viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 31: Madeiro-O Vicedo

31ª Etapa. 25 de junio de 2006. Domingo.
Madeiro, San Cibrao, Portocelo, playa del Esteiro, (playa de Portonovo), playa de Area, Viveiro, O Vicedo.    

Hago cabriolas, orino y para las 6:50h ya salgo en marcha hacia San Cibrao, del que sólo me separan 3 km. Cuando llego, me encamino hacia el puerto.




 Un jubilado bajito y activo, después de dar el paseo, tiene intención de darse un baño y me acompaña un rato. Saco foto del faro, que está en el cabo. Vemos a un panadero trabajando con su ayudante; los bares, hoy domingo, no abrirán hasta las 9:00h. El casco urbano es bonito, pero contiene muchas barbaridades que lo afean.



El cabo de San Cibrao, en realidad, es un istmo con playas a ambos lados; en la más oriental hay dos pequeñas y la más grande está orientada hacia poniente; delante, además de un islote (Anxuela) que lo protege, han construido un murete de contención adicional que reduce y frena las olas; según de dónde sople el viento, tienen playa para elegir; parece que una parte se debe a la propia naturaleza, pero hay otra que es realización humana, que hace pensar que lo hicieron con cabeza. Salvo que alguien me de “razones razonables” en contra.

 He terminado el 8º rollo de diapositivas. Me despido del hombre y subo hacia un bar de carretera; aún tendré que esperar diez minutos. No recuerdo qué desayuné por dos euros, pero lo hice en el Hotel O Castelo de San Ciprián, como indica el sello en la credencial.

Buscando la playa de Portonovo
Me encamino hacia Viveiro, pero por Morás, con su isla de Ansarón, ¡a ver si encuentro la playa de Portonovo, la siguiente nudista de mi lista. El día es gris y ya sigo con sandalias. La carretera es buena, entre eucaliptos y apenas hay circulación: pasa un FBX (la x también resulta complicada para construir una palabra). Me encuentro con dos mujeres que vienen de oír misa; la mayor utiliza el paraguas como bastón; pasan otras dos mujeres, una con paraguas convencional y la otra con plegable; en general, en los paseos de esta costa, los paraguas que llevan son muy grandes. Se ve que estamos en Galicia. Llego al portiño de Morás y saco la última foto con los pivotes defensivos contra el mar; muchos de ellos están rotos; pero esta foto se perderá, no me la revelan o no se completa, al ser el último trozo del rollo, y se pierde. Y no sacaré más en todo el día, quizás cabreado porque nada me va saliendo en Viveiro como preveo (Lección: hay que prever menos), no encontraré la playa de Portonovo, y acabaré llegando muy cansado a O Vicedo. Pero no nos adelantemos. Empieza a lloviznar, con ese calabobos intenso que te deja calado en un momento, así que me veo obligado a refugiarme en una casa de la que, en breve, van a marchar sus dueños y me ofrecen quedarme en el garaje hasta que escampe.  Ellos, ¿marido y mujer?, se van en su coche y dejando otro dentro con las puertas abiertas de par en par; de momento y en tanto no empiecen a venir gente de fuera (él dice: extranjeros), se confían bastante. Al poco, salgo pero, de nuevo, me veré obligado a refugiarme en la iglesia, pues empieza a llover otra vez; allí estoy unos 15 minutos de charla con cinco jubilados, sobre nacionalismo y lengua. Cada uno expone sus creencias y el conflicto es parecido en todas partes: la importancia del uso de la lengua en la comunidad, en relación a la eficacia del conocimiento de las lenguas extranjeras para abrir puerta a puestos de trabajo; el conflicto entre el desconocimiento que conduce a la confusión, a la incomunicación (Babel) y el deseo de preservar una lengua como valor cultural. Parece que escampa y, sin haber dejado resuelto el tema, cada uno va por su lado. Cuando voy por Vilapol, pregunto a un señor que está en el jardín de su casa aventando su barbacoa y le pregunto cómo coger hacia Faro, que ya está en la ría de Viveiro. Cuando le digo que salí de Francia, me empieza a hablar en francés; resulta que es galo, pero que lleva muchos años viviendo aquí. Se ven bonitas playas, la del Esteiro y después la de Area. Aprovecho que estoy aquí, para decir que la playa de Portonovo está entre estas dos (lo tuve que ver en mi libro de las rías altas -de nuevas aeroguías- al volver a casa); en la vaguada hacia el mar entre los montes O Pedrouzo y Faro, y no tiene mala pinta, aunque pequeñita. Ya tengo hambre, y me como el queso, las pasas y las almendras que me quedan. Cuando llego a Celeiro, pregunto por un lugar para comer en plan comida casera y me indican Louzo (o algo parecido) y, aunque me costará llegar, en cuanto lo veo, me lanzo al comedor. Pero cuando entro, dudo de que éste sea el sitio que yo busco, puesto que casi todos comen marisco. Se lo comento a una camarera y me dirá que tienen menú de 10 euros. Con esa seguridad, me siento más tranquilo, y pido entremeses (debiera haber pedido sopa de fideo; todavía tengo York en la mochila), ternera en salsa y pastel de la casa; por lo menos los fideos me hubieran aportado hidratos de carbono. Como, pago y le doy un euro de propina. El vino ha sido lo mejor, un rioja crianza, muy rico, impropio de un menú de diez euros, y la carne no la he podido terminar (estaba algo seca y estropajosa, ¡donde esté el zancarrón!). 

