viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 29: Tapia de Casariego-Barreiros

29ª Etapa. 23 de junio de 2006. Viernes.
Tapia de Casariego, Ribadeo, Rinlo, playa de las Catedrales, Barreiros.

Nada más levantarme, he tirado los Actimel; aunque están bien de fecha, la conservación en mochila, no refrigerada, no es la más adecuada y no me arriesgo a que  estén en mal estado; llevan tres días, los dos últimos, en mi estado de salud, no era conveniente que los bebiera y hoy, tampoco. He tirado cuatro ¡lástima!, con lo poco que me gusta tirar comida. Como tienen ese puntito de acidez que le da el sabor a naranja, es más difícil detectar si están picados o no. He comido tres quesitos; sólo faltaría que los que no estuvieran en buenas condiciones fueran estos; un poco de pan viejo, que me cuesta pasar por la garganta, y dos nectarinas. Pensaba salir con Ricardo y Mari Paz, pero ellos ya están preparados y a mí me falta. Así que se van y yo salgo un poco antes de las 7:00h y saco foto del albergue con entorno marino, pero saldrá muy oscura y trataré de recuperar.



En la lista de albergues, figura con 30 plazas y es municipal/regional, y pone: de Represas (Tapia de Casariego) y no sé si esto significa que Represas es un barrio de Tapia, o que a la misma villa se le puede llamar de las dos formas. El que sepa que lo diga. Este ha sido el último albergue del Camino de Santiago por la costa de Asturias. Luego vendrá el de Ribadeo, ya en Lugo, y a partir de aquí, ya se mete todo hacia el interior, hasta llegar a Santiago. Yo, antes de llegar allí, conoceré las opciones posteriores, que para mí serán anteriores, es decir, los albergues de Muxía y Fisterra. Echo la llave en el buzón, como quedé con la hospitalera, y busco la general. Benedetta y Jonathan no me han molestado lo más mínimo; han dormido juntos en una cama ¡ah, el amor! Y se han levantado una vez durante la noche, como yo; salvo que lo hayan hecho más veces y yo no me haya enterado. Lo más molesto de la noche, ha sido un foco de la calle, que me daba en plena cara; casi todo el tiempo mirando hacia la pared, pero no coincidiendo con el oído adecuado (el izquierdo lo tengo disminuido en el área conversacional). A la salida del albergue, voy siguiendo el camino marcado y que me lleva a la N-634, pero en el momento en que paso por debajo y veo que se aleja, subo a la general por un caminuco cerrado por algunas zarzas. En marcha. A las 8:00h, llegaré a la altura de ayer, a Serantes y a la Residencia de Ancianos. Teniendo en cuenta que subí acantilados y bajé a playas, se puede calcular que ayer hice unos 12 km de propina, desde el albergue. Faltando 4km. para Ribadeo, la N-634 va tomando visos de autovía, con los accesos cerrados por alambradas, aunque continúa con sólo dos carriles y un amplio arcén. Al ver la oficina de información, antes de pasar el puente sobre el Eo, paro a orinar y observo que es información de Asturias; en ese momento veo a los de Irun que vienen detrás de mí. Me han visto pasar cuando han parado a desayunar. Les saco una foto con su cámara digital, con el cartel de Galicia y Lugo, y nos despedimos definitivamente. Han pasado cinco años y no les he visto jamás en Irun.

Paso el puente, y ya estoy en Galicia. En Ribadeo, me acerco a la oficina de información y no abren hasta las 10:30h. Me acerco al Ayuntamiento, pero no tienen mapa, sólo uno de Ribadeo; es un antiguo pazo del marqués de Sargadelos. Aquí también hay albergue del camino y, al regreso, después de llegar en Feve: Ferrol-Gijón, pernoctaré en él; lo más curioso es que, en mi lista, aparece con 12 plazas, y yo creo que estuvimos bastantes más; quizás se refiera a 12 literas, pero muchos dormimos en el suelo de la entrada, tan ricamente. Yo estuve a finales de julio y, también en mi lista, pone lo siguiente: “Durante el verano se habilitan cinco tiendas de campaña del ejército.” Como fui a tiro hecho, ni se me ocurrió intentar dormir en tienda, algo que no tuve oportunidad ni cuando hice la “mili”. Voy a desayunar descafeinado con leche en vaso grande y dos croissants (3,20€). Escribo el diario, corrijo la fecha de hoy; escribo alguna postal: a Vera y a Sagrario Sanz. En información, no tienen mapa de Lugo. Me dan un folleto al que daré una ojeada, pues se refiere a la costa y en Correos compro sellos (5,80€) y echo las postales. La chica de información me dirá que hay un paseo marítimo muy bonito que lleva al faro y sigue bastante más.

