viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 1: Saint Palais (Donapaleu)-St.Jean Pied de Port(Donibane Garazi)

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1ª Etapa. 26 de mayo de 2006. Viernes.
Recorrido: Saint Palais (Donapaleu), Ostabat, Larceveau, Gamarthe, Saint-Jean le Vieux, Saint-Jean Pied de Port (Donibane Garazi).
Voy saliendo de Donapaleu por carretera. Una señal me orienta hacia Saint Jean Pied de Port, pero una señora me explica muy bien las razones por las que debo abandonar esa dirección. Voy por la ruta que creo fui con mi amiga Sagrario Sanz del Río. Encuentro una señal que me orienta hacia Gibraltar y descargo las mochilas y las bolsas de Eroski.
Hago el propósito de hacerlas desaparecer; una de ellas será fácil, ya que se trata de comida ¿y para qué cogí cubiertos? y mañana ya no tendré nada y en la otra van: libro, papeles, impermeable y jersey. El libro lo devolveré a la Biblioteca Provincial, Koldo Mitxelena, pues lo tenía en préstamo, los papeles los seleccionaré y también dejaré los no necesarios, el impermeable lo acomodaré colgando de la mochila y el jersey, cuando no sea necesario, irá dentro. Pero todos los propósitos se van cumpliendo a medias, pues mañana cometeré el error de hacer nuevas compras de comida e iré más cargado que hoy. De momento, llevo una bolsa a cada lado y voy equilibrado de peso. La señalización para llegar a la Stella de Gibraltar es buena, aunque, a veces, hay señales disuasorias que hacen crecer dudas.

 Algunos campesinos, saludan desde sus tareas hortícolas. La mañana es soleada y el paseo empieza siendo grato. Momentos antes de llegar a Gibraltar me encuentro con un peregrino que viene de La Rochelle, de Ille de Rê, me matiza; “je connais”, le digo. Durante el primer trimestre he hecho un curso acelerado de francés de 70 horas. ¡Veremos los frutos! Se sorprende de verme con las bolsas, con sandalias y calcetines; al ir en pantalón corto ¿habrá pensado que soy alemán? Él lleva botarrones y tiene los pies destrozados después de seis días de marcha. Ha sido providencial el encuentro, ya que nos venimos muy bien para sacarnos la foto ante la piedra funeraria, que para mí será como la oficial del arranque del camino.

A él le quedará sólo un día más para terminar su recorrido, y yo tengo sesenta días por delante (entonces todavía no sabía cuántos). Como cada uno sacamos foto con la máquina del otro, no queda constancia fotográfica del encuentro. En la piedra de Gibraltar hay indicadores de distintas direcciones; nosotros cogemos la que indica Izura y Ostabat y, abandonando la carretera, comenzamos a subir una empinada cuesta. Como ve que yo voy a mejor ritmo que él, el francés me invita a seguir solo. A mitad de la cuesta, hago una parada para echar una meada y, llegando a la cima, me encontraré con dos mujeres que pretenden llegar a St. Jean Pied de Port; con esa etapa piensan dar por terminado el Camino por este año. Ya en la cima se encuentra una ermita, cuyo arbolado próximo hace un entramado curioso.

 Allí encuentro nueva señal a diversos puntos, pero el que me interesa, Ostabat, está bien claro. También hay una fuente de agua potable, que me servirá para llenar mi botella, y sobre la puerta de la ermita leeré: Erauntsi gaichtoetarik begira gaitzatzu yauna – othoitz egizu guretzat Ama Birjina 1894. No sé el euskera suficiente como para poder traducirlo; el que no lo sepa, se quedará como yo “in albis”.


Más adelante encontraré una iglesia con cementerio y pregunto si es Ostabat y, aunque me responden que sí, sin poner en duda la pertenencia, al menos el centro de población está todavía distante.

Tendinitis de rodilla derecha: 
Como el camino hacia abajo es ameno y el peso del equipaje, con tan poco tiempo de andadura, me resulta liviano, me entran ganas de cantar: “había una vez un barquito chiquitito…” y “somos las chicas alegres de los cavarettes…” Y todavía Woody Allen no había hecho su película. Me acuerdo de Julen. De Alex, por la mochila, y porque me empieza a sudar la espalda. Ajusto los arneses para que la mochila no bambolee tanto. Ahora, con el agua, el peso de las bolsas se ha desequilibrado y voy algo escorado. A las 10:30 me he cruzado con una cuadrilla que viene de Ostabat y con ellos va un señor que me dice que ya me ha visto en St.Palais con las bolsas. Todos vienen de regreso.