Buscando lugar para dormir en Viveiro
Al salir veo muchos chavales en un albergue juvenil; y no se me ocurre preguntar si es el albergue que me indicaron en Foz, en información; como me dijeron que era en Viveiro y todavía no he llegado… ¡La diarrea me dejó falto de reflejos! Fuera ese o no, también podía haber preguntado, por si hubiere un espacio para mí, aunque estuviese totalmente ocupado por colonias de escolares. Cuando ya estoy entrando en Viveiro, pregunto a una chica y me dice que no hay albergue allí. Se empeña en llamar a alguien que conoce que trabaja en servicios sociales del Concello. No le dan señales y me recomienda que vaya a las Hermanitas “de no se qué” o al cura, aunque será difícil localizarle. Como tema para la reflexión, me hago la siguiente pregunta: La informadora de Foz, me dio una mala información o ¿me informó bien y se refería al albergue de Celeiro, que está en el concello de Viveiro? Nunca lo sabré ¿o sí? Cuando llego a la iglesia para preguntar por el cura, veo a unas mujeres estresadas porque no les va a dar tiempo para adornar de flores y hojas las rúas por donde va a pasar la procesión; lo hacen con hierba verde y hortensias de diversos colores y delimitando los espacios con juncos. Me dicen cuál es el convento de las monjitas. Toco el timbre y estoy dentro del horario de tarde. A través del torno, me habla una voz femenina. Le explico que busco un lugar económico para dormir, y ella me responde que no me puede ofrecer techo, sólo un bocadillo. Agradezco y me voy. Me ha dicho que hay misa en el convento a las 17:30h, que vendrá a oficiarla el cura y que hable con él. Salgo a la calle; siguen adornando las calles, aquí con otro tipo de ornato y formato. Un grupo de excursionistas es acompañado a ver la gruta de la Virgen de Lourdes. Yo también me acerco, tras visitar la sacristía de la iglesia, en la que no hay nadie ¡qué poco cuidado! A las 17:20h, vuelvo a la iglesia de las monjas y entro en la sacristía. Está el cura y le explico lo que quiero; me dice que en Viveiro no hay hogar del transeúnte, que él no tiene sitio para cobijarme, que entiende mi deseo de austeridad en el viaje y me ofrece una moneda para tomar un café, al que no puede, pero le gustaría, acompañarme. Le agradezco, no le cojo la moneda y me voy (no será el único; en el Algarve, en Ponta da Piedade, otro cura me quiso dar veinte euros, como ya contaré); debo llevar una pinta penosa. Antes de salir de aquí, quiero mencionar que veo anunciado que el próximo mes de julio habrá en  Santo André de Boimente, el espectáculo de “A Rapa das Bestas” (Boimente es una parroquia de Viveiro, hacia el sur, siguiendo el río Landro).

