viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 11: Bermeo-Barrika

11ª Etapa. 05 de junio de 2006. Lunes.
Bermeo, San Juan de Gaztelugatxe, Baquio, Goitisolo, Lemoiz, Armintza, Barrika.
Me despierto a las 6:25h. Solamente me he levantado una vez a orinar en la madrugada. Me aseo, visto, ordeno todo y salgo de la habitación. Sobre una mesa tengo todo preparado y desayuno todo el zumo, un albaricoque, un melocotón, dos magdalenas, café con leche (mantenido caliente en termo) y bombón, y me llevo un yogur de plátano. Lo que dejo: Yogur de fresa, una manzana, un kiwi, ¿tostadas? envueltas en albal, galletitas y cosas envueltas que no veo, ¿mantequilla?, mermeladas y 3 bombones más. ¿Era copioso, no? Agradecido, le dejo una nota: “Ni hostal, ni pensión, para mí, un pedazo de cielo. Agradecido por la caricia del desayuno.”

Salgo por el cementerio y saco una foto del paseo que el postrer día todos los bermeanos que retornan a la tierra se ven obligados a pasar; bajo verde palio arbóreo, de hojas de plátanos. Es un paseo largo y tranquilizador. En el camino encuentro a un señor cogiendo caracoles. Suelen decir que los caracoles de cementerio son los más sabrosos.

 A las 7:55h, llego a la desviación a Matxitxako y, en la confluencia de las dos carreteras, se encuentra el aterpe Arene Basetxe, albergue que está cerrado, como estaba previsto que ocurriera. Definitivamente decido no ir al cabo, pues tendría que hacer 2,8 km. por 2, es decir, casi seis km. más y no me seduce tanto como para hacer el esfuerzo. Quizás alguien me dé razones para demostrarme que cometí un error. Que me lo diga, por si otra vez hago un camino selectivo y en dirección inversa. Se me acaba el 3º rollo de diapositivas.

8:05h Un camino indica Talaiepe (bajo la atalaya, de nuevo; parece que no he adelantado nada). A las 8:20h estoy arriba del cabo y saco una foto de lejos del faro y de la explotación Repsol. Campo Gaviota. Planta de tratamiento de gas.




A las 8:45h empiezo a avistar San Juan de Gaztelugatxe. En la carretera, una niña, con su madre, espera que el microbús llegue para llevarle a la ikastola. Cuando comento con ellas que la primera etapa la terminé en Donibane Garazi, me dirán que una vez la niña estuvo de excursión en Donibane Loizu. Llega el microbús y la niña se va dirección Bakio. La madre se vuelve en coche dirección Bermeo.

En el siguiente tramo de carretera, sacaré varias fotos de San Juan y decidiré no bajar para hacer la peregrinación a pie y para no remedar a Ane Igartiburu e Igor Yebra, matrimonio que bien poco duró. No debe ser fácil conciliar vida familiar y artística. Así que voy viendo el proceso de transformación formal del istmo a medida que voy avanzando.




Una vez pasado Bakio, todavía tendré una visión última de San Juan de Gaztelugatxe. En Bakio, saco una foto general con la playa en el momento en que me llama al móvil mi hermana Sagrario. En un justificante muy borroso de cajero automático, veo que a las 9:58h he sacado dinero (200€) y por la hora, estaría en Bakio; el cajero es el 010901, así que alguien de Caja Laboral me lo podrá confirmar.  Luego veo que lo hice en Santurtzi, pero tampoco es seguro. A las 10:00h, un señor con grandes dificultades auditivas, me indica por dónde salir del pueblo. Una chica que se ha bañado y se está duchando, mientras yo cojo agua, me dice que a ella le gusta bastante más la playa de Bakio que la de Armintza, que no ve sentido que vaya buscando aquella, teniendo esta aquí, tan cerca. En realidad, yo no la iba buscando, pero la utilizaba como referencia de dirección. Cuando la vea, estaré de acuerdo con ella.


