viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 43: San Xusto-Noia

43ª Etapa. 07 de julio de 2006. Viernes. San Fermín y cumple de Isa.
San Xusto, Urdilde, Ames, Santiago de Compostela (autobús de regreso), Noia.

He dormido la mejor noche desde que duermo en exterior con esterilla y saco. De madrugada, me pegaba algo de aire en la nariz; ha refrescado, pero no he sentido frío. Me levanto a orinar y lo hago desde el banco y en dirección al río, pero sin llegar a él (no consigo un arco tan potente), asomando justamente el pajarito de entre la cremallera del saco.  A las 5:30h, cuando me levanto, lo hago hacia el otro lado; sobre la mesa, hago la bicicleta en bolas (una especie de don Quijote en la cueva de Montesinos) y me visto completo, añadiendo a mi ropa habitual, la camiseta de manga larga que hace las veces de jersey veraniego y, encima, la chamarra de Mikel. Saco foto del amanecer, y ni siquiera me asomo a la cascada, pues es muy temprano. A las 5:50h ya estoy en marcha y a las 6:00h está entrando la última trabajadora al obradoiro do empregu (todo mujeres) y me dará pena no haber pedido allí que me sellaran la credencial con fecha de ayer y, así, haber tenido un recuerdo de San Xusto. Hoy, al estar en interior, está claro que va a ser día sin playa. Para las 6:20h, el sol empieza a iluminarme el rostro pues, como voy hacia el Este, lo tendré casi todo el tiempo de frente y tardaré en encontrar un lugar para desayunar. Tampoco creo que vea el primer encierro de los sanfermines. Al llegar a Urdilde, me encuentro con varias alternativas para desayunar, pero elijo el hotel, pensando en que me puedan sellar la credencial, y acierto. En el sello pondrá Hostal restaurante Marinovo S.L. 15281 Urdilde-Rois y el teléfono no lo puedo leer porque todo está muy bajo de tono de tintado; como no tengo sello de ayer, le pongo esa fecha. Como croissant y tarta de Santiago, para hacer boca, que, junto al descafeinado con leche, me costará 3,50€, un buen precio. Mientras desayuno oigo la Cope y dan ganas de vomitar por la mierda de valores que pregona. Me parece asquerosa su actitud ante una posibilidad de negociación de paz; se ve que se sienten más fuertes si estamos en guerra continua, están deseosos de que no pare y pagarían porque Eta se perpetuara por toda la eternidad; Eta es el caldo de cultivo de su ideología y la organización juega el juego de tontos útiles, que nunca conseguirán nada por la fuerza, perjudican a nuestro pueblo y, encima, se erigen en salvadores de la patria vasca. Para la Cope, lo que hacen en la radio, es crear opinión ¡qué fatuos!, para ello, tendrían que respetar un diálogo, que permitiera la posibilidad de ceder por las dos partes; es necesario que ambos bandos reconozcan sus errores y se pidan perdón mutuamente; en los inicios, el conflicto es político y hay que reconocerlo; con la llegada de la democracia el franquismo no desapareció, y muchos de los franquistas siguen detentando el poder ¡esa es la mierda de herencia que nos legó Franco! Debemos profundizar en la democracia y tener la certeza de que la democracia la hacemos entre todos, no es algo impuesto desde el poder (sea de izquierdas o de derechas). Y tras el mea culpa, el perdón. Con la Cope (y no sólo la Cope), su inmovilismo, y su forma tan manida de hacer perennes las formas consagradas, no avanzaremos nunca. Me encantaría que Zapatero y su gobierno, con ayuda de intermediarios acreditados, consiguieran poner fin a la guerra de Eta, que el grupo de Batasuna abjurara de ella y reconocieran que la vida es más importante que la ideología y empezáramos un tiempo para una democracia más participativa, en que la ciudadanía fuera el punto base de la política del país; ¡ojalá se consiga! Faltando 12 km para Santiago, me ha llamado el secretario del Foro Ciudadano Irunés, pues tenemos reunión con el alcalde de Irun ¡que presente mis excusas a José Antonio Santano! Sigo adelante y me encuentro con una mujer que viene cargada con volumen similar al mío aunque, parece, con menos peso, con un atadillo de hojas de berza, para alimentar a sus animales ¿sus gallinas?; estamos en Gundía del concello de Brión y me hace reflexionar otra vez a cerca de mi teoría sobre el esfuerzo, diferenciando el que se hace por necesidad (dar de comer a sus animales, en el caso de la mujer) y el que se hace por diversión (mi caso) y comparando con el que se veían obligados a hacer nuestros antepasados (ejemplo, la leña que mi tío Ramón bajaba de Urbasa). Por fin, llegaré a Santiago.

