viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 46: Palmeira-Padrón

46ª Etapa. 10 de julio de 2006. Lunes.
Palmeira (playa de Corna), playa da Illa, playa de Niñeiriños, A Pobra do Caramiñal, Boiro, Padrón.

Me despierto a las 6:30h y, como ya he dicho, veo pasar un zorro por la orilla; en realidad no veo más que su forma en la penumbra matutina. Me levanto, cago y me sumerjo en el mar. Después del pequeño susto de Asturias, mis deposiciones han seguido siendo consistentes, en general. Corro un poco para secarme, ya que todavía el sol brilla por su ausencia y, mientras, las pulgas de mar me saltan por los pies y terminaré de secarme paseando y, finalmente, con el pareo.


Para las 7:00h ya tengo todo recogido y estoy en marcha por los senderos que van por entre los setos de encima de la playa; nunca había visto tanto conejo corriendo por el campo; andan entre la playa y el campo; también en la orilla, junto a unas rocas y al pie de un pino, he visto una ardilla.

Dos estonas encantadoras:
Sentadas en la siguiente playa, creo que da Illa, me encuentro a Maarja y Marit, dos estonas de Tartu (la segunda población en importancia después de Tallín); hablamos de mi camino y de ellas. Son estudiantes de Fisioterapia (Maarja) y de Filología Inglesa (Marit); ésta es la que mejor habla castellano y la más guapa. Hablamos de los vascos, de nacionalismo, de ciudadanía mundial y, con el mapa, les digo cosas que he visto y que me han gustado más. Ellas hicieron Fisterra-Santiago en etapas de 30 km al día y acabaron muy cansadas. Su trabajo es en hostelería: de camareras y están contentas, ya que con el trato en la barra y con los clientes, aprovechan para practicar castellano. Marit lo habla muy bien y su amiga acaba de llegar, así que justamente dice unas palabras. Cuando vuelvan a su país, después del verano, seguirán con sus estudios. Me despido deseándoles que todo les vaya bien y ellas deseándome que termine bien el viaje. Cojo el paseo marítimo, del que me habían informado, pero se pierde antes de llegar a A Pobra do Caramiñal. Doy con la playa de Niñeiriños, no señalizada, sucia y sin duchas; tiene buen acceso por senda ancha, entre retamas y árboles y me doy el segundo baño a las 8:30h. Dos hombres, por un camino que me va alejando de Pobra, me asegurarán que, la que he estado, es la playa que buscaba. Si siempre está así de sucia, yo no la recomendaría; una pena, siendo la última playa nudista de A Coruña, en la ría de Arousa. Al mismo hombre me dice que es de Padrón y le pregunto si hay formas distintas de comer los afamados pimientos y me dirá que, la mejor, es sin rabo y con cebolla, pero que será difícil que los pueda probar, ya que nadie los prepara así ahora ¡ya se verá! Por carretera un vehículo FCN. Al entrar en A Pobra, cojo el paseo marítimo y me encuentro con tres mujeres que me indican A Artesa para desayunar y hacia allí voy; hace demasiado calor; desayuno por 2,50€ escribo y, dos de las mujeres que me han informado, llegan a desayunar y piden ventilador y la empleada “¡dale con que es mejor la sauna!” una dice que, en condiciones de sauna, sí es mejor y a mí me dice que en invierno será más agradable que en verano. Otra dirá que es claustrofóbica y que le falta el aire en lugares cerrados. Cuando termino de escribir el diario, me voy al concello, pero está en obras, así que subo al primer piso y, en Cultura, que no está ocupado por Cultura, una chica me echa el sello en la credencial: Concello da Pobra do Caramiñal. Alcaldía y el escudo del pueblo, ovalado y partido en cuatro con distintas imágenes. Le ponen fecha de ayer.

 Salgo y un policía local me saca una foto con una estatua muy graciosa de Don Ramón María del Valle-Inclán, muy admirado en mi juventud y que, allí mismo, en Puebra, tiene un museo en un pequeño edificio, de proporciones graciosas también, que no fotografío y tampoco entro ¿qué contendrá? Debieran hacer una muestra representativa de sus esperpentos.