 Menos mal que uno me ha avisado de la desviación, ya que no me daba cuenta de que debía dejar el camino que llevaba, y me meto en zona umbría que resulta ser un barrizal; cuando se va secando, se anda bien. El albergue de peregrinos está en el Centro Cultural Aize Berri y en la puerta pone: Gite d’etape ospitalia. Van a dar las 12:00h y vuelvo a coger agua. Mucho tiempo circulando por la GR-65 (¿para mayores de 65 años? Es broma). Guardo el jersey en la mochila y sujeto la txamarra en el correaje exterior y echada hacia atrás. Antes he visitado el interior del albergue, donde no había nadie, y escrito algo en el diario. Por todo ello, el de Ille de Rê me ha pasado; le alcanzo y charlamos un rato. Él tiene intención de pernoctar en Larceveau y mañana continuar hacia St. Jean Pied de Port. Andamos un rato juntos y le siguen sin gustar ni mis bolsas, ni mis sandalias. Si yo llevo demasiado peso en la mochila, él lleva más (unos 14 kg.); y le hablo de mi proyecto Gibraltar-Gibraltar (que después de más de un mes caminando, se vendría abajo). A la salida, nos despedimos: él hacia Larceveau y yo hacia Gamarthe. Abandono el camino y salgo a carretera, que es por donde indican las flechas amarillas. Es una especie de autovía con dos carriles en ambas direcciones, incómoda por la circulación que lleva y que costará abandonar. A falta de mejores alicientes, por el arcén encuentro marrubis silvestres (fresas salvajes) y muy dulces; ¡qué ricas! Me llegan recuerdos de mi niñez en Alsasua. Al rato, en la cima de un badén, veo a una pareja que camina en mi misma dirección; acelero para alcanzarlos y, faltándome 200 m., se meten hacia la derecha, cruzando la carretera, y les veo que siguen en esa dirección. Hay un indicador de venta de algún producto y pienso que han ido a comprar algo y, cuando llego al punto en que ellos han cruzado y me dispongo a seguir la carretera, me doy cuenta de que la flecha amarilla cruza también y ellos van por el camino correcto; así que les sigo. Si no es por ellos, casi estoy seguro que hubiera pasado de largo. Ellos paran en un tronco a comer y yo sigo por unos caminos muy majos, hasta que el trazado me obliga a volver a la “route”. Como empieza a hacer resol, me pongo la visera con el protector de cuello. La sombra de los árboles resulta grata.



Ya estoy en Gamarthe, pues me topo con la cruz de Gaitzetaburu, un crucero en el que encuentro a un extranjero que va en bicicleta y que parece un doble de Demetrio Grijalba, un lider del Camino de Santiago en Irun; al dirigirme a él, creía que me estaba tomando el pelo. El camino cruza la carretera y continúa por su lado izquierdo y, a lo lejos, se ve el núcleo poblacional de Gamarthe. Allí, el frontón, está cara al sol y la trasera, sombreada, está inutilizable. Estoy buscando un sitio para comer que sea agradable, pues son las 14:30h. La Mairie está cerrada. Llega un cura y me indica que en el cementerio hay un grifo para coger agua y regar las flores; bebo la que me queda y vuelvo a llenar la botella. Como los dos huevos fritos (que me han pringado las bolsas), las dos frutas y el yogurt. El cura ha sacado el instrumental eucarístico y metido en la capillita que está debajo del ayuntamiento y, mientras escribo, llega la última pareja con que me topé y les enseño dónde tienen el agua. Hacia las 15:15h termino de escribir y parto.



