26ª Etapa. 20 de junio de 2006. Martes.
Soto de Luiña, Cadavedo, La Almuña, Luarca.
20.06.2006. Primero, para variar, se irá el alemán, luego se levanta Mónika y yo me preparo rápido y me voy, tras despedirme de la austriaca; creo que ya no la volveré a ver y a las 7:00h estoy en marcha y no tengo ni idea de por donde ir. Veo a una mujer que entra por la parte trasera del hotel Las Luiñas, donde nos dieron llave y sellaron credencial. Me dice que suba por la carretera vieja hasta el cementerio, que está a 2 km. y luego que siga adelante; pero, cuando estoy llegando al cruce, un señor me dice que yendo por la vieja, tendré 8-9 km. más a Cadavedo. Cuando salgo al cruce, me tengo que decidir y, al ver que la nueva tiene ancho arcén y no parece que tan temprano haya mucha circulación, no dudo en cambiar de plan, además el día es gris y no voy a disfrutar de baños por el camino. Lo peor es que me equivoco y cojo la dirección inversa y hago y rehago unos 300m; me lo confirma un chaval que está esperando en la carretera. A pesar de que no se cumple mi previsión, pues a ratos, hay más circulación de la esperada y deseada, se puede sobrellevar; también hay ratos de total ausencia de ruido. Creo que tal como está el día, un buen objetivo será llegar a Luarca, pues tengo buen recuerdo de la Villa Blanca de la Costa Verde y su río Negro, que lo solían tener muy florido; si llego pronto, podré disfrutar de algún baño allí. Estas previsiones se irán parcialmente abajo cuando, al llegar al albergue, esté tan alejado de la ciudad. La carretera tiene muchos tramos en obras por ampliación, lo que me vendrá bien para preguntar a los obreros: si la carretera tiene salida en Cadavedo, a cuanta distancia está, etc. Dudo si salirme en Ballota, pero decido seguir. En el viaducto de Las Adencias, observo que en la cremallera de la entrada, falta una pieza de dientes, y se lo comunico al obrero que controla la salida de camiones. Al llegar a un túnel, cambio al otro carril y, a veces, cambio y descambio de lado. Cuando llego a la salida de Cadavedo, llamo a mi hermana Sagrario; pensaba que ya no tendría camiones, pero todavía pasará alguno que interferirá mi audición, mientras hablo por móvil; paso del cruce hacia la playa, pero tendría que retroceder dos kilómetros y no estoy por la labor. Desayuno bocata de lomo, descafeinado con leche y una rosquilla de anís, que me trae recuerdos de niñez (2€). Mientras escribo el diario dan en la tele las declaraciones de la hermana de Miguel Ángel Blanco y en la barra tenían una conversación sobre ETA y la República ("Rex pública", decía el versado). Tras escribir un rato, a las 11:00h, salgo hacia Luarca; pero, nada más salir, veo un albergue y me acerco. Solamente está desayunando una pareja: ella es italiana y él francés; les entiendo que han estado solos durmiendo allí, pero, al salir, veo fuera montada una tienda de campaña. Cuando me los encuentre por la tarde haciendo compras en El Árbol, me enteraré de que han dormido en la tienda de campaña porque el albergue estaba completo, pero hicieron uso de los servicios. El camino que inicio hacia Luarca irá, parte por carretera vieja y parte por el camino oficial pero, en el último tramo, me pierdo. He llegado a un lugar en que el camino está cortado por obras. Subo a una iglesia en cuya fachada interpreto que hay un San Jorge y el dragón, y como no veo la continuación, no pararé hasta encontrarla. Paso el río Esva y estoy a 10 km. de Luarca y son las 12:25h. Dudo si ir o no por la playa de Cueva; pregunto en el bar, pero las comidas no empiezan hasta la una; mejor, ya que no tengo hambre, pero el chico sale a la calle para ver mi mapa e indicarme que las playas de Sabugo y Barayo están después de Otur (así que quedarán para mañana). Las tiendas están ya cerradas para comprar pan y algo que le acompañe, así que decido entrar a comer en el Mesón Tía María. Allí Macario, un mesonero que, además de camarero, ejerce de pintor, de pianista y de otras obras altruistas al servicio de su pueblo ("a veces, más de lo que debiera y se merecen"), me ofrece buena comida. Elijo macarrones, no tanto por gusto, como por meter hidratos de carbono en el cuerpo, aunque más me apetecían las patatas con costilla o los guisantes. De segundo elijo hígado encebollado con patatas fritas, dudando entre eso y los calamares rebozados en entero y, de postre, puding de la casa (9€+1 de propina). Tiene una chica que le ayuda con las bebidas y los cafés, con grandes dificultades para memorizar lo que se le pide y una importante cojera (no sé si circunstancial o permanente); se me antoja que sea una obra más de caridad de Macario. Podíamos haber estado hablado largo y tendido, pero el rato que le hemos dedicado, hemos estado a gusto. Primero, charlamos de su pintura; le digo que me gustan más sus cuadros con motivos de contenido más urbano; segundo, del oboe, que toca su hijo y que suena de forma diferente al clarinete y que hay que procurar que no emita un sonido que lo haga confundir con la gaita; por casualidad, cuando estoy saliendo, en la Tv suenan los sones de Pedro y el lobo. Ha llegado su mujer y me dice que Pedro y el lobo fue fundamental en la elección del oboe por su hijo. Pago y le dejo el euro de propina a la chica. Cuando salgo del mesón, no sé si por la ayudanta, por el tema familiar de música (mis hijas estudiaron flauta travesera), por la rosquilla de anís de esta mañana, o por la media frasca de vino (de la que he dejado 1/3), el caso es que