Dejo A Pobra do Caramiñal y me dirijo a Boiro. Cuando llego, pregunto qué tal fue la fiesta del mejillón que se iba a celebrar en el puerto de Cabo de Cruz y me dirán que tuvo mucho éxito, que vino mucha gente; alguien me dice que fue gratis, pero yo tengo entendido que tienes que comprar una fuente (alguien dice que de Sargadelos) y en ella te puedes servir los mejillones que quieras ¡habrá que volver otra vez para comprobarlo! Ni siquiera hoy pasaré por allí, ya que cogeré camino con menos vueltas y que me lleve más directo a Padrón.

Para desayunar: mariscada.
Me acerco a ver cómo, los que ya han terminado de mariscar, seleccionan las almejas y berberechos por tamaños, y bajo a la playa; Una mariscadora, que ya ha terminado de hacer su selección, cuando estoy pasando por delante de ella, se da cuenta de que tiene una almeja rota en su saquillo; la coge, la mira, creo que si no hubiera estado saboreando su helado, se la habría comido que, con helado, parece que no apetece y me la ofrece; yo sin pensármelo dos veces, la acepto, saco la navaja de mi mochila, y me la como en un santiamén y, ante ese intenso sabor a mar, se me alegra la cara de satisfacción; lástima no haber tenido un trozo de limón en el bolsillo, pero habría sido exceso de sibaritismo. Ante mi respuesta, me regalará otras dos que estaban en perfecto estado para la venta; le doy las gracias, me despido y me las voy comiendo por el camino ¡están buenísimas! Así que cuando llego donde otras mariscadoras que también han terminado y están limpiando y enjuagando los cubos en el agua de la orilla del mar, aguas poco profundas, propias de terrenos de marisqueo; una que me ve comiendo las almejas con tanto gusto, va y me da tres más; así que en poco rato, de bóbilis bóbilis, me comí media docenas de almejas, recién capturadas de entre el barro y sin pasar ningún proceso de depuración. Estas tres últimas están más grasientas y gordas, pero tenían menos finura que las primeras y son más negras en su caparazón exterior. ¡Muchísimas gracias!

Son estas playas poco aptas para el baño, ya que te metes hacia adentro y nunca acaba de cubrirte el agua, como pasaba en la de Testal en Noia; además el área de arena seca es mínima y con mucho tramo de húmeda y siguiendo hacia el final de la playa, en un lugar en que podría desnudarme sin herir a suspicaces, está todo lleno de algas o, al menos, de lejos, se ve todo muy verde. Como en el paseo marítimo hay duchas y ya estoy en zona poco poblada y además las duchas ya se están acabando; me cercioro de que más adelante no encontraré mas, pregunto a dos mujeres que conversan en un banco y les digo si no tienen inconveniente en que me duche allí, así pues, con su beneplácito, me desnudo, me ducho y me voy al borde de la playa para secarme al sol; extiendo la camiseta empapada para que se seque y, cuando me voy a ir, llega con un gran maletón un chico que dice que me vio por las playas de Corrubedo con la mochila. Nos ponemos a charlar en el idioma chapurreau que la intuición nos da a entender; él ha dormido en cama pero tiene sueño y se acomoda con su saco bajo un pino, en primera línea de playa. Me saca un atlas en ruso y resulta que Alexander es croata de Zagrev. No sé que pinta aquí; pareciera que está de vacaciones económicas; me despido de él y de las señoras del banco y me voy en dirección a Cespón, saltando por interior las dos penínsulas de A Pesqueira y Abanqueiro. Hace un día muy caluroso, quizás el menos indicado para andar por interior. El mar se está acabando hacia el interior de la ría de Arousa y también voy a dejar de lado Rianxo, pues me supone demasiada vuelta para ir a Padrón. Así que en un acercamiento de la carretera al mar, una chica me aconseja que, si no tengo deseo de ir a Rianxo, que retroceda hasta unas escuelas y que baje todo recto; así lo hago y me encuentro con una playa bastante asquerosa y, a duras penas, encuentro un espacio algo limpio de algas y de una especie similar al moco de rana; allí me refresco en una inmersión sin nadar. Creo que la zona era por Ponte Beluso y el Atracadero de Pozas, pero podría ser más entre Cespón y Comba; zona como para olvidar, por las muchas algas flotantes poco agradables. Me seco y me voy; al pasar, no estará la chica. Llego a Taragoña, que me sirve para decirme a mí mismo y bajito para que nadie lo oiga: “Barceloña, Taragoña, Lérida y Geroña” canturreando. Han estado en fiestas, cosa que me está ocurriendo mucho y acontecerá en esta época del año.