Veré un edificio al fondo, después de los hospitales, con una especie de cúpula y cimborrio, como si fuera una iglesia moderna; un señor me dice que es un hospital, pero cuando me acerco, veo que pone GH ¿será el Galicia Hilton? Nadie me niega ni me confirma. Justo antes de este edificio, hay seis (dos sin terminar) cuya estructura y forma me parecen curiosas y fotografío para mi yerno arquitecto, Mikel.

Por fin, llego a la catedral y pregunto donde se presentan las credenciales para sellado y obtener la Compostela y me indican el edificio; subo al primer piso y explico cómo estoy haciendo el recorrido por la costa y la razón por la que los últimos sellos, desde Ribadeo, no son de albergues del camino oficial y cómo se complementan con los de Neda y Miño, del Camino Inglés y, añado, “me dijo mi primo Rober que, si quería que me dieran la Compostela en latín, que dijera que lo estoy haciendo por motivos religiosos, pero lo estoy haciendo por motivos culturales”, me escucha y me da la Compostela en latín, esa especie de diploma que acredita que se ha culminado en Santiago la peregrinación. Pero yo no he culminado nada, puesto que mañana continuaré el camino por las rías Baixas hasta Portugal. Con fecha 7 de julio 2006, me pondrán tres sellos, dos en la primera página de las dos credenciales, la que se completó y la que comencé en La Coruña (según reza el sello de la cafetería San Diego) y el tercero en el hueco siguiente a la última de esta mañana: Oficina de la Peregrinación S.A.M.I. Catedral Santiago. A la chica que me ha atendido, le ha parecido muy original mi viaje “casi seguro que es único”, me dirá.

Salgo de allí y me dirijo al palacio del obispo Gelmirez, y me mandan a la puerta de al lado. Saco la entrada (8€ con rebaja por haber hecho el camino) para subir a las Cubiertas de la Catedral, que gestiona el Cabildo Compostelano, dejo la mochila y visito un trozo del palacio, ya que faltan diez minutos para que comience la visita guiada del grupo de la una. Espero con dos chicas, y vamos subiendo al salón de festejos con sus ménsulas decoradas con músicos y empleados de cocina y comedor, con comidas muy actuales: queso, empanada, sopa, vino. Vamos subiendo al coro de la iglesia y obtenemos una visión de la nave de la catedral menos espectacular que si la viéramos desde abajo; vista desde arriba, parece más pequeña.

El botafumeiro está parado en el centro y no nos podremos acercar más al santo. Nos acercamos a los gigantes y al órgano que está coronado por un Santiago matamoros montado en su corcel (en la foto sale oscuro, pero seguro que era el caballo blanco de Santiago; ¿de qué color era?) La guía habla de las tres o cuatro imágenes que hay y de la capilla dedicada exclusivamente al tema. Yo saco a relucir el tema polémico, el disgusto de los “moros” por este Santiago que los destruye; y una mujer dice que “¡encima!”, “¡que por ellos, tengamos que renunciar a nuestra historia!” Me parece que esta respuesta pudiera ser otro éxito del lavado de cerebro de la Cope. Digo que no se trata de eliminar nuestra historia, sino de analizar lo que de real o falso haya en ella y, ahora que tenemos inmigrantes árabes que nos invitan a reflexionar sobre algo que siempre hemos tenido por tradición, no debemos desaprovechar la oportunidad. Si ellos vienen en búsqueda de trabajo (todavía la crisis laboral no estaba en su momento álgido), sanean nuestra economía y aportan a la seguridad social, sería bueno que cuestionáramos algo que no ayuda a la convivencia. Santiago batallador de los moros no aporta nada, en un ámbito de entendimiento interreligioso e intercultural.


