viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 2: Donibane Garazi-Arizkun

2ª Etapa. 27 de mayo de 2006. Sábado.
Saint Jean Pied de Port (Donibane Garazi), Saint Etienne de Baigorry, Col d’Ispéguy, Arizkun.
Me levanto a las 6:30h y canta el gallo que está en una jaula pequeña en el jardín. Me hago un lavado de gato, me visto y cierro como puedo la mochila para no molestar demasiado a los que duermen. Para ser la primera vez que guardo el saco, lo hago bastante rápido. Bajo al jardín y cojo la camiseta y los calcetines, pues por la noche todavía estaban húmedos, y los coloco en la mochila; los calcetines enganchados entre las vueltas del rollo de la esterilla y la camiseta la cuelgo enganchada a la cuerda del saco; como van al aire libre, se irán secando por el camino. Me he puesto la camiseta que le gusta a la taquillera pelirroja del Príncipe, la que es algo heavy y pone: disco 3 y que me encontré tirada en la calle tras el inicio de la media marathón  Behobia-San Sebastián de hace un porrón de años.



 Saco foto de la calle, de abajo hacia arriba, hacia la puerta de St.Jaques, una vez amanecido, y salgo caminando a las 6:45h. La rodilla me falla algo. Los peregrinos que se dirigen a Compostela, hoy tendrán etapa dura, ya que deberán cruzar los Pirineos para pasar a Roncesvalles (Orreaga para los vascos y Ronceveaux para los franceses); a esta localidad solían ir de hospitaleras dos amigas mías, una Amparo, que ya le conoceréis en el albergue de Irun y Mariángeles, que hace tai-chi conmigo en Nazaret de Donostia, con la Kutxa, pero que dejaron de hacer allí esa labor de voluntariado gratuito, aunque gratificante, cuando empezaron a poner cuota fija para que se pudieran hospedar los peregrinos; hasta entonces cada uno daba su limosna a voluntad. La tarea de estas amigas hospitaleras, además de llevar el control de entradas y salidas, es procurar la mayor comodidad, dentro de las posibilidades de cada albergue, del caminante y contestar a las dudas, como bien sepan o puedan responder y, cuando el albergue se vacía, deben dejarlo limpio para los que vengan después. En general, los hospitaleros son muy apreciados por los caminantes aunque, supongo, que no tanto como yo aprecio a mis amigas. Tengo también otro amigo hospitalero en Castellón, Arturo, pero ya le conoceréis cuando llegue allí. Mi programa del camino es el siguiente: Carretera hacia Bayonne, luego coger hacia la izquierda la D-15, hacia Azkarate, luego, también a la izquierda coger la D-515 dirección Anhaux y desviarse a la izquierda hacia el barrio de Menta. Por la 215 a Occos y luego el peor tramo (pues no tiene arcén) al salir a la principal. ¡Menos mal que los conductores muestran mucho respeto por el peatón!, ¿por ser peregrino?, ¿por las consecuencias del atropello para ambos? Parte del programa se hizo ayer en el albergue, pero la realidad obligará a variaciones. Así, cuando paso junto a la indicación D-15, ésta estará ladeada y no la veo. Un señor que está limpiando un murete descascarillado y con la pintura levantada, me dirá que debo retroceder 50 m. La rodilla empieza a funcionar mejor a medida que ando, pero lo peor serán las cuestas abajo. Entro en Anhaux. Un montón de vacas arrancan la hierba con su lengua de lija, mientras otras ya están rumiando lo arramplado. Al otro lado, una piara de cerdos me saluda, ¡están hambrientos!, pero no seré yo el que les tiene que llevar la txerrijana (comida para cerdos). A lo lejos, veo una señora hablando con alguien que está dentro de un coche; acelero para  preguntarle, pero para cuando llego la señora ya está entrando en una casa. La llamo y me dirá que voy en buena dirección. Anhaux es un pueblo muy largo y, cuando llego a otra zona diferenciada de la primera, como si fuera otro barrio, oigo toser a alguien en el interior de una ventana abierta; un señor, que se asoma, me confirma la buena dirección y que siga hacia arriba.
 Cuando llego a la iglesia-cementerio son las 8:15 h. Una foto. Un señor va a salir de su casa y me dice que coja el primer cruce a la derecha. Será una carretera mal asfaltada y estrecha, y que me da buenas sensaciones. Sólo pasará un coche. Me viene un pensamiento y un recuerdo de mi tío Ramón, cuando nos contaba que, de jóvenes, tenían que subir a la sierra de Urbasa andando y bajar cargados con una sarta de ramas, de leña, para encender el fuego. Como el esfuerzo es inherente al ser humano, ahora ya no nos esforzamos por necesidad, sino que lo hacemos por diversión: mi caminada sería un ejemplo de pequeño esfuerzo por el placer de hacerlo. El cielo está despejado al frente y cubierto por detrás. Así, sin sol, se va muy bien.