En la Oficina de Turismo me recomendarán coger una escalera que está frente al frontón, llegar al restaurante Itsasbegi y seguido, dejar la carretera y coger pista a la izquierda. La chica de un caserío me dirá que tengo pista de grijo y, al final, debo tirar hacia abajo por pista de cemento. En la carretera observo que andan camiones con material de obras y pareciera que estuvieran renovando el asfalto; se confirmará cuando salgo de la pista y vuelvo a enlazar con ella: el firme está echado recientemente. Ha pasado una camioneta de Lantegi Batuak, equivalente en Bizkaia a nuestros Talleres Gureak en Gipuzkoa, donde se da trabajo y ocupación a personas con discapacidad, como os comenté al pasar por mi taller de Errenteria en mi 5ª etapa. Al final la pista de Goitisolo me hará sufrir. Creo que me obliga a subir más de lo necesario. Me hace dudar de si voy bien o mal y estoy deseando de salir a la carretera. Nunca sabré si acerté o no, pues no sé si había o no parte de carretera en obras. Lo más positivo ha sido que, durante el camino por la pista de grijo, he podido aspirar aromas variados, primero el de un bosque de eucaliptos y, después, otro de pinos. A las 11:25 he llegado a lo más alto. Hay otra pista que sube todavía más arriba y a las 11:45 llego a la carretera. A las 12:00h aparece la señal de fin de Bakio y empiezo a ver una especie de depósito a lo lejos, que no será otra cosa que la Central Nuclear de Lemoiz.
Hasta las 13:00h, una hora después, no terminaré de pasarla. Sacaré dos fotos y una de la presa con el agua para refrigerar. Ya hemos visto en Japón lo importante que es el agua en caso de accidente nuclear.





Cuando llego a Armintza, la playa no tiene arena ¡qué desilusión!, ¡qué razón tenía la bañista de Bakio! Voy a las rocas, nado un poco y con cuidado; subo a otra zona para ver si al otro lado hay arena ¡qué iluso! Descanso y, cuando el sol está casi ocultando mi txoko, me visto y me voy. Se había asomado un chico barbudo y melenudo que se estaba bañando con bañador y, al pasar, me paro a hablar con él. Se trata de un escultor, que lleva tiempo haciendo esculturas, pero que no tiene titulación que le acredite, razón por la que está estudiando, tras hacer el acceso a la Universidad para mayores de 25 años. El curso pasado hizo 1º de Historia del Arte y éste está en 1º de Bellas Artes. 15:30h. Salgo de la playa y fotografío la iglesia, que es bastante baja.


Después de muchos titubeos, llegaré a Gorliz y Plenzia. Me encuentro con una pareja que, charlando, me acompañará hasta el puente que lleva al Metro.


De allí, sigo hacia Barrika; primero unas escaleras a la izquierda y luego voy a una farmacia por aloe-vera. Lo compro en gel y me cuesta 6,70€. Como el Ayuntamiento y la iglesia están cerrados, pediré a la farmacéutica que me selle la credencial. Se trata de la farmacia de las licenciadas MªInmaculada Linares y Bárbara San Sebastián, como consta en el sello que me ponen con fecha de hoy 5 de junio.
Unos chicos me indican por dónde ir a la playa, pero me pierdo y acabo metido en una urbanización, sin posibilidades de salir.


Un alemán enamorado de este país.
Hasta que aparece Christian, un chico de Dortmund  que está intentando cerrar el portón de su casa y al control automático le cuesta seguir la orden; está saliendo con la bici y va con intención de ir a la playa. Le presento el problema, y se brinda a acompañarme al portón exterior que cierra el paso a la urbanización; la abre, y me libera; se lo agradezco y él va en bici, con cascos de música, y yo andando, con todos los sentidos alerta a las gentes y al paisaje.