Subimos a las cubiertas y se comprueba que se puede andar muy bien sobre ellas (mejor que en el Duomo de Milán). Desde allí, vemos de cerca las torres de la fachada que dan a la plaza del Obradoiro, vistas desde atrás y el espacio central con el santo vestido de peregrino;

también vemos la casa del Cabildo, lo que era el cementerio, la Quintana de muertos y la escalinata, la Quintana de vivos. San Paio de Antealtares, convento de Monjas de Clausura y el Monasterio de San Martín Pinarro (actual seminario de la diócesis con menos aspirantes a cura: el último año cantaron misa dos). Aquí hay más monjas porque las han concentrado. Vemos la cruz de los farrapos, que está sobre el lugar donde antiguamente los peregrinos quemaban sus harapos inservibles, y encima de la tumba del apóstol.

Tanto el cubículo donde se quemaban los harapos, como el botafumeiro, son símbolos de espiritualidad y también de limpieza material, ya que trataban de evitar los malos olores o, al menos, trataban de camuflarlos.

También vemos desde arriba el claustro y cómo, con los muros exteriores, encubrieron una iglesia que es parroquia zonal y en la que se pueden y suelen celebrar bodas (lo que no puede hacerse en la Catedral).


 También desde arriba se pueden apreciar las capillas absidiales que, desde el exterior, también permanecen ocultas. Se ven muy bien y son muy bonitas.






Bajamos, tras recibir tanta explicación, digo que me ha gustado el recorrido que hemos hecho y me voy a coger la mochila.


