viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 45: Xuño-Palmeira

45ª Etapa. 09 de julio de 2006. Domingo.
Xuño, playa de Espiñeirido, playa Balieiros, Corrubedo (Parque natural, Complexo dunar e Lagoas de Carregal e Vixán), playa Do Vilar, Santa Uxía de Ribeira, Palmeira.

Me levanto poco después de las 6:30h y me voy con todos los bártulos a vestirme a los lavabos. Cago, me afeito, lavo y visto y, visto y no visto, recojo todo y para las 7:00h ya estoy en marcha. La puerta corredera de entrada-salida del Camping se abre bien y la vuelvo a dejar cerrada.


En el camino hacia playa Espiñeirido, me encuentro con un señor que a las 7:30h va a la peluquería; como voy más rápido que él, me invita a que siga solo; normalmente hubiera parado el pistón y me habría adecuado a su velocidad, pero era hombre con poca conversación, así que sigo adelante. He pasado Serans sin haber visto el nombre del pueblo.


Finalmente llegaré a Espiñeirido y no habrá indicación de playa; me acerco a la duna y saco foto de derecha a izquierda, es decir, hacia el sur. Se trata de una playa abierta, pero la ola rompe pequeña, aunque tiene la misma orientación oeste que las de ayer. Parece buena playa y en sus terminaciones tiene rocas y dunas por la parte de tierra, la entrada al agua, también parece buena, pero es temprano y aún no me apetece el baño y prefiero ir a desayunar. Son las 8:45h y vengo por carretera menor desde Xuño y llega el momento de salir a la general. En un cruce sin indicación, me paro para decidir qué dirección tomo y llega una patrulla de la Guardia Civil y pregunto; la respuesta será: “A izquierda dunas y, a derecha, el pueblo, puerto y faro.” Suficiente. Ahora ya sé que la famosa duna móvil de Corrubedo, una de las más importantes de la península (otra será la de Bolonia en Zahara de los Atunes, que conoceré en 2008 y la de Cabo de Gata), está en un lugar al que ahora no iré, pero la veré desde la playa. De momento me dirijo hacia Corrubedo pueblo, pues quiero desayunar; un señor me indica unos bares, pero prefiero acercarme al puerto y acabaré en el mejor, el Ferruxe, que tiene arena en el suelo, pero protegida por cristal, con el mismo sistema o similar al que en el Archivo municipal de Irun, se protege un mosaico hecho con cantos rodados. Descafeinado con leche y dos croissants (3,30€); lo tomo en la terraza a la vez que hablo con dos vecinos jóvenes, que quieren revisitar el País Vasco; y un señor muy culto, con lenguaje elevado apropiado. A un caminante sin peso y con bastón le diré: “¡qué envidia, sin peso!” Escribo el diario y, cuando lo pongo al día, me encamino hacia Balieiros (que está entre Corrubedo y Olveira) playa nudista también que está siguiendo de Espiñeirido hacia el cabo y con similar orientación. La veo de lejos, al pasar, y parece que tampoco hay nadie.


 Me dirijo hacia el faro de Corrubedo, que está en el cabo del mismo nombre. A las 10:45h llego al faro; quiero hacer una foto bonita, pero finalmente haré una con cartel. Al pasar mirando hacia Balieiros, he visto mi segundo zorro del viaje (en Noja vi el primero y mañana, al amanecer, veré el tercero, en Palmeiras) y éste, de nuevo, no me dará tiempo a retratarlo… y eso que se para, me mira, antes de irse definitivamente, y se mete entre la maleza.
En el faro están cuatro cicloturistas y ninguno me sabe decir el significado de Balieiros: uno dice que es topónimo de lugar y yo estoy convencido, después de Camelle, que pueda ser el equivalente al castellano: balleneros, pues en euskera, ballena es balea; pera nadie me lo puede confirmar (¡qué preocupación!, ¡no sé si podré dormir esta noche!).

