viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 15: Guriezo-Noja

15ª Etapa. 09 de junio de 2006. Viernes.
Guriezo (El Pontarrón), Oriñón, Liendo, Laredo, Santoña, playa de Tregandín y Noja.
¡Qué bien he dormido! A las 6:30h me despierto, afeito, ducho, recojo todo y salgo para las 7:10h. Dejo las llaves en el sitio indicado y paso el río Agüera, cruzando por el puente en dirección Laredo. Saco una foto entre árboles (pinos u eucaliptos), subiendo hacia Oriñón (se entrevé la ría). Está a punto de asomar el sol por la montaña.




Un poquito más adelante podré ver los arenales de Oriñón, con la playa Arenal de Sonabia, que también figura como nudista, pero a la que no bajaré. Creo recordar de otra vez, que es una playa recomendable, aunque la recuerdo como playa abierta, poco protegida. Y, a lo lejos, se ve el puerto natural de Islares (mi prisión, ¡que recuerdo!).





Llegando a Liendo, me encuentro con un pastor de cabras; me dirá que no merece la pena subir a un mirador recomendado, debido a que los árboles que están delante han crecido tanto, que no dejan ver el magnífico paisaje. A la entrada de Liendo, una señora me dirá que podré desayunar en la curva, al terminar la recta que veo, a la salida del pueblo. A las 8:40h ya estoy desayunando: café con leche, croissant y bollo-bomba de crema y me dan un caramelo Respir, que también engullo. Son las 9:15h, cojo agua (todavía no será de Solares) y, de nuevo, en marcha. A las 9:50h llego al alto del puerto y pasa un DZZ (no tengo palabras). Hoy no he escrito después de desayunar, porque ayer ya lo escribí casi todo. Me encuentro con una señora de 85 años que da un corto paseo por el arcén, para fortalecer el corazón que ya flojea. Le ha gustado viajar y lo hacía en muchas ocasiones: tres veces a la Argentina, donde tiene hermanas y otros familiares, y también ha viajado con el Imserso. Es bueno viajar, me dirá. Lástima que ahora no puede. Cuando llegamos a la curva, para un coche con un joven, ¿su nieto?; le dice que diga a alguien que su marido no está bien. "¿Y cuándo te casas?", le pregunta. No le gusta que conviva con una chica sin estar casados, me dirá. Me despido y sigo hacia Laredo. La carretera me lleva por el interior y muy por encima, lejos de la costa. Me ha dicho un señor que hay una escalera para bajar y la busco, sin encontrarla. Pregunto a una chica, y no tiene ni idea de que la haya. Pregunto a un barrendero, que me indica exactamente el lugar. Luego encontraré a la chica, y ni se ha enterado de que la ha pasado de largo; me la volveré a encontrar por tercera vez abajo. Al final de las escaleras, encuentro a cinco adolescentes jóvenes: Jesús Rivero, Daniel Gutiérrez, Ismael Sánchez, Isaac Navascués y Gonzalo García. Hablamos de mi camino, de nudismo; alucinan. Daniel es el que más sonríe. Hacen un paralelismo de Ismael con el cantante y, al marcharme, Jesús dirá que cuando lance un disco… y todos nos reímos; cualquier bobada es buena para reírse. Entro en una librería para comprar otra libreta, pues a ésta le quedan ya muy pocas hojas; en la primera no encuentro y voy a otra y, en la calle, me encuentro al caminante aprensivo; me dice que él ha hecho el camino tres veces, pero que siempre va a hotel, porque siempre va con chica y en los albergues no se puede follar con intimidad. Se ve que lo que más le gusta del camino es follar a gusto, al menos, esa es mi conclusión. Me pareció bastante fatuo. Me añade que él no podría hacerlo como yo, solo y durmiendo en cualquier parte; pasaría miedo. No encontraré libreta adecuada ni en la 2ª librería, ni en la 3ª, ni en la 4ª, que, teóricamente, es la mejor. En ésta, el dueño me dirá que no encontraré el tamaño que quiero. Paso por unas baldosas que tienen unas rayas que van haciendo como olas y parece que el suelo tuviera movimiento; ¡lástima que no saqué foto!, ¿serían iguales a las que el año próximo, 2007, encontraré entrando a Ovar, en la Estremadura portuguesa?
Bajo a la playa y me encuentro con un gran grupo de escolares de primaria y cuatro profesores que están hablando, mientras el resto supervisa; son de Sestao, de La Salle e Hijas de la Cruz, que se fusionaron para sobrevivir. Les digo que hago la “quinceava” etapa y me corrigen, como buenos maestros, la decimoquinta. Algo raro; creo que es la primera vez que estoy en Laredo en que no hace viento en la playa y con una temperatura muy agradable. Hay mucho pescado fresco muerto en la orilla; ¿lo habrán tirado de algún barco por ser de pequeño tamaño, o por exceso de captura?; me parecen txitxarros (jureles). Una señora los selecciona y recoge en una bolsa. Alcanzo a una pareja de Madrid, que camina en mi misma dirección, hacia Santoña; hablaremos del camino y de la tregua de ETA; cuando se vuelven y me quedo solo, la playa ya se está estrechando en la zona de arena seca y decido quedarme donde, por las dunas, ya se ve algún desnudo. Me doy un baño y paseo para secarme.