Con el plano que me han dado con las credenciales, no sé cómo salir hacia la estación de autobuses, y pregunto. Alguien me mandará hacia el lado contrario al que quiero ir, intuyo y consigo enderezar. Llego a un puente en el que vuelvo a dudar de la dirección: uno me manda hacia un lado y otro que hacia el contrario y, en ese momento, llega un tercero que también va en dirección a la estación de autobuses y me voy con él. Es de Gijón y se le ha “changao” el coche y tendrá que volver por él dentro de una semana. Hablamos del camino, de las playas nudistas y no nudistas de Asturias y llegamos a la estación. Él va a tomar café y yo a coger billete y esperaré comiendo tomate, melocotón y plátano. Cuando abren la taquilla y saco el billete (2,95€); bajo, y aunque va a ser la hora, el autobús no está; saldremos con 2 o 3 minutos de retraso. Una joven llegará con el bus saliendo. En la primera parada un brasileiro se sienta a mi lado; todos los días, para ir a trabajar, pasa por delante de la Catedral. Le hablo del camino y parece entender, pero no entiende; al cabo de un rato me dirá “¿andando?” dice que él, todavía no está tan loco. Veo al pasar el lugar donde he desayunado y, después, San Xusto. Pregunto al chofer dónde para y me dirá que cerca del Concello, así que sin problemas para localizar O Zapateiro y Ribeiro. Al llegar a la plaza del Concello el bus, me bajo y una joven que va delante me dirá cual es el concello y yo le responderé que ya sé, que ayer estuve aquí y es una escusa para ponernos a hablar del camino. Al bajar del bus  cojo la mochila y me despido del brasileiro y me voy hablando con la chica; le gusta verme disfrutar con el camino y se alegra con mi entusiasmo. Le doy un beso y me voy a O Zapateiro. Nuevo agradecimiento, le pido sello para el recuerdo en la credencial, pero no tiene ¡qué pena! Me despido de nuevo y entro en el bar Ribeiro, y tampoco tienen sello. Como jamón y dos tacitas de ribeiro y casi me sale regalado (1,80€) “¡por eso, no vamos a salir de pobres!” me dirá. Le hago partícipe de algo de mi diario y le pido alguna aclaración. Quiero partir hacia Porto do Son y, aunque he llegado hacia las 17:00h, ya son las ocho de la tarde, así que sigo enganchado a Noia. Ha sido un lugar importante en mi camino, antes y después de Santiago. Será mejor que trate de buscar alojamiento. La mujer, dueña del bar, que tiene un niño de dos años, al que lleva a una especie de guardería infantil, y que atiende el bar por la tarde, mientras su marido lo atiende por la mañana y al anochecer, me orienta hacia un hostal que está al lado, en la rotonda. Lo localizo y pregunto y la que lo regenta me dice que lo tiene completo y que suele cobrar 30€ y me manda a otros dos que están en una calle al final de la plaza que está en obras. En el Elisardo me piden 24€ y voy al otro que, con baño fuera de la habitación, me pide 25€. Regreso al primero y lo apalabro. Primero tengo que volver por la mochila al Ribeiro y “¿le dejo alguna señal?”; “¡Usted vaya!”, me dirá. Es una mujer que lleva audífono y pide que le hable alto pero, a la vez, observo que hace labiolectura y le hablo despacio. Me despido definitivamente de la dueña del Ribeiro y ya con la mochila de nuevo, le digo al zapatero que me he enamorado de Noia y que me quedo a dormir. Despedida definitiva también. En el Elisardo, me temía que el baño estuviera también fuera de la habitación, pero no, está dentro y la ducha es con asiento y la cama es de matrimonio; dejo el carnet y me dan la llave 34 (3º 1ª puerta). Está muy bien. Me ducho y masajeo los pies con aloe-vera; el meñique derecho lo tengo dolorido por debajo y me pongo una tirita. Me sellan la credencial, puesto que quiero tener un sello de Noia, ya que es el lugar en que más tiempo he estado: Hotel-Restaurante Elisardo. Costa do Ferrador, 15 15200 Noia. 981820130. Salgo en busca del Alborés y no tienen nada de comida energética, así que, como tampoco tienen empanada de berberecho y millo, que me dijeron era su especialidad, porque no es la época, se me olvida la recomendación que me habían hecho de su buen bacalao y me mandan a una pizzería. Me resisto a ir a Italia; así que veo la carta del Mesón Saura, me atrae más y entro. Sopa de fideo, pulpo (que en Alborés era por 12€ y aquí por 8,50€; habría que comparar las raciones y la calidad), arroz con leche y ½ de ribeiro. La madre prepara y el hijo sirve; luego vendrá a ayudar el otro hermano, que tiene un rifi-rafe con la madre. Mientras ceno hay también otra pareja que terminará antes y se irá. En una mesa contigua  sacan una gran fuente de abadejo con cabezas para nadie (no hay nadie en la mesa); se lo comento al camarero y me dirá que está prohibido sacar las cabezas a la mesa, pero al cliente le gustan y exige que se las pongan en la fuente. Después se sentarán Pedro y María. Se lo comen y viene otro chico al que ella abraza; se va con él por detrás y Pedro por el otro lado. Pago 17,80€ y me voy. Cuando me estoy yendo, el camarero dice a Pedro que soy peregrino. Pasando por una joyería-relogería, se apaga la luz y, del bar anterior, sale un ¡Aahh!; vuelvo en el momento que sale el dueño del bar y le digo que ha sido apagón zonal y, a renglón seguido, vuelve la luz y empiezo a hablar con Pedro, que venía detrás. Hablo del camino, de las gentes de Noia (O Zapateiro y Ribeiro) y me invita a O Rosa de Noia el bar que regente su “novia” (en realidad, sólo tontean) María y me invitan a un aguardiente. Los dos están separados, él sin hijos y ella con dos. Les hace gracia cuando les cuento la historia de Armonía e Isidoro, quizás algo de envidia; también se ríen cuando les cuento mi aventura nocturna de Razo; voy acopiando muchas historias que contar y sólo llevo 43 días. Cuando vaya a Ons tengo que decir al farero que conozco a María de O Rosa de Noia (de la familia de Ces). No esteré con el farero, ni en el faro, y lo olvidaré ¡Mil perdones, María! Mientras escribo en su libro de visitas, me sacan otra copa de oruxo y la dejo sin tocar (no quiero llegar al hotel bolinga). Llego al Elisardo; dos chicos atienden el restaurante que todavía está concurrido; son las 23:45h Saludo, subo y me acuesto.
Balance del día: La carretera Noia-Santiago tiene demasiada circulación, aunque menos a primera hora y es desagradable; menos mal que tiene amplio arcén y que el regreso a Noia lo he hecho en autobús. Creo que estoy contento no tanto por haber llegado a Santiago, como por el hecho de haberme quitado tal preocupación y ya tener en mi poder la Compostela, los sellos en las credenciales y volver a recuperar la costa. También me alegro por haber subido a las cubiertas de la catedral; y muy contento con la gente con la que he contactado en Noia y con el pueblo ¡me ha gustado!
Y con oruxo, que no patxaran, termino el día de San Fermín.

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