viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 12: Barrika-Santurtzi

12ª Etapa. 06 de junio de 2006. Martes.
Barrika, Sopelana, Getxo, Portugalete, Santurtzi.

06.06.06 (666, el número del diablo/ el anticristo en Tv) He soñado con un hombre que se clavaba a sí mismo un cuchillo por la espalda y bajaba entre árboles. Trato de alejarme, pero algo me empuja hacia él… Entonces, me despierto.
Me despierto a las 5:50h, me levanto, recojo todo y estoy en marcha a las 6:10h. Ahora ya sé el camino, y llego pronto a la loma en que ayer tarde charlé con Christian y tomamos los últimos rayos de sol.


 El camino es un sendero grato, pero en algunos tramos se cierra con matorral  que, aunque no pincha, me azota las piernas (me hace recordar los pantalones largos dejados en Irun) y, como soy positivo, lo considero un buen masaje gratuito. La senda vuelve a estar libre de obstáculos y a las 6:55 llego a una playa de mayor tamaño, que será la propiamente llamada Barrika y que, en mi lista, también aparece como nudista. Como no paso a hora apropiada, no puedo informar, pero me supongo que lo será en alguno de los extremos. ¡Habrá que volver otro día para comprobarlo! Informaos y, si no, la de La Cantera no está lejos, aunque ésta está mejor orientada al sol del atardecer. La playa Barrika, tiene poca arena y rocas para entrar al agua; otro inconveniente.
A las 7:15h. hago cima y avisto el Abra y toda la zona portuaria de la ría de Bilbao. A las 7:30h, encuentro con Emilio, alias Korrika, que pasea renqueante por un accidente que tuvo hace años en que murió su mujer, que estaba embarazada de su primer hijo. Está incapacitado para el trabajo y tiene tan pocos ingresos que hace lo que puede para aumentarlos; procura no dejar de andar, a pesar de sus dificultades; tiene un gran espíritu de superación. Conoce todo el Pirineo y otras cordilleras y ahora quiere hacer el recorrido de los Monasterios. Es ahora cuando me informa de lo que decía ayer de la casa próxima al Ayuntamiento de Barrika y del señor acogedor; pero la información me ha llegado un poco tarde. Nos despedimos y me dice que no deje de bajar a bañarme a la playa Salvaje. Esa es la intención que yo tenía, pues llevo muchos años queriendo venir a verla, desde que supe que se celebraba una carrera nudista anual. Ahora no se celebra y me dijeron que hubo muchas presiones para que se suspendiera. Emilio me dice que debo pasar Sopelana y la playa siguiente. Como voy orientado hacia la Salvaje, dejo sin ver la nudista anterior, la de Meñakoz, que está entre Barrika y Sopelana; por tanto, no podré informar nada sobre ella. Korrika me dirá que la playa anterior a la Salvaje, en marea baja, se une con ella por rocas. A las 7:45h, se ve otra playa de piedras y entrada al mar con rocas y con algunos entrantes, como brazos, de arena y roca y, al lado derecho, una playa negra, aunque desde arriba, parece arena.  A las 8:00h, llego a otra playa de arena, aunque con entrada también de rocas y, cuando llego a la playa de Sopelana, pregunto por un sitio para desayunar, pues ya llevo dos horas caminando y empiezo a tener hambre, y me indican el hotel Goizalde. Me atiende Luisma: un café largo de leche y dos Martínez (un pastel cabello de ángel y 2 magdalenas largas), por 3,15€; lástima que no tuvieran bollería del día. Cargo el móvil y escribo. Cago y me lavo; cojo agua. Hablo con mi prima Lourdes, de Santurtzi, para decirle dónde me encuentro y que llegaré a su casa al atardecer. A las 9:55h salgo del hotel y bajo a la primera playa la de Arrietara-Atxabiribil, que será muy similar a la siguiente, con entrada limpia al mar y rocas en los extremos. Voy charlando por la orilla con un señor que tiene operada la rodilla y le conviene que le rompan las olitas en las piernas; un masaje revitalizador. Le acompaño un rato y subo por el lado sur.
De allí salgo a las 10:20h y, enseguida, llego a la otra de Sopelana que, además de llamarla La Salvaje, también recibe el nombre de Barinetxe. Tanto la anterior como ésta, son de las mejores de la zona. Me desnudo cerca de la orilla, como casi todo el mundo, me baño y paseo para secarme. Abordo al primer hombre que pasea por la orilla, y me dirá que está con sus cosas; a la primera mujer, y me dirá que tiene las neuronas sin despertar; y a la tercera va la vencida y charlo con una mujer sin prejuicios y que procura todos los días disfrutar de sol y baño antes de ir a trabajar. Damos 6 u 8 largos de extremo a extremo de la playa y hablamos del camino, de temas laborales y demás. Ambos estamos muy a gusto. Luego se tumbará sobre su toalla y nos despedimos, aunque todavía le queda media hora. Cuando bajaba a la playa, un chico estaba poniendo las mesas del txiringuito. Le pregunto si ellos también se suelen poner en bolas y la respuesta será: “depende del calor”. Después de terminar la conversación con la mujer trabajadora, hablo con padre con hijo. También hablaré un poquito con otro que estaba leyendo a mi lado y que se acaba de bañar; luego de secarse y vestirse, que es el rato en que hablamos, se va. Me estoy dando varios baños en un día grato, con buena temperatura y sol. Cerca se pondrá una cuadrilla de jóvenes que no se desnuda. A las 14:00h, compro bocata y me lo voy comiendo por el camino.