Un baño refrescante en el río:
Para cuando llego al concello de Dodro, pero no sé en qué parroquia, estoy tan asfixiado y todavía faltan entre 14 y 16 kilómetros a Padrón que, cuando veo a un chaval en bicicleta y mochila, le pregunto si va a la piscina y me responde: “no, al río”; “¿me dices por dónde se va?”, le pregunto; “Pues, vienes con nosotros”, me dirán; pero son las 16:30h y ellos tienen intención de ir a las 17:00h. Otro mayor, ya en el bar, me dirá por donde me debo dirigir “sin bañador”, le digo y, me contesta: “¿y qué?, ¿da lo mismo?”. Así que, sin estar muy claro el lugar donde voy, hacia allí me dirijo y, preguntando, llegaré; cuando dudo, vuelvo a preguntar y, los últimos, me indican hasta llegar. Una vez allí, en el río, una mujer de mediana edad y otra más joven, meten al perro en el agua, al menos, intentan meterlo y cuando se me acerca el chucho me deja el pantalón lleno de pelos. Cuando se van, me meto en una pequeña poza: ¡qué fresquita!, ¡qué delicia! Cuando me estoy secando, llegan los chavales y me dicen que la poza buena está un poco más arriba. Me visto y subo con ellos y, efectivamente, en esta segunda se está muchísimo mejor, con más amplitud y hasta permite que me tumbe a hacer la plancha, moviendo piernas y brazos. Desde la orilla veo cómo dos truchas pelean entre sí; los chavales también las observan y se van a jugar al futbol. Ya no les veré más. Me seco, visto y, ya refrescado, me iré. No he podido saber si el río donde me he bañado es un afluente del Té u otro. Hoy ya estoy cansado, con sueño y con calor, y aún me queda la parte más dura del día. Estos caminos por el interior son matadores; y todo viene derivado de querer ir a Padrón y hacer los cuatro albergues del Camino Portugués. Cuando ha terminado la ría de Arousa, que no he podido ver por no haber ido por Rianxo y su costa; el río Ulla hace la separación natural de las provincias de A Coruña y Pontevedra; así que mañana comenzaré la última provincia galega, que se complementará con dos salidas a Portugal: Valença do Minho y Caminha. Al pasar por un huerto, robo una manzana y un kiwi, pero están demasiado verdes y los malcomo; con frutos secos y pasas iré maltirando. Cuando llego al kilómetro 0 de la carretera que llevo, aún quedarán 2 km para llegar y, además, es salida de autovía, que lleva a Pontecesures y la que me lleva a Padrón, no tiene arcén. Un chico me dice que el albergue está después de pasado el puente. En un cruce hay un municipal que regula el tráfico; como casi todos, se preocupa de evitar o reducir los atascos del tráfico; el peatón “se la suda” (son experiencias que también vivo en mi ciudad); como estoy harto de ver pasar coches y que a mí no me dé paso, en un tramo en que no viene ningún coche de ese lado, cruzo hasta mitad de la carretera, y el policía municipal se cabrea conmigo y, cuando cruzo, pregunto a su compañera: “¿Dónde está el albergue?”, y me responde que después de pasar el puente, que ya está próximo. Así que llego al puente, enfrente está la iglesia y, junto a ella, el albergue.