Cuando regreso del faro, pregunto si se hace nudismo a un hombre que viene de aquella playa; me dice que en Balieiros se hace nudismo, pero que, aunque no se hiciera, es tan diversa que se puede estar desnudo sin problemas. Está bien señalizada pero tiene rocas en la entrada al mar a todo lo largo de la orilla, aunque hay intersticios que permiten la entrada sin dejar de pisar arena y dependiendo de la marea; lo peor suele ser cuando el mar está bravo; con todo, es tranquila y recomendable y tiene un agua translúcida; es mejor ponerse en el lado norte, el más próximo a la ría de Muros y Noia, ría que estoy a punto de abandonar; dice que en ese lado hay una entrada más franca.

(Cuando escribo esto acabo de beberme una botella de ribeiro yo solito; ribeiro que nada tiene que ver con Ribeira –que es donde me la he tomado, pero no a palo seco- puesto que me dirán que la tierra del ribeiro está en Ourense; ha sido como acompañamiento de dos platazos -denominados medias raciones- de calamares y pulpo exquisitos (12,50€) y además me acaba de llamar Alex Álvarez, el presidente del Foro Ciudadano Irunés por entonces, para saber de mi vida, y le he dicho que le quiero mucho ¡y no es por hacerle la pelota, ni por el ribeiro! Le he agradecido la mochila que me dejó, a la que me he ido adaptando como si formara parte de mi piel. Después de haber visto la playa O Vilar, ya sólo me falta una playa nudista por conocer de la provincia de A Coruña y está hacia A Pobra do Caramiñal ¡A ver si la encuentro! Me gustaría dormir mañana en el albergue de Padrón, pero primero deberé dormir esta noche que, tal como estoy, dormiría en cualquier sitio; voy por el arcén con mucho cuidado de no quedarme frito de pie).

Retorno donde iba. Estando todavía en Corrubedo, pregunto a un señor “¿cuál es la característica principal de la duna?” y me dice, confirmando lo que ya sabía, que su desplazamiento, y que es comparable a la del Cabo de Gata en Almería que, muy diezmada de arena, veré también en 2008.


Saliendo al mar por zona de rocas, entraré en la inmensa playa que comienza saliendo de Corrubedo, con los nombres de Ladeira y Ferreira, coincidentes en paralelo y en zona interior con la duna móvil: As dunas.



Luego, con alguna dificultad, tengo que cruzar el río do Mar, que viene de la laguna de Corregal y que ya me han advertido los socorristas que pase antes de que suba la marea y paso a la larguísima playa do Vilar que, según zonas, recibe nombres diversos: Pozas, Lagoa o Vixán.

Hoy estaban tres socorristas, me supongo que por ser fin de semana y a la chica le pillo poniéndose los pantalones ¡qué misterio! Me voy corriendo antes de que suba la marea y, cuando llego al río, me encuentro con otros dos socorristas que me dicen que todavía puedo pasar por el principio y, como en ese momento, un paseante cruza por donde yo estoy, aunque va sin mochila, yo le sigo los pasos. Empiezo a hablar con él, pero enseguida se encontrará con ¿su mujer? Justamente le ha dado tiempo para decirme el nombre de las playas por zonas. Antes he sacado foto a unas rocas ciclópeas de la playa

y, ahora, subo a la duna consolidada, que abarca toda la parte de tierra de la playa do Vilar, y cuyo acceso está no recomendado, y saco una foto secuencial, con la duna móvil al inicio.


Aunque creo que estoy llegando a la zona, no veo gente desnuda; pero al fin aparecerán los nudistas. La zona en que más nudismo se practica de la playa do Vilar es una próxima a rocas en que la mayoría estaremos desnudos, los accesos al agua son magníficos y es playa que recomiendo vivamente. No sé cómo es el acceso por tierra, posiblemente no se pueda ir con coche, puesto que está en espacio del parque natural. Desde Corrubedo hasta Vixán, me parece que es mayor que la de Carnota con Caldebarcos incluida, o muy similar. El que sepa las dimensiones de ambos conjuntos, que lo diga.