Subo y voy bordeando el acantilado y me encuentro a un joven con toalla como pareo. Toma el sol en un banco con un perro blanco; no se desnuda, pero por abajo le asoma el badajo, por tanto, deduzco, está sin bañador, ¡qué sagaz soy!, ¿no? Pareciera que está buscando algo. Tiene novia, pero no le disgusta que le manoseen, pero no le gustan ni besos, ni caricias, me dirá. Se le ve arisco pero, después, se vuelve más comunicativo y me acompañará hasta una fuente, donde cojo agua y el da de beber a su perro. Me dirá que el paseo sigue hasta que llegue a un molino viejo. Creo que lo llegaré a ver, pero ahora no recuerdo. No sé en qué momento del día, me ha llamado mi amiga logopeda y pedagoga, entre otras muchas titulaciones, Virginia Pérez; está convencida que estaré por Zenarruza o acercándome al gran Bilbao, y me llama para salirme a buscar y brindarme apoyo logístico. Cuando le digo que estoy entre Barrika y Getxo, le echo por tierra todo su plan y me dice: “O sea, que vas a tu bola”. Creo que es la expresión que mejor define mi camino. Así que, en vista de lo cual, no nos veremos. De todas formas, agradezco sus buenas intenciones. Más tarde, un chico, que está con su novia y su perro, me sacará una foto con el castillete de Punta Galea.


Desde esa punta, se ven muy bien El Abra, Portugalete (donde retomaré el camino oficial a Santiago por la costa, y que no abandonaré hasta salir de Gijón, con pequeñas alteraciones en Cantabria) y Santurtzi (donde me esperan mis primos). Son las 16:00h. Las últimas playas que he pasado no tienen arena; son como plataformas de piedra que salen al mar y desde las que te puedes tirar al mar, dependiendo de la marea; al menos esa es la impresión que recibo viéndolas desde arriba del acantilado. Una de ellas es Azkorri (Aizgorri), aunque también figura como Gorrondatxe; pertenece a Getxo y está considerada también como nudista pero, al no bajar, no tiene sentido después de haber disfrutado de Barinetxe, no puedo dar opinión experiencial. Si sirve de algo, a la hora que paso por arriba, está desierta.

A las 16:10h, bajo a Arrigunaga. Desde arriba, pareciera que en el lado derecho de la playa, hay alguna mujer desnuda, así que hacia allí me dirijo para hacer lo propio. Al llegar, comprobaré que había sido una ilusión óptica, porque, in situ, compruebo que llevan un bañador exiguo, casi inexistente, un hilo que no tapa nada, pero suficiente como para poder decir que no están desnudas. Esto me lleva a hacer una pequeña reflexión: que cuando vea de lejos a mujeres que parecen estar desnudas, no me fíe, y que sólo será buena referencia en el caso de varones. La tendencia actual va siendo la siguiente: las damas, cada vez se ponen monokinis más mínimos, y los damos, unos calzones que les llegan por debajo de las rodillas ¡qué incomodidad!; con lo agradable que es que el airecillo se infiltre y remueva los pelillos de la piel y las olas del mar te la bamboleen. Cuando tengo ocasión, como ocurrirá en la playa de la Cueva del Lobo, en Murcia, comentaré que la razón deriva de que, los machos que llevan esos calzones, la tienen tan larga, que precisan que el pantalón baje lo necesario, ¡hasta los pies!. A veces, se ríen por el comentario y hasta se pueden sentir avergonzados, ¡pues no hay tal! Pero, sigamos el camino. Me baño desnudo en el extremo; cada vez con más naturalidad. Llega una pareja de vigilantes de playa (mujeres) y llaman la atención a dos chicas, pero no por estar prácticamente desnudas, sino porque han bajado con dos perros; atan uno al otro, pero siguen correteando ambos; a mí, no me dirán nada. Salgo de la playa, deshaciendo el camino de la venida y una cuadrilla de mujeres me dirán que voy en la dirección equivocada y me reorientan. Será un paseo bonito por el puerto viejo y que pertenece a Getxo. A las 17:00h paso por la playa de Ereaga; tiene exceso de arena y la están aligerando en camiones; aquí ya no me baño. Enfilo el paso frontal a un conjunto de casas palaciegas. Cuando he girado 90º me llama mi prima Lourdes, para decirme que me esperará en casa Rober, su marido, que acaba de volver de hacer el Camino de Santiago. Me vendrá muy bien todo lo que me cuente. Antes de llegar al puente colgante de Portugalete, voy hablando con madre e hija, pero tomarán otra dirección. Saco billete (30 céntimos) y, por no introducir bien el billete en la chequera, se me irá el transbordador. Espero al siguiente y voy tanteando por dónde estará la calle Simón Bolívar, que es donde vive un matrimonio amigo, que hice amistad en Atenas, en las olimpiadas de 2004; yo iba con mi amigo Martín y ellos y otros de la variada geografía hispana, disfrutábamos allí de tres días, invitados por Visa. Fue un viaje corto, pero bien aprovechado. Llego a su portal, pero no están; su hijo me dirá por el telefonillo que están trabajando; José Antonio es óptico y creo recordar que Cristina, su mujer, también trabaja con él. Dejo al hijo el mensaje para que lo transmita ¡Otra vez será! Recupero la flecha amarilla, que me orienta hacia Santurtzi, (me dirán que va todo por bidegorri –camino rojo para peatones y bicicletas) pero, aunque no tengo intención de utilizar el albergue, lo busco para que me sellen la credencial (esta operación a lo largo del camino, puede parecer un coñazo, pero acaba formando parte del juego y, a veces, hasta resulta divertido; en algún caso, una buena experiencia). Hago el recorrido: Ayuntamiento, Iglesia, EPA (que sería el lugar donde estaría el albergue si hubiera llegado unos días más tarde, pero se trata de albergue de verano que se habilita cuando acaben las clases del curso 2005-2006). De allí me mandan a la oficina de Turismo y me echan su sello (un velero bergantín -¿el Temido?-, navegando en mar con mucho oleaje) y me obsequian con una gamuza para limpiar mis gafas de presbicioso (¿será para compensar que no he podido ver a mis amigos ópticos?); pero no es una gamuza normal, sino que tiene impresa una vista de Portugalete con el puente colgante y que invita: Visítanos http://www.portugalete.com/ y, al dorso, tres sellos: uno del ayuntamiento, con bajel similar al descrito, Bizkaia, con una hoja de roble y Euskadi, país vasco, y Atsegin handiz (Con mucho gusto). Lo conservo con cariño y aún lo tengo sin estrenar. 


 Ahora, para seguir a Santurtzi, me olvido del bidegorri encontrado antes y de la flecha amarilla (de la que me empacharé); me apetece más hacerlo por el magnífico paseo junto a la ría que lo une con Portugalete. Una vez allí, hago el recorrido que suelo hacer cuando llego con Renfe, asciendo escaleras y me encuentro en la calle Iparragirre (mi tercer apellido. Cuando escribo a mi prima, que también lo tiene, le suelo poner sus dos apellidos y, al escribir la calle, suelo decir que es a la única persona a la que le pongo en el sobre sus tres apellidos). Rober me abre y nos besamos; mientras me ducho, está muy comunicativo, debido a que ahora tenemos un tema en común: el Camino. El encuentro que tuvo en Santiago con Beatriz (una chica de Irun, que yo también me encontraré en Asturias, como ya se verá), le impactó. Es estupendo lo que me cuenta mi primo porque, tras sus 18 etapas, me hace partícipe de sus experiencias, para mejorar la mía y con el fin de que yo no cometa alguno de sus errores. Bueno, ésta es la teoría; la realidad ya se verá. Cuando llega Lourdes, seguiremos completando e intercambiando información. Yo tomo algunas notas. Me da un mapa, que recorto y puede serme de utilidad. A pesar de todo y de estar mejor conmigo, con su mujer tiene una actitud muy similar a la de siempre; el viaje le ha venido bien, pero sigue estando agresivo con ella; no debe ser fácil convivir con alguien que sufre depresiones y oscila desde el bajón moral hasta la euforia. Veo a mi prima que tiene que andar con pies de plomo, pensando bien lo que dice; y no siempre acierta. Lourdes prepara una ensaladita de tomate, pimiento, cebolla y aceitunas; corta jamón y un plato de queso y embutidos y fríe unas patatas con cebolla y salchichas (yo comeré 6 y Rober 3). Todo buenísimo y aderezado con un rico vino tinto. ¡Qué bien me cuidan mis primos! Y eso que todavía no he adelgazado lo que me espera (7 kilos y medio, al final del viaje). Lourdes ha lavado mi ropa sucia y ahora está tendida, secándose en la gambara. Nos vamos a la cama, ellos a la suya y yo a la que me han asignado, sin poner la tele.
Lo mejor del día en Santurtzi y el rato que he disfrutado en La Salvaje.

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