 Me pongo la visera, y camino hacia Santoña pero, al pasar cerca de dos chicos que quieren hacer kite-surf, pero no pueden por falta de viento, les oigo la palabra Tarifa y, al oírla, me da pie para intervenir. Son Iñaki y Enrique. Charlamos un rato y, a lo mejor, nos vemos en Bolonia (Zahara de los Atunes) o en Tarifa, que es donde piensan ir avanzado el verano. ¡Iluso de mí! No llegaré allí hasta el verano de 2008. Una chica textil se ha colocado cerca de donde estoy y sube para ver cómo son las dunas. Hoy no, pero normalmente, protegen del viento, pero no creo que lo hagan de la arena arrastrada por él. Hablo con ella del camino que estoy haciendo y de las playas nudistas de la zona; luego se acercará José María. Bajo a coger mi lista de la mochila y cuando subo, la chica que nos ha oído también sube a enterarse, se trata de Elena y ambos son de Bilbao. Luego se pondrán a hablar de sus trabajos y me despido y parto hacia el final de la playa, de donde parte el barco para Santoña. Llego en el momento en que está amarrando, carga los pasajeros y parte enseguida, antes de las 13:15h. Me he marchado de la playa porque se ha levantado viento y arrastra arena algo molesta. En el barco, el piloto me cobra 1,50€ y ofrece conservas: bonito y antxoa. Quiero coger agua de alguna fuente pública y un señor se empeña en que pida en un bar; al fin encuentro una fuente que temblequea al presionar el grifo. A las 13:45h llego a El Dueso ¿Y la otra construcción, más frontal a Laredo, qué era?, ¿la antigua cárcel? Se hace raro ver tanto Guardia Civil. Huele muy mal, como a cenagal de aguas estancadas.

En una pancarta veo una reivindicación sanitaria de funcionarios de prisiones. Foto. Llego a la playa de Berria y asciendo una pequeña montaña, como duna consolidada, pero muy joven, que hace que la ascensión sea muy dura pues, al pisar, la arena se desliza y desmorona la montaña (como en Merzouga); espero ver al otro lado alguna pequeña playa, pero me encuentro con Tregandín, la playa nudista anunciada en mi lista. Se trata de una playa larguísima que llega hasta Noja. Desde arriba se ven muy bien las rocas que hay a lo largo de toda la playa, que le dan una tonalidad ocre y bonita. Sacaré la foto 38 del 4º carrete, pero no me la darán (quizás saliera incompleta) y me quedo sin documento gráfico.