Veo mucha gente paseando por la orilla, aunque en proporción a la distancia y al tamaño de la playa, este número de paseantes sea insignificante. En zona junto a las rocas hay dos parejas, una de ellas, la chica está en braga, y decido aproximarme a esta última. Dejo las cosas, me desnudo, me doy un baño y me pongo a hablar con ellos; él tiene tendencia a estar rellenito, por lo que procura andar todo lo que puede, ambos son asequibles y se prestan al diálogo. Tras hablar un rato me tumbo al sol; se está de maravilla en la playa, el agua fresquita tonifica y el sol da nuevas energías aunque, a largo plazo, aplana también. Al salir del agua, la primera vez, me doy protector, pues creo que estaré un buen rato al sol y luego paseo y me topo con el chico de la primera pareja que vuelve de dar su paseo por la playa, es técnico en un instituto, sin obligaciones docentes pero que está encargado del deporte extraescolar. No lo consideran un cabrón, porque no suspende a nadie. Alguna vez se ha encontrado a algún alumno de instituto estando él desnudo y se da cuenta que es violento para el alumno, aunque no lo sea para él. Él también vive solo, de donde se deduce que su chica no es su mujer, y tiene el mismo problema con la preparación de comidas que yo; él vuelve donde ella y se ve que le cuenta de mi viaje, porque al marcharme, después de los baños, ambos me saludarán con la mano como despedida; en ese momento la otra pareja dormita, así que no me despediré de ellos. Me vuelven las imágenes de la comuna de ayer. Dejo atrás la playa de O Vilar que, después de disfrutarla, la recomiendo más vivamente, y que tiene buen acceso, camino de tableros de madera, agua y arena fina y limpias, en mar Atlántico abierto entre la ría de Muros y Noia y la de Arousa; no vi si tenía duchas, ni contenedores para la basura. En este día, las olas rompen tranquilas, aunque no sé si será por la orientación. Viniendo de Corrubedo hay una formación de grandes rocas en la playa, a la altura de las Dunas y la desembocadura del río do Mar, con formas redondeadas muy femeninas, que ya he presentado retratadas. Llegando a la parte final de la playa, más hacia punta Graña, se vuelve a ver a algún desnudo más. Por detrás ha quedado el lago Vixán, cuyo pueblo no visitaré. Tengo opción de ir hacia Castiñeiras, bordeando todo el cabo Falconeiro. Por la mañana, una pareja que esperaba al bus, me había dicho que visitara el pueblo, que es bonito, tan bonito, como que es el pueblo de él. ¿No va a ser bonito? Pero hago secuencia de fotos, salgo de la playa por las rocas y cojo un camino que me irá desviando de la costa y no pasaré ni por Aguiño, ni por Castiñeiras. Me encuentro con una pareja de jovencitos que han venido en coche desde Castiñeiras; a él le da mucha envidia, envidia sana, el recorrido que estoy haciendo; soy consciente de que es para darla. Salgo a una carretera nueva con gravilla, que todavía se suelta y llego a una empresa que deja salir un agua blanquecina ¿puede ser una piscifactoría de rodaballo?, pero nadie me confirma ni niega. El camino acaba y debo volver atrás. Llego a un pueblo que no tiene nombre, pero no es Castiñeiras. Debo llegar y cruzar una carretera y, luego, dirigirme hacia en frente. Cuando llego al cruce, pregunto a unos que van “de paso” y, menos mal que no les hago caso, pues me habrían mandado mal, como no me fío de ellos, entro a un bar y ellos me orientan bien. “¡Menos mal!” les digo. Y, a pesar de que no pensaba ir, llego a Castiñeiras; allí pregunto a un señor mayor y me dirá que lo mejor es la playa, el puerto (pequeñito) y los dos bares en que podré comer algo. Hay muchas islas e islotes, siendo la más importante la de Sálvora, que queda en el medio de la entrada de la ría de Arousa, y es curioso que haya dos puentes intermedios entre el continente y los islotes, que no consigo localizar en el mapa. En los bares no me ofrecen nada, ¡nada!, de comer y me mandan hacia atrás, así que tomo la decisión de acercarme a Ribeira, que está a sólo dos kilómetros.

Cuando voy hacia allí, me paro en una playa, subo unas rocas y me baño; secando la camiseta al sol. Unos chicos y chicas van hasta un islote y se tiran de cabeza y vuelven al continente. Tras el baño, me voy hacia Ribeira (lo llamaré así para acortar, pues es Santa Uxía de Ribeira).





