viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 5: Irun-Orio

5ª Etapa. 30 de mayo de 2006. Martes.
Irun, Oiartzun, Errenteria, Donostia-San Sebastián, Orio (por Igeldo).

Como ya estoy en la costa, os presento mi lista de playas nudistas para todo el viaje norteño.










El despertador me suena a las 6:00h, y para las 6:15h ya estoy en la calle, tras un desayuno frugal. Bajo bolsa de papel y otra de envases para reciclar. Paso por la galería de arte Kokoschka: ninguno de los tres cuadros del escaparate están ni adquiridos ni reservados ¡A ver si empieza a moverse el mercado! Fotografío una de las señales de latón, indicadoras del Camino de Santiago en la ciudad, y que fueron sustituidas.

 Queda esta foto para el recuerdo.



A las 7:00h llego al lugar donde comenzamos el Railly fotográfico de Olaberria, en aquellos primeros tiempos en que la plataforma que se creó para la protección del valle, y los vecinos más afectados y sensibilizados, hicieron propuestas para ponerlo en valor. No voy nada bien con el calzado que me he puesto. Me aseguraron que iba a llover y me he puesto las deportivas y, con el pie encerrado voy fatal.


A las 7:30h llego a la curva que gira hacia Ventas, así que abandono la carretera y me dirijo hacia Gurutze, donde llegaré hacia las 8:00h.
A las 8:25h estaré en Elizalde y sacaré una foto de la plaza, con el Ayuntamiento de Oiartzun, el frontón y la Iglesia de San Esteban, en cuya restauración, Vera también tuvo alguna intervención y sus compañeros de trabajoí; aunque creo que fue coincidente con el periodo de gestación de su primer hijo, Gari, mi tercer nieto. Al pasar por la plaza, hay cola con clientes de la Caja Laboral que están esperando a que abran. El dueño del restaurante del polígono de Ugaldetxo, donde trabaja mi amiga Mertxe, de Ponferrada, ha dejado a sus niños en el bus de la ikastola y va al trabajo, así que tendré compañía y conversación hasta allí. A las 9:00h, estaré en Txiki-erdi. Al llegar a Zamalbide me asaltan las dudas, pues hay una señal que indica 2 Rentería 2, es decir, que a Errenteria hay dos kilómetros, vayas por una dirección o por la contraria ¿Y cuál es la que me llevará a los pabellones industriales de Masti-Loidi?; en la zona de casas no hay nadie fuera para preguntar; sólo perros ladradores. Me cabreo y grito, pero no sale nadie. Vuelvo a la carretera y paro a un coche que no me puede decir nada, pero el chofer de la camioneta que para detrás, conoce bien el lugar, y me da la mejor solución posible: bajar por los pabellones, pasar rotonda pequeña, luego rotonda grande y coger un camino que está cortado para los coches, pero perfectamente terminado, que me llevará a Gureak. Iñaki Azpeitia me invita a un capuchino descafeinado y como pastas del cumpleaños de Ascensión Naveiro; José Mari Gezala me sella y firma la credencial (2ª firma y no será la última); Tiburcio Alzualde, el jefe, ha tenido que ir a una reunión y no le podré saludar. Saludo al resto, Carmen Díaz, Josune Berzosa, Mikel Zabaleta. Javi Aldaz ha cubierto mi plaza. Traen minibocatas de tortilla. Me pesan la mochila (8,076 kg.) y la mochilita (1,570 kg.), así que no llega a diez kilos, pero habría que añadir el peso de la ropa que llevo puesta, así que sería kilo y medio más. Por tanto, cuando digo que iba con 10 o 12 kg., no digo algo inexacto. Menos mal que hoy, una vez consumido lo que compré en St.Etienne, ya no llevo ninguna bolsa adicional. ¡A ver si en el futuro las consigo evitar!