 Me cuesta encontrar el arranque, pero, al fin, me acerco al puerto y saco fotos de allí, del puente, de Figueras y Castropol y de la punta de Asturias





y, cuando subo el último tramo de escaleras, saliendo del puerto, pregunto a uno que está con un tetrabrik de “calimocho” y liando un pitillo de rubio: resulta ser un navarro, de Pamplona, que le han operado de pulmón y “¡a ver si acaba pronto!”, me dirá. Le respondo: “¿tan desesperado estás de la vida?” y dice que, con la pensión que le ha quedado, que no es para echar cohetes, en Ribadeo puede vivir, pero en Pamplona ¡imposible! Me pregunta la edad y dice “¡más joven que yo!”, pero no se refiere a la edad, sino a la salud y al espíritu, ya que él es bastante más joven. Estaba el navarro a deseo de charlar y me hubiese retenido con más historias, pero me tengo que ir. Hay obras, pero el desvío está bien indicado; se ve que quieren duplicar el puente sobre el río Eo. Paso por debajo del puente de los Santos, hacia el faro, y me encuentro con el albergue, del que es responsable la Xunta de Galicia. Se ve que la Xunta se preocupa de mantener en buenas condiciones una de sus fuentes de atracción turística. Una vez de ver el albergue y tenerlo bien ubicado, por si me cuadra utilizarlo al regreso, voy saliendo del Ribadeo urbano, aunque tardaré en salir de su perímetro, ya que tanto Rinlo, como la playa de las Catedrales, también pertenecen a él.



El camino hacia el faro es bonito, con buen piso y bordeando los no muy altos acantilados; el mar está bravío y, en esta parte oriental de Lugo, rompe contra las rocas; no hay playas de arena, hasta bien pasado Rinlo y más: la primera será playa dos Castros. ¿Mi conclusión habría sido la misma si me hubiera coincidido mi paseo con marea baja? No sé si el hecho de haber llegado a Galicia, o el de tener, después de casi un mes caminando, una idea más clara de mi capacidad para andar, o quizás, al haberme salido del camino oficial de Santiago por la Costa, o todo el conjunto y algo más que me dejo en el tintero, el caso es que ya empiezo a cuestionar el proyecto l’étoile de Gibraltar-Peñón de Gibraltar; estando donde estoy, aunque lo aborde en tres meses, el Peñón queda demasiado lejano, y me gustaría hacer Galicia con más parsimonia. Cuando se acaba el camino, tengo que salir a la carretera, cogiendo la desviación a la derecha en todos los cruces, de esa forma, no me voy alejando mucho de la costa, ni de sus no muy pronunciados acantilados, que es lo más grato del paseo. En muchos lugares veo coches aparcados en lugares estratégicos que, al mirar a la costa, comprobaré que la mayoría de sus dueños, son pescadores de caña. El día continúa gris pero, en mi opinión, no amenaza lluvia; ¡que mal pronosticador seré! Pues, durante la noche y la mañana siguiente, caerá la mayor cantidad de agua de todo el camino. A pesar de no agradarme, no será suficiente como para desmoralizarme ¡estoy exultante! Pasada la una del mediodía, llego a Rinlo. Estoy algo preocupado por qué comeré y, aunque no he vuelto a evacuar, me gustaría comprar algo en tienda o supermercado y no meterme a ningún restaurante con idea de hacer una comida formal; así que pregunto a una señora dónde puedo comprar jamón de York y plátanos y me dirá que en Rinlo no hay ningún sitio para comprar; que ellos, para hacer la compra, tienen que desplazarse a Ribadeo. Le comento mi diarrea de ayer, y se ofrece para darme dos plátanos. Se lo rechazo y agradezco y me recomienda que coma manzana, que también estriñe. Me orienta a dos sitios para comer:

 El Portillo, donde me pueden dar menú, y también me pueden dar algo en la Cofradía. Me despido de la señora, doblemente agradecido, por su ofrecimiento y su información, y me acerco al restaurante; no hay menú del día y le digo mi situación y si me puede darme jamón de York o hacerme una tortilla francesa y me dice que solo me puede ofertar raciones. Con esa información, me acerco a la Cofradía y allí no tienen cocina en marcha y no me ofrecen más que patatas fritas de bolsa, frutos secos y aceitunas. Así que vuelvo a El Portillo, insisto en la tortilla, pero en vano, así que olvidándome de mi prevención saludable, pido cosas que me apetecen: una ración de calamares (6€), otra de gambas al ajillo (9€) y queso (2,40€) ¡vaya comida limpia después de la dieta! Los calamares son de calidad y están bien rebozados, pero están algo sosos y son tantos que acabo aburrido y, además, como he desayunado tarde, apenas tengo apetito; las gambas tienen el intestino lleno de arena, que hace muy desagradable la mordida (que cruje) y son poco sabrosas, ni siquiera el ajillo les da sabor. El queso me lo guardo para cenar. En fin, que ha sido la peor comida del camino y, por mucho, la más cara (20,50€) por ahora; aún vendrán otras peores. Además me he bebido una botella de sidra (2,50€) que, en circunstancias normales me suele aligerar, aunque la señora informante me haya dicho que coma manzana, no creo que se refiriera a manzana líquida. Lo más interesante de todo, ha sido el artefacto que me han sacado para escanciar la sidra. He sacado foto del mismo, pero no sé si se explica por sí sola. Colocas la botella boca abajo, y así se mantendrá todo el tiempo y, al colocar un vaso grande en una posición y con una presión adecuada, sale la sidra de la botella y cae al vaso con la suficiente altura como para que la sidra rompa al chocar y se produzca esa espumita que es como hay que tomarla y sabe más rica y, en pequeñas “diócesis”. Quizás, el artefacto para escanciar sidra haya justificado mi parada en el Bar Portillo. Pago y me voy; paso por el puerto de Rinlo, que en su bocana es precioso con ese mar embravecido. Salgo de nuevo al camino, y después de un rato, ya empezarán a aparecer playas de arena fina, aunque poca, debido a la marea alta. En varios sitios veo el cartel: Tecor Societario y hago mi traducción macarrónica y concluyo que querrá decir, algo así como: terrenos comunitarios; pronto saldré de mi error, porque me dicen que lo que indican es: Prohibido cazar.



 Las primeras playas que veo, así como Rinlo, pertenecen todavía a Ribadeo y la foto primera se lo hago a la gallega Praia Xuncos (habrá que irse acostumbrando a la lengua galaica) con el sobrenombre de: rocas y mar. Las siguientes son también praias abruptas (insisto en que voy con marea alta): Castros, Illas, Esteiro y, por fin, la última de Ribadeo: Praia das Catedrais.




Me habían recomendado verla, y pasearme por ella, con marea baja, pero las circunstancias me han llevado a verla así y, no sé si por verla con tanto oleaje y con mar tan bravío, que me resulta muy bonita. Está con un entorno muy bien acondicionado, con entrantes y salientes, paseos de madera vallados, etc., que permiten una visión casi completa del conjunto. ¡Otra vez la veré con marea baja! Aunque no sé si me atraen, por las fotos que he visto, esos paseos entre rocas con tanta gente como si fuera una procesión. Saco un par de fotos para el recuerdo.







Toda la costa está muy bien documentada mediante grandes carteles que van indicando el nombre de los lugares (cabos y otros accidentes naturales) y de las playas y con buenos caminos; siempre aparece, marcado en rojo, el lugar en que nos hallamos. Lo mismo ocurrirá con las siguientes que ya corresponden al municipio de Barreiros, con playas interesantes como las de Arealonga (arena larga, que será nombre repetitivo a lo largo de toda la costa gallega)