Tengo hambre canina, entro en un bar con precios interesantes, Bar Refugio –vinos y tapas- y pido ½ de pulpo y ½ de calamares;  acompañados de una botella de vino de Ribeiro (2,50); todo por 12,50€ (como ya he contado antes). Pago por adelantado, antes de que el ribeiro se me suba a la cabeza y me haga decir algunas tonterías semi controladas. A la hija del dueño del bar, que juega a cartas con sus amigos, la tengo mártir; la otra chica se ríe; el novio de la primera participa algo en las bromas y, también, el otro chico. Me ha llamado Alex, como dije, y ahora estoy en la nube; tras haber comido y bebido tan bien. ¡Viva la ría de Arousa! He escrito lo que me faltaba por contar del día, me despido y me marcho hacia A Pobra do Caramiñal. Salgo hacia el paseo marítimo y veo una empresa que se llama A Poutada. Paro a dos peruanos (sabía que lo eran aunque no me lo hubieran dicho) y les digo que “ou” en francés, se pronuncia “u” y A, en galego, es “La”; es decir, “La Putada”; se ríen, pero no saben qué quiere decir la palabra galega. Nos ponemos a hablar del tema de la emigración y del trabajo; no lo planteo como problema para el país receptor, sino de los contrasentidos, de los amores que se dejan y de los desamores: dejar allí a los hijos, para que no interfieran en la búsqueda de trabajo; reclamarlos porque se les quiere y echa en falta y luego plantear que, éste es un país insolidario y quieren volver a su país, donde la solidaridad es mayor; entonces los hijos, no quieren volver allí ni en bromas. Es un tema que deben plantearlo con perspectiva a largo plazo, y se ve que falta esa reflexión, que funcionan más por impulsos: 1º trabajo, 2º enviar dinero porque, poco, allí es mucho, 3º traer la familia ¿y luego? Me despido de ellos diciéndoles que les quiero. Sigo saliendo de Ribeira; la playa está como una balsa; lleno de mejilloneras al fondo; en la orilla, no rompen ni olitas; paro a una señora para comentarlo, y me dirá: “es lo habitual con marea alta”; la señora es de Xuño, ¡qué casualidad!, donde he dormido esta noche, y está preocupada porque ha habido un accidente de coche en que han muerto tres chicos jóvenes y otro está grave. Me dice otro dicho: “Noviembre en Todos los Santos y sale con San Andrés”. El 30 de noviembre, entonces ¿qué San Andrés festejaban ayer los que de Noia iban a visitar al santo norteño? También me dirá que desde Palmeira han hecho un paseo marítimo que llega hasta A Pobra do Caramiñal: ¡a ver si doy con él!


 Llegando a Palmeira, saco foto de una casa que me resulta curiosa; hago intentos para dormir, con poco éxito y  decido seguir camino. Llego a la playa da Corna; veo un balcón que imita hórreo, podría dormir debajo, pero resulta demasiado urbano y hay un bar, para ponerlo peor. Tampoco la iglesia me convence.


 Rocas de atardecer repelen el sol que las amarillea y, al final de la playa, me monto mi dormitorio y ¡a dormir!
Una pareja pasa hablando por la orilla y, estoy tan discreto que, ni me ven. Luna llena que, durante la primera parte de la noche, está tras el muro de piedra, junto al que estoy y, avanzada la noche, la veré en lo alto.
De mañana, pasará un zorro por la orilla (será el 3º del viaje); somnoliento, no reaccionaré a tiempo con la cámara.


Haciendo balance del día, lo más interesante ha sido el paseo desde la playa en Corrubedo, la visión de las dunas móviles, y el relajo en la playa nudista de O Vilar y lo allí hablado; la comida en el Bar Refugio con una buenísima relación calidad-precio, donde debiera haber bebido algo menos de Ribeiro, que me hizo decir alguna tontería más de las que son habituales, y las conversaciones en O Vilar, luego con los peruanos y, finalmente, con la señora de Xuño.

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