Cuando llego a la playa, que creo es La Cantera, casi todo el mundo está desnudo, la arena es muy gruesa, casi parece gravilla, y la entrada al agua es por rocas, aunque alguna es plana y del tipo de la de Ogella. Aunque veo a Christian no me acerco a él pero, cuando salgo del agua, él me habla y entonces traslado mi equipo y me pongo junto a él para charlar; él, a su vez, se quita y guarda los auriculares. Me doy otro baño y charlamos. Me cuenta que, en Bolonia, la playa que todavía no conozco de Zahara de los Atunes, a la que llegaré en 2008; allí conoció a una chica de Vitoria-Gasteiz, y se vino a vivir a Euskadi. Trabaja de profesor de deporte en un colegio alemán (en alemán) y de Geografía; está preocupado porque le surgió una enfermedad, tipo artritis, en los dos pies, pero todavía no ha conseguido que le hagan un diagnóstico exacto; está en ello y satisfecho con Osakidetza. También se lo vieron médicos de Alemania y, ahora, va mejorando. Con la chica de Gasteiz, se terminó el rollo, aunque mantiene relaciones esporádicas, pero no ha vuelto a tener la relación seria y estable que quisiera; se ve ya con 38 años y se está haciendo muchas preguntas sobre el futuro. Tiene amigos en Alemania que se han casado y alguno que se ha quedado soltero es muy raro. Se aplica el ejemplo; no le gustaría acabar igual de raro. Vive con tres chicas: una española, una alemana y una austriaca, que se volverá a su patria pronto y que es la que más le atrae. ¡A por ella!, le digo, antes de que regrese a Austria. Se está planteando la paternidad. El trabajo que hace le gusta, pero si no encuentra algo que justifique quedarse, piensa volver a su país. Pero, por otro lado, le va a costar adaptarse de nuevo a Dortmund; le gusta mucho este país, lo bien que se vive, el clima. Nos damos un baño y, al volver, nos desplazamos hacia la derecha, ya que el sitio donde estábamos, nos lo había comido la sombra (es lo malo de la orientación de esta playa, amigos nudistas, pues al atardecer, cuando baja el sol, queda prácticamente en sombra, y todavía no es tarde). Todavía tendremos que desplazarnos una vez más. Como estamos muy a gusto, recogemos todo y subimos a la loma, donde continuamos conversando, tumbados en la hierba, apurando las últimas horas de sol.


Cuando baja la temperatura, bajamos al txiringuito. Rechazo su invitación a una consumición y se excusa por no invitarme a dormir en su casa, por las chicas; no le parece bien hacerlo sin consultarlas. Nos damos un abrazo y él se va con la bici a dar un paseo por el circuito, el sendero que me ha recomendado seguir mañana. Ya le he puesto en la pista para resolver su futuro; ahora está en sus manos ¡Ya tiene curro! Regreso a la iglesia; cojo agua en el cementerio (después de Gamarthe, ya soy experto). Algunas tumbas están abiertas y otras tienen un hueco, mejor o peor decorado, por el que se puede ver el interior: plataformas y féretros. En la cancha están un grupo de cuatro parejas: ellos tirando a cesto y ellas dentro de un coche; luego se incorporarán para tirar también. Me acerco a la casa que, en algún tiempo, pudo ser bar y, abajo, resulta ser una sociedad que está herméticamente cerrada ¡Qué buen sitio hubiera sido para dormir! No me atrevo a tocar el timbre de la casa y, al día siguiente, me dirá “Korrika” que, allí hay un hombre (creo que dijo “El abad”), que vive solo y suele ser muy acogedor, me hubiera ofrecido habitación, incluso cena. Ya es imposible comprobarlo ¡Perdí la oportunidad! Mientras el grupo encesta, sentado en las gradas ante el Ayuntamiento, escribo el diario y cuento hasta la aparición de Christian. Lo dejo porque ya está oscureciendo y enfriando. No dibujo. Guardo toda la ropa en la mochila y me hago una almohada racional, envolviendo con el pareo: el pantalón (descargado de todo elemento distorsionante), la camiseta, el calzoncillo y el jersey. Bajo el aislante he puesto el chubasquero. Resulta ser la almohada mejor de todas las noches al aire libre. Me coloco en el lugar más sombrío, al que no llegan las luces del exterior; un espacio techado entre la cancha de baloncesto y el cementerio, quedando transversal a la iglesia. ¡Qué bien que el reloj de la iglesia no funciona! Me evitará las campanadas de las horas, las medias y los cuartos. A las 23:00h se oyen voces y un perro viejo de caza, achacoso, se acerca a husmear; lo largo con un chasquido de la lengua y se va. A pesar de su dureza, es la noche en que mi cuerpo se ha acoplado mejor al suelo.
Pensando en el encuentro con Christian, la valoración que hago es, que los dos nos hemos ayudado a salir del laberinto; él, primeramente, del laberinto físico de su urbanización y yo, de las dudas de su vida, de su conflicto personal. No es tanto lo que yo le haya dicho, como la oportunidad que le he dado de plantear el problema; creo que por el solo hecho de verbalizarlo, ya ha dado los primeros pasos para su resolución. Lo único que le deseo es que sea ético y escuche a su conciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario