:00h al café, donde la chica, muy amable, me dice que no tiene nada ni para comer, ni para picotear ¡me hubiera tomado un ribeiro!, por hacer algún gasto y agradecido por todo el tiempo que me han guardado las mochilas. Paso por la panadería, pero no está el chico que vive en Laxe, para decirle que he ido al mirador de las Sisargas; conozco también al panadero, que creo era su suegro, y a otro chico que, como los chavales de Razo, también “alucina”. ¿¡Andando!? Y así, me despido de Malpica, sin foto para el recuerdo.

Los Marx en Malpica
Cuando subía hacia el mirador de las islas Sisargas, se me ha ocurrido un chiste, aplicable a Groucho Marx, después de ver un árbol lleno de cosas colgando, como mensajes o, quizás, ¿exvotos escritos, se podría decir? Y juego con los conceptos superstición y superchería (todo recuerdos de San Andrés de Teixido). Groucho dice que él no es supersticioso y, en ese momento, ella le coloca el abrigo de visón colgando de sus hombros y Groucho continúa: “ni superchero” ¡Me moría de la risa por mi ingenio! Habría que explicar que la discusión que tienen Groucho y la Señora Marquesa ha ido subiendo de tono y ella se siente acalorada, razón por la que se quita el abrigo ¿de visón, de garras de astracán?, y como no encuentra a mano perchero para colocar la prenda, le viene a mano la espalda de Groucho y se lo coloca sobre los hombros; si esta acción se explica, el chiste pierde frescura. Más que un chiste, habría que darle forma de gag cinematográfico y el texto debiera ser escueto. Lo que dice Marx es lo siguiente: “No creo en supersticiones, no acepto supercherías y no soy superchero.” La acción cinematográfica sería la señalada y acabaría con un movimiento de hombros, entre sexy y temblequeante, de Groucho, con el que el abrigo de la Señora Marquesa acabaría en el suelo. Según voy dándole más vueltas, me va haciendo menos gracia; ¡dejémoslo reposar! Cojo la carretera hacia Ponteceso, que inicia allí mismo, a la vuelta de la panadería y, en el primer tramo, hasta Beo o algo más, hay arcén, acera o bidegorri (camino para bicis), que acaban de terminar recientemente, puesto que todavía no han quitado la línea de papel protectora para que la línea salga lo más recta posible. Voy bien, y no muy cansado.

Llegando a Mens, fotografío el castillo a contraluz, por lo que solo se apreciará su contorno, sus almenas. Me meto en el pueblo para apreciar la iglesia románica de Santiago, del s. XII, que tiene buena pinta; no está abierta, así que me limito a verla desde fuera;

está difícil de fotografiar, o lo haces de muy lejos y todo lleno de cables, o de muy cerca, sin que entre toda ella dentro del fotograma. Decido fotografiar los canecillos, que me parece lo más interesante, pero por el contraluz, no se apreciará nada. Los canecillos son de figuras antropomorfas, en posiciones escatológicas, siendo el culo el principal protagonista o, al menos, así me lo parece y no lo puedo asegurar porque la piedra está muy desgastada y no siempre se ve lo que pareciera querer representar. También hay una figura con mucha filigrana que es la de las bailarinas. Una tapia rodea el ábside, así que lo tengo que sacar de muy lejos y es la parte en que mejor representado está el románico.
Al volver, hablo con dos chicas que están terminando la ESO; una quiere ser peluquera y, la más comunicadora, farmacéutica; les digo que traten de elegir una profesión que les guste, que disfruten ejerciéndola y que así, además de divertirse trabajando, que les paguen por hacerlo. Sigo adelante y se me viene encima el cansancio, no tanto por la acumulación de kilómetros en las piernas, cuanto por la falta de sueño. ¡Qué pena no haber podido dormir bien! Por la carretera pasa un FCJ. Esperando dentro de un coche con matrícula de Salamanca, a la salida de Mens, está un chico de Oleiros; le digo que dormí en Perillo, en la Casa de Cultura, junto a la torre; pero se ve que Oleiros es grande y no ubica el lugar donde le digo. Llega otro coche al que le tiene que seguir, y se despide: graciñas, chao (el saludo de despedida más corriente en la zona). Voy andando como un autómata y semidormido, con pérdidas leves de conciencia, pero me repongo. Al llegar a Cores, me viene la imagen de Juan Carlos Ferreira y pienso que, sus padres y antepasados, pudieran ser de aquí.