 Antes de marcharme, me saco una foto con los otros encargados: Mikel Zabaleta y Javi Aldaz, que es el que llegó para sustituirme, y con Iñaki Azpeitia y dos de los operarios a los que tuve al cargo de la limpieza y el comedor: Noemí Conde e Iker. Antes mis compañeros se han esmerado en darme medicinas para acción subcutánea en la rodilla y, aparentemente, parece que se alivia, cuando salgo de allí a las 11:10h, pero pronto me daré cuenta que el milagro no se ha producido y, para colmo, hoy volveré a andar más de lo que fuera  aconsejable. Al salir, Mikel me recomienda seguir a San Marcos por Txirrita-Maleo, ¡qué acierto! Lo malo son los camiones de la escombrera. ¡Cuándo se hará la incineradora! Ahora, cuando lo leo en mi diario, después de tanto tiempo, me pongo a reflexionar en todo lo que ha ocurrido desde entonces. En aquellas fechas, a pesar de la oposición de sectores interesados en demostrar la insanía de las incineradoras, algunos con intereses espurios, que no hubieran movido un dedo si la instalación hubiera ido a un lugar más alejado de sus viviendas, yo creía que se llevaría a término. El municipio se había gastado un pastón en el proyecto, en terreno de Hondarribia, en beneficio también de Hendaia, a la que se le alejaban los riesgos de polución de gases y humos, una incineradora local, para cubrir las necesidades locales y con la mentalidad de no mandar más porquería a San Marcos, en el municipio de Errenteria, y ¡que cada cual se coma su propia mierda!  Luego llegó el proyecto de una macroincineradora para toda la provincia, que echó al traste el proyecto local que, de llevarse a cabo, creará un trasiego de camiones de basura que aumentará los niveles de contaminación que se querían evitar. En el momento en que escribo se ha producido el maremoto del Japón y el consiguiente peligro de contaminación por la destrucción de la planta de energía nuclear. ¿Qué consecuencias tendrá para el futuro?, ¿qué medidas se tomarán de cara a la sostenibilidad del planeta? Habrá que dar tiempo al tiempo. He hecho una llamada perdida a mi hermana Sagrario y me responde enseguida y me pilla en la carretera, con todo el ruido de camiones. El spray que me habían echado en la rodilla iba muy bien, pero va perdiendo efecto calmante. ¡Pensaba que iba a ser más milagroso! A las 11:50h llego al cruce de San Marcos y me dirijo a Lau Aizeta (Cuatro Vientos) y a las 13:00h llego a casa de mis amigos de Egia. Sólo está Arantza, pues Martín ha ido a Eibar, para sellar con Dani la tarjeta del paro. Me prepara una sopa de fideos de arroz con chorizo que me sabe a gloria, pero estoy muy cansado. He bebido vino y comiso un plátano y va a dejar la piel a la vista para que pregunte Martín al regreso. El vino me ha dado somnolencia y me echo un poco en el sofá. Salgo a las 14:30h. Le dejo una nota a Maite De Diego en el estanco de Duque de Mandas, enganchada en un gozne de la persiana metálica: ahora no recuerdo el texto, pero tendrá respuesta. A las 15:00h dejo el libro de Djuna Barnes en el Koldo Mitxelena, sin leer, claro; creo que justo acabé el primer capítulo. Me servirá de experiencia para los viajes de los próximos años. Leeré El bosque de la noche a mi regreso a primeros de agosto. Lo tenemos para el taller de Libro-forum de octubre en la Biblioteca municipal Ikustalaia de Irun. Me habría encantado darme un baño en la Zurriola, con mis amigos nudistas, pero no tiene sentido quedarme en Donostia a pasar la noche.
Para los amigos de hacer nudismo y como he dicho en el prólogo, os diré que mis playas preferidas son la de Hendaia, donde, al final, hacia las gemelas (dos islotes que en marea baja pueden quedar unidos al continente rocoso), hay una zona tolerada. No es oficial, pero tras mucho pelear, muchos nudistas, la mayoría de este lado de la frontera, consiguieron que no fueran perseguidos por los que se les llena la boca con su “liberté”. Allí, se pasea desnudo, se juega a pala, van familias con niños y se forma un buen ambiente entre los asiduos. Para mí, lo peor, estriba en que el final de la playa de Hendaia se convierte en un gueto nudista y yo soy más partidario de playas mixtas en las que cada cual practique su opción, con respeto a la opción del otro y en la que un matrimonio mixto (nudista y textil) no tenga que estar separado. En cuanto a la otra playa, la de la Zurriola, debo decir que es una playa urbana, pues está en la propia ciudad de Donostia-San Sebastián, junto al Kursaal del arquitecto Moneo, sede del Zinemaldia, Festival de Cine. Es una playa mixta, en la que conviven las dos opciones, pero a la que se animan pocos nudistas. Hay muchos nudistas donostiarras que, yendo a Hendaia, no se les ocurrirá jamás ir a la Zurriola. Hay también nudistas que en Hendaia se desnudan y en la Zurriola no se desprenden del bañador. Yo soy feliz allí; charlo, leo, paseo, me baño, tomo el sol, tengo amigos (más nudistas que textiles) y cuando más disfruto es cuando voy con mis nietos y todos andamos como vinimos al mundo. Es ideal para ir con los niños, especialmente en marea baja. Los castillos en la arena; la barca de arena orientada al mar, cuando empieza a subir la marea, es ideal para el juego de construcción que luego destruye las olas, y cogiendo quisquillas en las rocas cúbicas del espigón. Yo cuando más la disfruto es en el Festival de Cine, ya que me permite, entre peli y peli, darme un chapuzón y tomar el sol. Si no tienes prejuicios y no temes que te pueda ver tu jefe o tu vecina, te la recomiendo. Hay otra opción, la de la Isla de Santa Clara. En junio de 2003 se hizo una experiencia en la que participé, para que fuera declarada nudista. La organizó mi amigo José Mari Cristóbal (al que os presentaré cuando me lo encuentre con su mujer y su hijo en Estepona). Fuimos un grupo de unas sesenta personas y pasamos muy bien el día, no sólo en la playa, sino que luego comimos también desnudos en las zonas acondicionadas para comer entre la arboleda. No lo puedo asegurar, pero creo que la experiencia no cuajó. Tiene el inconveniente de que hay que ir en barca; si no tienes propia o alquilada, tienes que ajustarte a los horarios del servicio oficial; también son una pega los cambios que puedan afectar a la climatología a lo largo del día. Yo no he vuelto, así que no tengo mucho más que decir. La playita es pequeña y en marea alta prácticamente desaparece; pero aún queda la opción rocas. Tuvimos suerte y nos libramos del chapapote que llegó de Galicia. Infórmate por si acaso quisieras ir.
Y continúo por el paseo de la Concha. Al llegar al pico del loro, tras pasar el túnel, doblo hacia el mar subiendo unas pocas escaleras y yendo hacia abajo me dirijo a la escultura que hizo Txillida en homenaje a su amigo Ruiz-Balerdi.