A dormir en O Vicedo
En vista del panorama, me alejo de Viveiro y me dirijo a O Vicedo, a pesar de que ya estoy muy cansado. Mi idea de instalarme en Viveiro, buscar playa de Portonovo (por la que sigo preguntando, con ningún éxito) y comer sardinas gratis en Covas, se han ido al traste en poco rato. Por el cansancio, el camino a O Vicedo se me hará interminable. Hacer la provincia de Lugo en tres días, será lo más irracional que estoy haciendo; me gustará volver para hacer el camino más parsimoniosamente. Al inicio, al pasar el puente sobre el río Landro de salida de Viveiro, me pongo a hablar con un empresario que va mucho por el extranjero, aunque cada vez viaja menos; tiene una empresa de diseño ¿de carteles?, que funciona con diez personas; lo tienen muy bien planificado y, para el mismo trabajo, otras empresas de la competencia, necesitan entre 30 y 35 profesionales, lo que les hace menos competitivas. Se lo contaba a alguien de la competencia y no se lo podía creer. Dice que él sería incapaz de trabajar con personas con deficiencia mental. Trato de seguirle con habilidad, mostrando interés en lo que me explica y poder intercambiar con mis opiniones y decirle que es más fácil trabajar con mi colectivo que lo que parece desde fuera (salvo en algunos pocos casos) y que lo problemático viene cuando se mezclan churras con merinas, esto es, cuando incluyen algunos casos de enfermos mentales, sicóticos y sicópatas; pero se va a quedar en Covas y no podré seguir hablando. En Covas ya se está preparando la sardiñada; si me hubiera instalado en Viveiro, habría venido a disfrutarla, pero ahora me urge llegar a O Vicedo a hora prudencial y me queda todavía un buen trozo. Cuando estoy subiendo la primera cuesta, veo un letrero: Foro Comiños y pregunto a una conductora que viene de allí y me dirá que es el nombre del barrio. Al leer Foro, yo ya me he hecho mi película: un lugar de encuentro, que podía implicar cama; cuando hay necesidad, uno sueña. Después me encuentro con dos jóvenes parejas y les pregunto por Portonovo y, por lo que me dicen, creo que lo confunden con Portocelo, será la última vez que pregunte (y no voy a insistir, ahora que ya sé dónde está y hace horas que me la he pasado). El camino a O Vicedo, se me está ya volviendo penoso, pues con tanta parroquia de concello, no ponen nunca los kilómetros a destino. Cuando me llama mi amigo Martín al móvil, estoy hecho polvo, pero en la siguiente revuelta, aparece el pueblo. Cuando veo pintado en la pared de una casa un gran letrero que pone: Comidas y Camas, pregunto a una señora que me dice que hace tres años que ya no funciona como tal; desde que ella lo dejó. Me orienta hacia un hostal que está a las afueras. Cuando voy por la misma calle, veo el anuncio de Habitaciones. Me acerco y hay un cartel que me remite hacia Mesón-Bar “O Remo”. Le pregunto a una camarera y va a preguntar al jefe. Este hombre me ofrece habitación por 18€+Iva, cena por 10 y desayuno por 2. En total la factura será por 31,26€ que pagaré con Visa. En O Vicedo las fiestas patronales son como en Oiartzun, por ser el patrón también San Esteban. Es zona de castros. Me echan el sello en la credencial con el nombre de O Remo, es el tipo de sellos que no les gusta ver en Santiago, puesto que no es ni de albergues, ni de iglesias, ni de ayuntamientos (o concellos). En el sello, hay un dibujo de un salvavidas circunvalando un ancla y, al exterior, dos remos (hoy he remado mucho y me merezco el salvavidas). Me pide el DNI y me acompaña con la llave; es la habitación 04, en la entrada del portal y con buen aspecto. Me ducho, organizo un poco todo y voy a llamar a mi yerno Josu y a mi amigo Martín, pues le quiero dar otra imagen de la conclusión que haya podido sacar en mi respuesta a su llamada al móvil de hace un rato. En casa de mi otra hija, Vera y mi otro yerno, Mikel, no me cogen el teléfono. Ceno sopa de cocido, que tomo a gusto, y cuando llego a los calamares (enteros rebozados y fritos), no puedo comer ni la mitad; el exceso de cansancio me ha vuelto inapetente y ni con el vino con gaseosa (que hacía siglos que no bebía) los puedo pasar. Creo que la gaseosa ha contribuido a mi pérdida de apetito. Me voy a dormir y descanso bastante bien. Me levanto dos veces a orinar y ¡por fin!, defecaré consistentemente. He lavado camiseta y calzoncillo y puesto a secar como puedo dentro de la habitación.
Aprendizajes del día: Que no debo andar tanto y con tanta incertidumbre (un poco es suficiente); la experiencia de dormir en un apeadero de tren, no ha estado mal, sobre todo en un lugar tan solitario como Madeiro (distinto hubiera sido en estación más urbana). San Cibrao me ha gustado con su solución de playas. Mi relación con la Iglesia ha sido también curiosa y me he perdido un bocata y un café, pero sin conseguir lo que quería: techo para dormir. Las circunstancias han hecho que Viveiro no me gustara, pero posiblemente tenga interés ¡habrá que volver! También a O Vicedo, llegar con tiempo, ir a la playa Caolín que allí ni pregunté, pero que la tengo localizada en mi libro y está a continuación de las dos pequeñas de O Vicedo, hacia punta Congreira. Siento no poder informar de estas dos playas: Portonovo y Caolín, pero sobre el papel, parecen interesantes ¡que lo digan los nudistas que las conozcan!

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