 Antes Zoe me sacará otra en su zona, justo al bajar los últimos escalones de la loma, que será la nº 37 y el único recuerdo de la playa de Tregandín, totalmente recomendable para los amigos del nudismo. Zoe es un nudista con la piel muy curtida (ese nombre sólo lo conocía aplicado a fémina: Zoe Valdés, y me sorprende en chico), con buena figura y entre 30-35 años. No me pongo ni muy cerca, ni muy alejado de él, para dar pie a conversación, si él quiere. Me daré tres o cuatro baños, pero el no lo hará porque está el agua muy fría. Más hacia Noja, se van colocando otros nudistas, entre árboles, algunos vienen de la playa de Berria y otros de Noja. En total, estaremos media docena. Hay una pareja de textiles, que se irán y volverá sólo ella. Escribo el diario y costará entrar en conversación con Zoe; iniciamos con algo acerca de las playas nudistas de Cantabria, donde dice que están las mejores; su lugar preferido es Covachos (tomo nota y la encontraré). Para vivir, le gustaría Liencres. Estando con este tema, le llaman varias veces al móvil y todas ellas corta la llamada; cuando me voy a bañar, llama él (¿o le han llamado y esta vez ha cogido?; en cualquier caso, se tira una hora de teléfono. Al final, deja de hablar y le comento el hecho. Está cabreado: un amigo, que no asume su responsabilidad en las cosas que le están pasando; espera que él le resuelva sus problemas. La conversación se ha suspendido por falta de batería ¿o de saldo? Antes  me ha enseñado en su móvil una playa de las que estábamos hablando, pero se veía mal. Le digo que, si su amigo recurre a él, es porque anteriormente él le habrá dado respuestas positivas o, al menos, que le gustaron. Está cabreado porque, si él viene a la playa para alejarse de sus problemas, o para reflexionar sobre ellos, no tienen derecho a molestarle. Considera que el móvil es necesario para algunas situaciones de emergencia pero, para otras, supone una alteración y una forma de inmiscuirse en la vida de los demás, en una forma de control, ¿dónde estás?, ¿qué haces? y no tienes que dar a todo el mundo cuenta de tu vida. Charlamos de pisos. Tuvo una novia que trató de controlar su economía (hasta le sacó de Internet toda su situación bancaria). Cortó con ella. Ahora tiene otra. Tuvo una casa en Santander, la arregló a su gusto, pero no le agradaba el lugar. La vendió antes de tiempo y, este año, va a tener que devolver más de 12.000€ a Hacienda. Se queja de que el banco, donde ha hecho siempre todas las operaciones, no le asesorara bien en este sentido. Hizo dos intentos de compra de pisos muy bonitos en Liencres, de nueva construcción, y se los quitaron delante de sus narices, mientras hacía la gestión bancaria y quedándose sin un duro. Tiene trabajo estable. Siente frío y se ha puesto la camiseta; me visto y nos vamos charlando hasta que llegamos a la zona, al par de la cual ha dejado el coche. Nos despedimos. Dice que Zoe es nombre bíblico. Se queja de los vascos: ¡han encarecido el precio de los pisos y han copado gran parte de la zona! (pienso en mis amigos de Durango). Una vez solo, me centro en Fernando y Mari Cruz, pero no he traído el número de teléfono de Durango, ni sé la dirección de su casa en Noja. Sería mucha casualidad que estuvieran aquí y que me los encontrase. Dejemos al azar que actúe. No hay nadie ni en la policía local, ni en el Ayuntamiento. Se me acerca Juan y me pregunta: ¿peregrino? Y me dice: el hostal invita a una bebida. No me apetece tomar nada y agradezco la invitación. Me ofrece habitación por 18€ y cena por 10, que rebaja a 8€ y, si quiero, desayuno a las 8:00h. Acepto, y dejo los trastos en la habitación nº 2 de la Hosteria La Casona y, sin ducharme, voy a dar una vuelta por el pueblo. Juan me indica cómo ir a la playa de Ris y ando kilómetro y medio por la cornisa en un paseo precioso; pero, cuando estoy todavía sin salir del casco urbano, caen un par de gotas gordas, que duran dos segundos, y me refugio, pues parece que tiene ganas de descargar, bajo un balcón que tiene unos escalones debajo y donde me parece que voy a estar confortable; empiezo a sacar los materiales de dibujo pero, como no llueve, vuelvo a salir. Me encontraré a dos madrileños maduros, que dejan alejarse a sus mujeres por delante, enlenteciendo su marcha para no ir con ellas. Como ellos se paran conmigo, ellas se reúnen con nosotros. En este grupo, constato que las damas superan a los caballeros; uno de ellos, en especial, que es de los que no han evolucionado con los tiempos. Cree en Dios y en vivir bien, me dirá; yo diría: como le gusta vivir bien, le resulta cómodo creer en el Dios hecho a su medida. Estuvieron en el País Vasco y, en Hondarribia, visitaron el Parador Nacional Carlos V; en Pasajes de San Juan comieron en un buen restaurante; adivino que se trata de Casa Cámara. Está empeñado en convencerme de que Dios existe, ¡ardua tarea! Empieza a llover, y me refugio bajo un voladizo en el que hay sillas, frente a la iglesia.

La dibujo, aunque con algunos errores de ubicación evidentes (pero no traje goma de borrar y no la voy a comprar); será un ejercicio más, sin pena ni gloria. Voy al hostal, pues ya ha parado de llover; me ducho y bajo a cenar. He saludado previamente a mi tocayo Javier, que hace de recepcionista, ayudante de cocina y de comedor y lo que se tercie; es peruano. También saludo al cocinero, que me preparará buena ración de espaguetti y una carne de zancarrón, pero fileteada, como si fuera lengua rebozada, con una salsa rica y, de postre, cuajada (nuestra mamia) con mermelada. En el comedor, tres hermanas de avanzada edad, están jugando con baraja al tute, se juegan monedas. Luego vendrá la hija de la mayor (al menos es la que parece estar más deteriorada), para llevarla a casa. Otra es la esposa de Juan, el dueño, que asigna mucho mérito al caminante (o sea, a mí) y, la tercera, destaca por ser muy gruesa. Ha cenado pasta, pero sin condimentos y luego, hablando con otro grupo, pues el del tute ya se ha deshecho, habla de los niños, de sus cinco nietos (yo, entonces, sólo tenía dos) y se queja de que le cansan. Le gusta verlos, pero estando sus padres. Le digo que será por sus limitaciones físicas. "¡Otro que me está llamando gorda!", me dirá. Mi experiencia con mis nietos es tan distinta… El grupo no se presta a que interaccione más. Aparece Juan, y cuenta un chiste sobre el caballo de Jesús Gil; lo he olvidado (o no lo entendí, o no era bueno). Me llamará a las ocho para desayunar. Me doy una vuelta para ver si veo a los de Durango (hoy es viernes, y pudiera ser que hubieran venido a pasar el fin de semana); hay mucha gente en los bares. Regreso. La clave para entrar al hostal es 2006. Me acuesto. Me echaron el sello de La Casona en la credencial. Está en la plaza de la villa de Noja. No tiene ningún dibujo que destacar.
Lo más interesante del día han sido los bañitos en Laredo y Tregandín, las minicharlas con los cuatro amigos al entrar en Laredo (lástima que no se me ocurriera sacar foto), y con los kite-surfistas Enrique e Iñaki. Lo mejor, la charla con Zoe ¡no sé si le habré aportado algo! Y la buena atención en La Casona (26€ muy bien invertidos).

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