En el cruce de Meta, a mi izquierda, cometo el error de no seguirlo, engañado por la indicación: Okostegi, que interpreto como dirección Occos. Si hubiera bajado a Meta y seguido a Occos, me hubiera evitado un gran tramo de carretera principal con mucha circulación y sin arcén. ¡Ya no tiene remedio! A las 9:10h sale el sol y me pongo la visera y, sin esperarlo tan pronto, a las 9:15h llego a Baigorri.


En el bar Lissar no tienen bollería, así que voy a la panadería y compro dos gateaux basques (pastel vasco) y, de nuevo en el bar, pido un café con leche grande y desayuno.





Como la Mairie (el Ayuntamiento) está cerrado, por ser sábado; me ponen el sello de Geneviéve Lissar en la credencial. Me permiten dejar la mochila en el bar, tras la arqueta de helados Nestle, y doy una vuelta por el pueblo. Fotos.







En el frontón juegan jóvenes a cesta punta. Compro pan y otro pastel y me voy al supermercado, donde compro: queso, tomate, fruta y frutos secos.








Saco fotos a pescador en el río (recuerdos de mi padre pescando truchas con cucharilla)












y un armario de mobiliario urbano camuflado entre arbustos; me cruzo dos veces con una mujer con perro y regreso a escribir en el bar. Son las 11:30h y, después de dos horas aquí, arranco hacia Ispegi.







Por el camino pido que me saquen foto, para que quede constancia de lo mal que camino llevando bolsas de la compra en la mano.







 Saco fotos a puente ¿romano?, y a un caserón acastillado; un coche con municipales, me orienta.















Un cruce indica Ispegi por carretera y también el camino hacia la izquierda; creo que a éste se refería la indicación de un caminante, y me inclino por seguirlo.








Creo que he acertado. Veo una señalización amarilla-roja-verde y blanca, que luego interpretaré como dos señales coincidentes: una amarilla-roja y otra verde-blanca; ambas me llevarían a la cima del col. Los últimos colores no volverán a aparecer hasta el tramo final.  En la foto se ve una señal disuasoria a la izquierda del camino. Llega un coche con un solo pasajero. Me dice que el ascenso es duro y que son necesarios bastones. Al preguntarle si merece la pena que retroceda para coger la carretera, me dirá que no, que siga, que el otro es muy largo y que este está muy bien señalizado, que no me perderé y además disfrutaré de la sombra de los árboles.  Un joven en moto me asegura que son 8 km. hasta la cima y le parece mucho para subirlos andando. Ni se lo cree. Me encuentro con una abuela, una hija y un nieto. Hablamos del euskara como facilitador de trabajo en Euskalherria. Me dirán: “Amona, euskara ba daki” (la abuela ya sabe euskara). Un hombre con perro me dirá que no tengo pérdida, en castellano; y que no deje la carretera y al final coger el camino hacia arriba y no ir hacia la derecha. Al pasar un pequeño puente que aguanta hasta 15 Tm., inicio la ascensión; son las 12:10h. Sólo me pasará un coche en el primer tramo. Voy dosificando el agua para que me llegue para refrescarme en los últimos repechos.