me estoy poniendo sentimental. Quizás también por las declaraciones de la hermana de Miguel Ángel Blanco; el caso es que no sólo sentimental, sino con llorera hipona incluida. Lo paga una señora que me dice que voy perdido y un joven con una pequeña moto que, luego, amablemente, me acompañará para reorientarme. La pobre mujer no sabía qué decirme, estaba sorprendida de ver llorar a un sesentón (además los hombres no lloran, me dijeron siempre). Creo que en tanto no seamos capaces de pedir perdón por el mal causado por las dos partes, y que no seamos capaces de perdonar, no habrá nada que hacer en el proceso de pacificación. Reconocer que el conflicto es político es absolutamente necesario. Y en el terreno del día a día, es preciso que consideremos y cuidemos lo público (algo de todos que, en parte, también es mío) con el mismo esmero que lo hacemos con lo privado. Y cuando decimos que ésta es "una mierda de democracia", habrá que tener en cuenta que la democracia es algo que hacemos entre todos. Realmente la situación es para llorar. Las vías que se cruzan en mi camino son las del ferrocarril Ferrol-Gijón que ya empiezo a ver en diversos momentos; es un tren FEVE (ferrocarril de vía estrecha) que tomaré al regreso, para rememorar desde el mismo, lugares por los que estoy pasando a pie. Del mesón de Macario he salido a las 15:00h. Ya perdido en Almuña, un señor me acompañará hasta avistar la casita azul. En la puerta encontraré a João, portugués de cerca de Lisboa, que espera; no responde nadie a nuestra llamada y al intento de abrir la puerta de entrada al albergue, así que abro una puerta privada y, con el ruido, aparece el hospitalero, un colombiano que cumple esta función a cambio de vivienda (y de algo más, supongo). Hace sus pequeños cuadros y esculturas y con lo que saca de la venta, va tirando. Cuando voy a salir hacia las playas con el hospitalero, llega un grupo de alemanes: Frederik (que hace esfuerzos para que nos entendamos en francés, pero lo hace tan rápido que apenas le entiendo), su mujer Claudine y Odil (no sé si pariente o amiga). Después de bajar a Luarca, tras varios intentos de atajar, llego a las dos primeras playas de poniente, sin arena seca y todo el fondo lleno de cabinas de madera, que son privadas y cada uno tiene allí sus bártulos playeros para bajarlos cuando van a ella, o los colocan delante, sobre la hierba; me recuerda a los tenderetes de Matalascañas pero en menor, que allí, fueron abolidas hace tanto años, por razones de especulación. Aquí parece que será más difícil, ya que forman parte del paisaje.
Voy hasta el final del puerto y asciendo una pendiente muy peligrosa y voy bordeando los acantilados, que están plagado de argoma que, aunque protege del borde para que nadie se asome, tampoco permite ver el horizonte. No será la primera ni la última vez que me moleste la argoma (otia) en este viaje.
Transito por caminos que no me llevan a ninguna parte; me desnudo pues ya tengo mono de dos días sin baño en el mar y salgo como puedo. Me encontraré a una chica que pasea con su perro y que es apolítica.
Me indica que mañana pasaré por allí para iniciar la siguiente etapa. Bajo a El Árbol y compro cena: lata de espárragos (que costará abrir utilizando tecnología suiza, primero, y luego, alemana) y lata de calamares en su tinta (se la vi a Philippe, me tentó y compré otra). Los plátanos estaban muy verdes. Luego compro un panecillo y un pastel. A pesar de no llevar peso, regreso cansado al albergue. El sello de la credencial: Asociación de Amigos del Camino de Santiago. Váldes-Luarca y el dibujo es una concha y una casita (el albergue). Pago 4€, me ducho con agua fría (no hay caliente) y me embadurno con Nivea hidratante. Salgo a cenar a la terraza y Christian (no el de Barrika), otro alemán más joven, al que le ha mordido una garrapata y está algo obsesionado con la señal que le ha podido dejar, me deja su navaja multiusos, pero no consigo abrir la lata de espárragos; me ayuda el otro alemán y, al final, consigo abrir un poco la lata de donde voy sacando medio destrozados los espárragos; pero me los termino de comer. Christian se quita la camiseta y se baja un poco el pantalón para que le hagamos una revisión de garrapatas. Le aseguramos que no tiene ninguna marca. ¡A lo mejor era que nos quería enseñar el culo! Nos dice que su cuñado fue mordido por una, que le transmitió un virus que le produjo meningitis. ¿Será como el lagarto de Obaba? Llega João que, desde que se marchó antes que yo, no había dado señales de vida. Se saca alguna foto con el móvil y con aspecto de peregrino con una capa plástica. Para las diez, ya nos vamos a la cama. Como hay tres habitaciones (en la lista aparece con 16 plazas), en una dormimos João y yo; ha roncado mucho porque duerme boca arriba. En otra el grupo de tres alemanes y en la tercera, dormirá Christian solo. Organizo el equipaje para mañana y selecciono lo que mandaré a casa de mi hija. Si sale día bueno, espero disfrutar de día de playas e iré a dormir a Piñera o a La Caridad.
Quizás lo más interesante del día haya sido la comida en el mesón de Macario, lo comido y lo hablado y la emoción surgida después y la reflexión filosófica sobre la situación de nuestro pequeño mundo.
Quizás lo más interesante del día haya sido la comida en el mesón de Macario, lo comido y lo hablado y la emoción surgida después y la reflexión filosófica sobre la situación de nuestro pequeño mundo.
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