Cena peregrina:
Los peregrinos me ven llegar desfallecido y me mandan acomodarme, descansar y ducharme mientras ellos preparan la “sopa de peregrino”, se ve que hay expertos del camino que mantienen las buenas costumbres; los ingredientes de la sopa serán: pan, chorizo, ajo, aceite y sal. El que lleva la voz cantante será Luis, peregrino de Portugalete, y también colaboran una española casada en Italia con uno de allí, que también ayuda, un brasileño y yo, que solo ayudaré a comer (¡qué jeta!) y a fregar (¡menos mal!). Luego llegarán en bici dos portugueses, chica y chico, que también aportarán. Dejo el peso junto a la cama que elijo y la ducha me relaja; cuando vuelvo a la cocina y quiero pagar mi parte, es tan insignificante el gasto que no me quieren cobrar y es entonces cuando me comprometo a fregar. Llega la mujer del italiano, variopinta ciudadana del mundo, nacida en Barcelona, de padres soriano uno y de otra comunidad autónoma la otra, o viceversa, que es lo mismo; vienen de Portugal, haciendo el camino portugués. También la pareja de portugueses jóvenes que han llegado más tarde que yo, participan de la cena hecha para todos y aportan unos choricitos, que colocan en una especie de barca de cerámica, a la que echan alcohol y prenden fuego; no sé si el chorizo se destroza al percibir el calor, o él lo abre en canal para que se ase bien, pero el caso es que está muy bueno. La sopa tardará en hervir y los ajos quedarán muy enteros, así que me los comeré mejor casi crudos, en tiritas. Repetiré sopa hasta tres veces, pues no queremos que sobre. La cena de los siete se hace en buena armonía y cada cual cuenta sus historias. La voz cantante la lleva Luis, no en vano es el más experimentado de los caminantes y experto en estas lides culinarias y que aprecia el aspecto solidario del camino que, de vez en cuando, conviene recuperar. Es en el único albergue en que he visto esta entente comunitaria; en el resto cada uno iba a su aire. Yo, a pesar de que soy el que va más a su aire, no me interesa su orientación religiosa, pero aprecio esta cena comunitaria y su vertiente espiritual. Mientras friego, llegarán un chico y dos chicas más; la tercera, creo, en solitario. Lo único que oí de la pareja fue una llamada de móvil con un padre al otro lado bastante sordo y una hermana que ¿lloraba? Todo conjeturas de lo que oía, de lo que luego decía él, y al ponerse ella al habla. Me pareció una conversación caótica. Me acuesto y me duermo enseguida; tenía verdadera necesidad de coger una cama mullida. Luis dormirá a mi lado. Lleva sólo tres kilos de equipaje en una bolsita ¡Qué bien organizado! Aprenderé de él, pero no conseguiré reducir tanto el equipaje. Cuando he querido sacar foto del lugar, ya estaba bastante oscurecido y mañana me olvidaré; así que ni foto, ni sello en la credencial. Como decía en Noia, por aquí se ven leyendas de que los restos de Santiago llegaron por la ría de Arousa y el río Ulla a Iria Flavia, al norte de Padrón. De este albergue de Padrón hasta Santiago, hay 22 km., así que hubiera sido más lógico entrar por aquí, y habría andado menos kilómetros por interior, pero ya no hay vuelta de hoja. El hecho de no sacar foto, ni tener sello en la credencial, ¿se puede tomar como una reacción frente a la creencia de que entraron por Noia, por donde yo fui?
El día ha sido muy completo, desde el despertar zoológico con zorro en Palmeira, los conejos y la ardilla, el bonito encuentro con las dos estonias, el más bonito y nutritivo con las mariscadoras de Boiro y sus sabrosas almejas ¡cómo me puse!; el más hierático con la divertida estatua de Valle-Inclán; el rico y refrescante baño en el río con truchas peleonas; la rica cena comunitaria en el albergue de Padrón ¡gracias Luis!

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