A las 12:45h, la carretera cruza un río; aunque a penas cubre, me agacho y refresco; resulta un baño tonificante y saco una foto automática para el recuerdo de mi único baño ilegal de todo el recorrido de este año. En el resto, sería totalmente legal, pero estamos en Francia, el país que vive de recuerdos de la liberté y otras zarandajas, pero que en el terreno del nudismo es bastante menos permisivo que el nuestro. Su Constitución es menos permisiva. Y a las 13:00h., otra vez “p’arriba”. Al calzarme me veo ampollas en el dedo gordo del pie derecho, ¿de ayer, de hoy?, y en los dedos siguientes. No me molestan, así que no hago el paso de una aguja con hilo untado con betadine, como me recomendaron. Se alternan dos cuestas duras aunque cortas y llego al último caserío y final de la carretera. Empieza la senda y está bien señalada de amarillo y rojo. Si hasta que me he dado el baño, llevaba el sonido del agua a mi derecha, ahora lo llevo a la izquierda. El camino está sombreado por árboles. A las 13:15h. el perro del último caserío deja de ladrar. Cruzo otro riachuelo que, parece, confluirá en el anterior, pero el principal continuará a la izquierda. A las 13:30h llego a un árbol caído, arrancado de cuajo, que hace que el camino se empine. Gracias a que me agarro a sus raíces, puedo ascender; la tierra es como de arena que hace que mis sandalias se deslicen, que hoy, ya las llevo sin calcetines, como a mí me gusta. El camino, vuelve a ascender. Bebo agua. Me encuentro con una pareja de mayores que bajan tranquilos; acaban de comer en la venta y vienen satisfechos. El camino vuelve a empinarse (y eso que no hay pinos). A las 13:45h me desvío 3 m. a la derecha, para descansar en la sombra y luego cojo a la izquierda. Cincuenta metros más arriba veo que ambos confluyen, siendo el de la derecha más difícil y propicio a desviaciones.