y San Miguél de Reinante. Ya voy acusando el cansancio y me empieza a preocupar la dormida. Va a ser el primero, después de muchos días, en que no tendré albergue, ya que me he salido del camino oficial, y esa circunstancia, que me da más libertad, a la vez será otro motivo de preocupación y me va a exigir un nuevo aprendizaje. Me gustaría encontrar un sitio para dormir, descargar el equipaje y darme un baño en alguna de esas playas lucenses. Veo dos coches aparcados y me acerco a la playa, en ese momento se acerca un chico con toalla, que regresa, ¿se habrá bañado?; luego saldrá otra chica que viene de pasear por la arena. Los dos coches desaparecen. De repente, me entra el apretón, y tengo la suerte de encontrar muy cerca baños públicos de playa; vuelvo a evacuar como un grifo, pero poca cantidad, ¿serán los últimos coletazos de mi diarrea? No hay papel pero, menos mal que llevo en el bolsillo. Lo malo es que no hay agua para echar la bomba, supongo que debido a que todavía no empezó la temporada de baños. Abro la llave de paso, pero en vano ¡Lo siento! Pregunto en un camping de Benquerencia pero, sin tienda, no me admiten. Me dicen que hay camas en El Acantilado y que me costará menos de 20€ o, si no, en el pueblo, en O Vilar por 15-20€. Sigo adelante, y llego a El Acantilado; toco el timbre y baja una señora. Nada más verme, y preguntarle el precio, me dice: 40€ “¿y no tiene nada más barato?”, le digo; y ya ni me mira y dice que no, mirando al tendido, al exterior, como si no hablara conmigo. No sé si verdaderamente no tenía nada más económico o que no le he gustado desde el primer momento; dejémoslo como duda. El cielo ya se está poniendo amenazante y voy hacia la carretera general, con idea de acercarme a Foz, pues me estoy acercando al estuario del río Masma. Me meto por un bosque e intento encontrar sitios adecuados y con techo, pero en vano. Cuando me acerco a casas que parecen abandonadas, dispuesto a apoderarme de algún porche, llego al campo del Futbol Club Celta de Barreiros. Tengo la suerte de que el portón no está candado y, abriéndolo un poco, paso y lo vuelvo a cerrar. El marcador indica 2-0 a favor de los locales ¿será preludio de mi victoria local? El césped está en muy buenas condiciones y bien recortado; también las casetas del banquillo de locales y visitantes. Los servicios de caballeros y de señoras están también abiertos y tienen agua, ¡lástima de que los vestuarios estén cerrados!; me hubiera podido dar una ducha, puesto que me he quedado hoy sin baño de mar. He sido afortunado con que el responsable del recinto no echara el pestillo a la puerta corredera, ¡Gracias! Olvido las casetas de entrenador y jugadores, y me decido por dormir en el edificio de vestuarios, que tiene un tejadillo protector y con los servicios próximos. Me voy a ver el otro lado del campo, donde está la tribuna para los espectadores, y veo un almacén con bidones (¿de aceite, de grasa?) y sobre ellos una colchoneta de goma espuma que, aunque algo mugrienta, creo que me servirá para ablandar el suelo duro y apoyar encima mi esterilla. Cojo agua, orino, preparo la cama, la esterilla, el saco y, aunque es temprano, me acuesto, aunque no sea más que para descansar un poco pues, al final, ha sido una larga etapa y difícil de calcular en kilómetros. Llamo a mi hija Sara al móvil, y le dejo un mensaje corto, sólo para que sepan que estoy bien y dónde estoy. Parece que me espera noche tranquila. Vecinos del campo, queman matojos controladamente. Los insectos que hay en la pared, parecen mosquitas inofensivas. Y, como buen pedagogo, y para dar ejemplo, durmiendo en el porche de lo que, en tiempos, fueron las antiguas escuelas nacionales de Santia o Basant. Antes de oscurecer, empiezan a lo lejos los fuegos artificiales de la víspera de San Juan. Soñaba con noche tranquila, pero un pajarraco, emite sonidos llamando a su pareja y me tendrá en vilo durante bastante tiempo y se empeña en merodear cerca de mi territorio; lo veré sobrevolar varias veces en la oscuridad y, cuando lo siento cerca, me incorporo para que no nos asustemos mutuamente. También veré una sombra correr al pie de los tres escalones, sobre los que me encuentro, pero dudo si será un animal real, la sombra del pajarraco o imaginaciones mías. El pájaro, emite un chillido corto y otro más breve y más bajo, seguido de otros tres con distintas notas. ¡Lo hubiera matado!, sin que me preocupara que fuera un ave en peligro de extinción; ¡vaya ecologista que estoy hecho! Luego harán su entrada los mosquitos, que me tendrán mártir gran parte de la noche. Y, para colmo, cuando me levanto a orinar, parece que empieza a chispear; luego, durante la noche, empezará a caer agua de lo lindo. Aunque no duermo bien, al menos, descanso.
Haciendo balance del día, destacaría: la salida del camino oficial, la playa de las Catedrales (Catedrais), lo acontecido en Rinlo con la comida y haber dormido en el campo de futbol del Celta (y no de Vigo). De todas las veces que dormí en establecimiento no hostelero, la mayoría lo hice en playa (es donde más a gusto me encuentro); ésta será una de las pocas veces que lo haré en lugar más urbano, aunque sin gente.

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