Ya no volveré a ver a la pareja en toda la tarde. Hasta las 16:30h me quito y pongo la visera intermitentemente. El camino me hace dudar en muchas ocasiones, pero siempre acierto en mi elección. En una langa, la señal está quitada, pienso que porque llevaba a confusión. Como por la mañana, cuando iba cantando, también dí algunos pequeños saltos, y como he salido sin preparación (hoy no debiera haber hecho tantos kilómetros), resulta que ahora, por la tarde, la rodilla derecha se me empieza a cargar. Si no se acrecienta, el dolor es tolerable y también empiezo a notar algo de cansancio en el pie derecho. No me cambio de calzado. El camino, a veces se aleja mucho de la carretera principal y hace que dude, pero hasta San Juan el Viejo (Donzaharre), el camino está bien aunque, en ocasiones, esté asfaltado. Un poco antes de llegar, he cogido agua y orinado, así que en el Vieux me limito a refrescarme las muñecas. Después de la comida, ahora ya sólo voy con una bolsa (la otra la he tenido que echar a una papelera pues estaba pringada de huevo). Con el dolor de la rodilla, temía no poder llegar a Donibane Garazi pero, desde que he empezado a ver los indicadores del tiempo que faltaba (3h.45’/ 2h.15’/ 1h.10’/ 35’), parece que me he ido animando.
Entro a Donibane Garazi por la puerta de St. Jaques a las 17:50h. El albergue de peregrinos está completo y el municipal también. Hoy han venido más de 150 peregrinos, me dicen, así que no me queda más remedio que hospedarme en el nº 36 de la misma calle, donde me orientan, después de haber rellenado una ficha y de haberme sellado la credencial en verde (no será el único en este color). Como no hay sitio abajo, donde la litera cuesta 7€, tengo que coger en el piso de arriba, donde cuesta 10, pero para subir por las escaleras hay que descalzarse, para que los que traen botas, no dejen el barro. La ducha está en medio de una pequeña habitación, sin espacio para dejar la ropa y, como la taza del Wc no tiene tapa, con riesgo de que ropas y útiles de aseo vayan por el sumidero, salvo que las dejes en el suelo y se llenen de agua de salida de la ducha; y si te apoyas en las mamparas, éstas se caen. ¡Un riesgo apoyarse! Me ducho y elijo litera de arriba, sobre una neska de Milano. Espero no roncar. He lavado la camiseta y los calcetines, sólo con agua. La “espontex” que me ha dejado mi hermana Sagrario, me ha secado bien el cuerpo, absorbe el agua y basta con escurrir y volver a guardar húmeda. En realidad es una toallita body-dry arena. He bajado al tendedero del jardín y, espero que mañana no se me olvide recoger la ropa lavada. He inscrito mi nombre y pagado a la madre del niño que me ha recibido ¡son clavados! Hablo un poco del Duomo con las italianas y a las 19 salgo a dar una vuelta, a informarme en el albergue acerca de mi camino hacia Saint Ettienne de Baigorry de mañana. “Hay entre 10 y 12 km.”, me dirán. ¡A ver cómo se comporta mañana mi rodilla! Saco “diapos”: puerta, puentes y calles;






 y ceno el plato del día: Gigot d’Agneau Sauce Sakari por 9€ que con el postre y la cerveza, serán 14,90€. El filete de cordero es con salsa de mostaza y, aunque no me entusiasma la mostaza (quizás porque me sepa a parábola), tengo tanta hambre que me lo trapiño en un plis plas, junto a las patatas fritas y dos trozos de pan. Tarda en darme la cuenta y, al final, me obliga a ir a la barra; me cobrará media cerveza. Vuelvo por otro camino y me encuentro con una pareja que me parece española, pero que resulta ser francesa y se mete en otro restaurante de 9€ con oferta más completa. Como yo he cenado bien, no me preocupa.










Me encuentro con dos de Burgos y bajo con ellos hasta el puente sobre la Nive. Cuando subo me encuentro con las vecinas de cama italianas, pero la comunicación no es muy buena y ellas van hacia la puerta St.Jaques y yo subo a las murallas; la rodilla se sigue cargando, pero lo peor será la bajada.












Vuelvo al 36 y me acuesto. El saco parece ligero, pero es calentito y son las 21:30h. Cuando llegan las italianas me pegan bajo la cama porque estoy roncando. Aunque durante la noche también roncaré algo; el que ronca más es el oriental de la perilla blanca, pero no es muy estridente. No duermo ni bien ni mal. Me quedo desnudo dentro del saco porque interiormente hay exceso de calor, aunque en el exterior parece húmedo (a lo mejor sólo es sensación de frialdad). Me levanto una sola vez en calzoncillos para orinar. La bajada de la litera no me resulta complicada. Sigo preocupado por la rodilla y la bajada de la muralla fue el remate; al dar vueltas en la cama me duele, dependiendo de la postura.

Qué cosas he aprendido hoy: que hay que salir con menos equipaje; que hay que salir más lentamente y, en la primera etapa, hacer menos kilómetros, cuando no se está entrenado; que no hay que comprar comida y, si se compra, lo justo para consumir en el día; que no son buenas las euforias antes de tiempo, saltar y brincar con tanto peso, tiene un precio; que no se debe salir en viernes, pues te puedes encontrar llenos los albergues.



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