La iglesia no tiene especial interés en su exterior pero, el conjunto, parece crear un todo armónico, incluido el busto que, más bien, es una cabeza grandona, de un párroco que estuvo allí de 1961 a 1999. Luego preguntaré a un señor con una gran deficiencia auditiva y creo que me dijo que era la iglesia de San Martiño de Cores. Cuando estaba en el café, esta mañana, me ha llamado mi amigo Martín, pero para cuando he apretado la tecla verde ya me había dejado el mensaje; le llamaré por la noche. También he recibido mensaje de mi hija Sara diciendo que ya recibió el paquete que mandé de Luarca y gracias de parte de los niños "¿Dónde estás?", me pregunta. También pienso felicitar a mi prima Isabelita ¡A ver si le llega la postal antes del día siete! No tengo señas, pero me las inventaré; aunque las ponga mal, le llegará. En el pueblo todos se conocen. Para esto es bueno, pero para vivir ¡cuánto control social! Poco después de Cores aparece el anuncio de playa de Niñons, pero exige desviarse muchos kilómetros hacia Corme y decido no ir: así que tampoco conoceré las playas nudistas de Niñons y Morro. Toda esta costa es bastante abrupta con especie de penínsulas que salen al mar, como la de San Adrián en Malpica. Por aquí tenemos la punta Nariga y las pocas playas de arena, supongo serán muy apreciadas por los habitantes de la zona, pero están en lugares poco habitados, así que tampoco sorprende que sean nudistas ¡quién va a ir hasta allí! Hay muchas torres de captación de energía eólica en esta zona anterior a las dos playa, y cuento 68 torres; una más nos habría hecho sospechar. Hoy ando cansado y perezoso para playa, dejé de lado las de Cambre y ahora dejo las de Corme. Antes de llegar a Ponteceso, estoy que me duermo y decido meter los pies bajo el chorro de una fuente y, finalmente me doy un lavado en bolas, con algunas precauciones para con los coches que vienen de Ponteceso, ya que de los del otro lado quedo bien oculto. Lo hago con discreción y me revitaliza el agua. Un poco antes de llegar al núcleo de población, pregunto la distancia a Laxe; unos dicen que 20 y otros que 15km, pero ninguno lo sabe seguro. Menos mal que, al salir del pueblo, veo la señal de 10km a Laxe. En Ponteceso me tengo que fijar en la Montaña de arena blanca o Monte Branco, tal como me ha dicho el yerno del panadero de Malpica, que está al otro lado de la ría.



 Saco dos fotos sin cables, después aparecerá un cruce para Baio y faltarán 5km para Laxe. Al llegar a avistar Laxe, pregunto a una mujer joven por la posibilidad de cena y habitación y me dice que pregunte en O Pino.