Saco una foto desde una peña, viéndose al fondo el valle y la última casa. Llega la parte más dura y casi “muerto” llego al alto de Ispegi a las 14:30h. Busco una sombra para mochila y comida y descanso al sol. Tiendo a secar la camiseta y me siento a comer. Un matrimonio con dos hijos está cerca y pido al marido que me saque una foto para el recuerdo, y la panorámica, después del esfuerzo. Es la penúltima del primer rollo. Última visión de Iparralde (Francia).
Luego pondré a secar al sol el sudor acumulado en la parte superior del pantalón corto y del calzoncillo. Tras la comida, me pongo a leer. La comida ha consistido en: tomate con sal, queso, pan, pastel vasco y nectarina. Como la gente anda más abajo y no me ve, tomo el sol en bolas sobre el foulard extendido (como ya estamos en Nafarroa, este desnudo es ya legal); hace un airecillo muy agradable. Leo el primer capítulo del libro de Djuna Barnes: “una profunda reverencia” que no me parece tan onírico como decían. Me parece bastante realista e inteligible. Llegan a la cima y parten coches y hasta que dos grupos de cuatro personas no empiezan a ascender, no me pondré el calzoncillo. Uno de los chicos, luego sabré que es Oscar Zabala, ha encontrado una larguísima lombriz y la enseña a sus amigos, al que se ha quedado en el coche (cuyo nombre no sabré) y a los que les pilla cerca. Luego pediré a Oscar que me saque la última foto del rollo, que pensaba titular: “Javier, después de llegar muerto, renacido a la vida” (pero resulta que será una foto perdida, que no revelaron). Me siento como un niño recién nacido. Después del esfuerzo, parece que llevo una semana caminando, y resulta que ayer estaba en Irun. ¡Cómo se pierde la noción del tiempo! Charlo un rato con los de Arrasate y les cuento mi plan. Oscar está muy orgulloso del ser del barrio de Bedoña. Sus compañeros son Iban y Sonia. Les cuento el calor que pasamos en Arrasate el día de la inauguración del taller de Gureak. Me despido de ellos y bajo a la venta. Allí me recomiendan que baje atajando y evitando las curvas de la carretera, pero luego tendré problemas, porque los caminos no están claros y los helechos, plantas amables, y matorrales, más agresivos, están muy crecidos y no dejan ver con perspectiva. He salido de la venta a las 17:00h hacia Errazu, que está a 9 km. y entre pinchos, oteas (argoma) y temor a alguna serpiente perdida, tras el primer atajo, decido seguir por carretera que, aunque será más largo,  también será más seguro. Además, hay muy poca circulación. Como un niño, digo a los ciclistas que suben, en francés, de dónde vengo. Tengo que ir cambiando el “chip” Saint Jean Pied de Port, por el de Donibane Garazi, pues, tras Ispegi, Francia quedó atrás. Empiezo a oír con persistencia el agua de un río y, entre el km.5 y el 6 de la carretera, entraré y me daré un baño en una poza: NA 2600. 18:00h. ¡Qué fresquita y qué rica! Luego veré que el río es el Aranoa. Me encuentro con una muchachita de Valladolid, que ha salido del caserón en que está, para conocer el río y los alrededores. No tiene intención de bañarse. Más adelante me encuentro con tres mujeres, una en silla de ruedas, y me recomiendan casa rural y restaurante con camas; también me hablan de monjas de clausura y de una casa de Jesuitas a la que suelen ir grupos. Me indican un camino más corto, por entre el cementerio, para ir de Errazu a Arizkun. Hoy me gustaría dormir sin pagar o pagando precio módico. Viene una cuadrilla y exagero mi cansancio. Les digo: “Llego muerto, ¿dónde está el cementerio?” Me lo señalan y siguiendo la broma, uno me desea: “Buen descanso”. Y le respondo: “Eterno”. Nos reímos. Luego llegan dos chicas hablando euskera y les cuento el chiste en castellano. Me dan ideas para dormir: soportales, atrio de la parroquia, frontón… En la iglesia, una señora me orienta hacia Bozate. Tengo allí una deuda con los agotes.  Nada más pasar el puente sobre el río Baztan, está la casa de los Jesuitas, pero está cerrada. Las dos puertas están candadas, pero dentro parece que hay alguien, porque hay dos o tres contraventanas abiertas. Voy a cenar hacia el campo de futbol y veo que alguien se está bañando en el río. Cojo el camino equivocado y, luego, el correcto, pasando por el campo de futbol. Mientras lo hago, veo que un coche sale de la casa de los Jesuitas, pero me espabilo tarde. Tras darme el baño, me cambio de calzoncillos.
Un bonito encuentro con chavalillos de Bozate.
Me pongo a charlar con Álvaro, Asier, Víctor e Iñaki (el mayor de todos). Álvaro está orgulloso de ser agote, como su padre, que es escultor que, además de estelas para el cementerio, tiene una en el Camino de Santiago, pero no retengo el nombre del lugar. Charlo con ellos, les enseño el mapa y mi cuaderno de notas. Álvaro me saca fotos; se ve que están a gusto hablando conmigo, pues les hago sentirse protagonistas; al hacerles preguntas sobre ellos, sienten mi interés y agradecen que les trate como adultos. Aunque es mi segundo día caminando, el fin de esta segunda etapa, pues me quedaré a dormir en Arizkun, aunque todavía no sé donde, al explicarles mi proyecto de viaje, se les agrandan los ojos; “alucinan”, como se dice ahora. Me cuentan que en Bozate casi todos son Jaunarena y Bidegain. La casa de los Jesuitas se llama Lamiarrita, que proviene de las lamias (brujillas del río) y la casa de Víctor y Álvaro se llama Lamialdea (junto a las lamias). Se tienen que ir, pues ya se les ha hecho tarde; me dicen que hay una fuente de agua muy rica, nos despedimos.
Recojo mis bártulos, me olvido de Lamiarrita y me dirijo al frontón de Arizkun. A las 22:00h ya estoy en el saco. Elijo el rincón más lejano, aunque más a la vista; llega demasiada luz, el ruido de coches que pasan o aparcan cerca, el ruido y hablar de personas, las campanas de la iglesia, pero, a partir de la una, dormiré bien, a pesar de que el suelo resulta algo duro y la esterilla es poco muelle.
¿Qué ha sido lo más interesante del día den hoy? El esfuerzo para subir el colt de Ispegi y la recompensa por haberlo coronado con éxito. La bonita charla con los pequeños y orgullosos agotes de Bozate. Lo peor: El duro suelo del frontón y lo que me estoy complicando con la comida.

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