Saco una foto de la vista, pero no se aprecia lo enorme de la playa hasta el tontorro que llega al mar y, cuando estoy intentando mejorar la imagen, me encuentro a Salvador, cuya mujer se encarga de alquilar sus habitaciones y él no tiene ni idea del precio. Salvador está con otras personas y me remite también a O Pino, pero que diga allí lo suyo, entiendo que, si no tienen habitación, que me remitan de nuevo a él, o que diga que me manda él; no lo tengo muy claro. Para indicarme dónde está O Pino, me darán la referencia a una casa de color amarillo (ya es la 2ª o 3ª vez que cuando se refieren a amarillo, tendré que asociar a la gama de amarillos desde el limón, al naranja y al teja). En O Pino, opino que no hay pino alguno, al menos no lo vi, me atiende en la barra un chico que pregunta a una señora gruesa, que está sentada detrás de mí y es la dueña, que a su vez manda a su chico a preguntar a una señora que suele alquilar por 10€. Ese precio me iría bien, le digo. En ese momento llega su hija, quien será quien haga la gestión. En caso de que me falle, ya he echado la vista a una ermita con tejado, que está hacia arriba. La hija vuelve con la noticia de que la señora pide 20€ y a la dueña de O Pino le parece abusivo ¡quién va a defender mejor mis intereses que ella que sabe! Entonces llamo a la mujer de Salvador, pero su mujer está en la playa y que llame a las nueve. Sin resolver el tema de dormir, paso a cenar. La dueña me había propuesto una sopa, pero está sin hacer, así que cambiamos por garbanzos con callos ¡los voy a terminar aborreciendo! Me sacan un buen plato con mucho chorizo y dejaré unos pocos garbanzos, ya que el segundo es demasiado grande: tres medias pechugas y tres lonchas de lomo que, al tener poca sal, saben poco; y muchas patatas fritas. Comeré dos lonchas y un filete de pechuga y patatas fritas y dejaré más de la mitad de éstas y el resto. Me trae un yogur de plátano y me cobra 6€. Mientras cenaba, la dueña me ha venido a decir  que, la señora de la habitación, después de decirle que soy peregrino, me rebaja a 12€. Acepto. Dejo mediada una conversación sobre la mili en Pamplona del empleado del bar-restaurante  y me dirijo a la casa que, casi, está enfrente. Cuando llego, la señora está tratando de poner en marcha el calentador. Viene alguien a ayudarle ¿un amigo, su marido? Y, al final, aunque no parecía, era problema de pilas. No parecía, porque saltaba la chispa, pero con las pilas nuevas se enciende a la primera; después de haber purgado varias veces la bombona de butano. Me lo regula a temperatura templada. Cuando me quedo solo, me empiezo a organizar. Primero subo a la zona de arriba del pueblo, que es donde está la zapatería, para la reparación de mis sandalias. Mañana lunes abrirán a las 9:30h. Es mi principal problema una vez resueltas cena y cama. Hablo por teléfono con mi hija Vera y se me corta rápido, en un teléfono que no me gustaba desde el principio; y la continúo en otra cabina normal. También llamo a mi amiga Arantza. El viaje sigue siendo interesante. La información que Vera quería de Asturias, se refería para cuando pasen, ya que su objetivo es Galicia en agosto. Cuando regrese, ya les diré algo más (Será año de incendios graves y, algunos en la costa por la que pasaré dentro de tres días).Vuelvo al bar; tomo una menta-poleo y hablo con el chico sobre su mili en Pamplona; él se encontraba marginado allí; era la época en que todavía no se había implantado el ejército profesional y, si ellos eran mal vistos, eso es lo que me cuenta, es porque los “milicos” (creo que esta es la palabra que empleó) se dedicaban en sus inspecciones nocturnas a recoger banderas ¿vascas? Y las consideraban trofeos. ¿Se referirá a la ikurriña, a las de la gestora pro amnistia, a las de presoak etxera? Así, dice, es lógico que los odiaran. Todo su relato me resulta muy confuso y no consigo aclararlo. Los soldados salían con mochila y se cambiaban dentro del cuartel y tenían prohibido ir a ciertas zonas. Yo le digo que los pamplonicas son especialmente afables y que acogen bien al forastero pero, que en el caso que me está contando, parece que se justifica el mal comportamiento. Me cuenta que también estuvo haciendo submarinismo por la zona de Irun. ¿Sería en Hondarribia? Me despido de todos y agradezco su cena y sus gestiones con la vecina. La hija está viendo en Tele5 retazos de otros programas y veo dos escenas de Vaya Semanita: uno con Andoni (el amigo de mi amigo Iñaki, al que cuando no era famoso me lo presentó una vez) y su cuadrilla, haciendo de argentinos. Francia eliminó a Brasil a penaltis. Regreso a la casa; lavo el pantalón azul, la camiseta gris, el calzoncillo y el pañuelo y lo tiendo como puedo en una escalera y con un escobón. El pantalón suelta un agua gris asquerosa, ya que es la primera lavada del viaje ¡qué juego me está dando! Me ducho y acuesto. Dormiré largo y tendido, aunque me levando dos veces a orinar y arriba, alguien empezará a mover banquetas o muebles a primeras horas de la madrugada ¿sería cuando acabaron los programas de televisión? Al despertarme, aprovecho para darme unos masajes de aloe-vera en los pies. Me han dicho: ¡Cuidado con la playa de Traba!, es muy peligrosa, se ha llevado muchas vidas. ¡Tendré cuidado! El sello que me han echado en la credencial es Transportes O Pino. Elba Mª Barreira Carabel 15117 Laxe tel. 981728353. O Pino está invertido, o sea, decúbito prono, cuando un pino debiera estar en decúbito supino. Y así acabamos el día dos de julio
¿Qué balance puedo hacer? Salvo el corto baño en Malpica, cuando fui a San Adrián (allí con H) para ver de más cerca las illas Sisargas; el paseo tan bonito que me di sin el peso de las mochilas que me guardaron en el bar. El sello en la Guardia Civil; con él ya voy completando, los de policía local, el de la Ertzaina en Gernika y, faltaría de policía nacional; el único encuentro que tuve con ellos, fue cuando recuperaron mi documentación en Ayamonte (Huelva) y también tengo sello de GNR (Guardia Nacional Republicana) en Portugal; allí lo llaman carimbo. De todo el conjunto, conseguir unos sellos se hace simple o complicado. Alguno como el de Matosinhos, tuvieron historia para contar y contaré. Otros los conseguí fuera de hora, como el del faro de San Vicente, en el Algarbe portugués. El más bonito es bicolor y también del Camino Portugués en San Pedro de Rates. El de Muxía pretende que Santiago no sea fin de ruta y el de Fisterra lo mismo, pero por duplicado; a pesar de ello, Santiago gana, ya que tendré tres sellos de la Catedral. Para terminar, no ha estado mal la cena, ni está mal el sitio donde he dormido, una bajera para mí solo.

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