 Es una escultura pequeñita y escondida, pero a mí me emociona: es un abrazo entre amigos y no me resisto a fotografiarla. Intento hacerlo yo solo, pero no tengo certeza de que haya salido bien, así que pido colaboración a un pescador y, aunque tapo Igeldo, me saca abrazando al abrazo. Ahora somos tres los amigos. A las 15:30h, inicio la ascensión a Igeldo en Marbil y a las 15:55h, llego donde solíamos dejar a Erika, en Leku-eder. El camino está perfectamente indicado, salvo en un punto en que han hecho otro de piedra arenisca nuevo y en que la señal anterior no está nada clara. Hay un puesto de agua, en el que escribo entre 16:15 y 16:25h, donde indica que hay otro a hora y diez minutos, aunque yo tardaré diez minutos más. A las 16:45h, veo suelto un negro macho cabrío y aviso al que atiende la vaquería. Va donde él, pero no hace nada. A las 17:25h, dejo la pequeña carretera e inicio por un sendero. Desde allí, ya iré renqueando y llegaré desfallecido a la casa de Rosa, en la entrada de Orio, que será mi albergue por esta noche. Pero no nos adelantemos, que aún no he llegado. Bajando la calzada Nagusia, me adelanta Legorburu, un exjugador del Real Unión; me ve tan mal, que le creo un dilema: o me atiende, sin saber realmente qué hacer conmigo, porque acompañarme no sirve de mucho y llevarme, aunque es un tiarrón, tampoco podrá, ¿llevarme la mochila?; si se para, perderá el tren de las 20:00h, que espera coger en la estación de Euskotren de Orio. El programa de paseo que suele hacer es el de venir andando desde Donostia y volver en el tren. No es mal plan; lo podría hacer yo algún día, pienso; pero, a día de hoy, tras pasar cinco años, nunca lo he hecho. Volvamos con Legorburu. Después de apiadarse de mí, le convenzo diciéndole que llegaré, como sea, al albergue. Así que se va, más tranquilo, a su tren. Espero que llegue a tiempo y que no lo pierda por mi culpa. Cuando entro al albergue de Rosa y ella me ve llegar, ya  ha dado de cenar a los peregrinos del día (dos franceses, una alemana y un alemán, que volverá más tarde), pero me dice que descargue las mochilas, me asee y descanse un poco, que luego ella va a cenar con unos amigos y que cenaré con ellos. Además de los extranjeros, están también una pareja de Madrid, ella catalana, Antonio y Chon, Juan Mari y una cuadrilla de amigos que el viernes se agruparán para iniciar, todos juntos, el camino en Gernika. Los pies los tengo mejor de lo que pensaba. La ducha masaje ha sido muy gratificante; estoy bien y relajado (ya sin peso y sin cargar la rodilla). Lola se maravilla de que no dé nada de vaselina a los pies (la verdad es que, hasta no llegar a Barrika, no cogeré el hábito de darme aloe-vera). Me invitan a un vino previo a la cena. Cenamos una ensalada muy completa, que entra muy bien y filetes de cerdo en salsa, buenos, aunque alguno quedó medio crudo, pero la salsa está riquísima. De postre, pastelitos, ¡qué ricos! Después de la paliza del día, mi estómago está agradecido. Lola y José Mari no son novios, aunque lo parecen, porque se quieren mucho, como amigos. Javier está haciendo un curso de Cata de Vino, con maridaje, similar al que yo hice y ¡oh, casualidad! Con el mismo profesor, Guillermo. Escribo una postal a nuestro profesor común y se la entregará él. Al día siguiente, Rosa me dirá que Javier está en horas bajas, porque se acaba de separar y todavía está en período de adaptación. ¡Qué pena no haberlo sabido ayer! Podía haberle aportado algo desde mi experiencia. También para mí fue muy duro. Después de la cena, cantamos, nos reímos, contamos anécdotas de nuestros caminos. A Pilar le encantaría participar en mi grupo de Lectura dramatizada que dirige Ana Pérez en la Biblioteca de Irun. Está agresiva y fastidiada porque, ahora que está a punto de cumplir los sesenta, el contrato de relevo lo van a aplazar hasta los 61 años. Yo no creo que sea así, y le recomiendo que se informe bien en los sindicatos. Javi ayuda a Rosa a recoger los platos y a fregar. Antes le había ayudado a poner la mesa, mientras Juan Mari colaboraba en la cocina. Para finalizar la cena, me han obsequiado con un chupito de orujo. ¡Estaba buenísimo! Olvidaba contar que, mientras cenábamos, ha llegado el alemán, del que había comentado que se iba y volvería. Me lo cuenta Rosa. ¡Es un culebrón! Este alemán conoció en el camino a otra compatriota 14 años mayor que él; parece que hubo atracción mutua, pero que el muchacho no acaba de decidirse. Por lo que parece, ella busca un bebé y él una mamá que le cuide las heridas y le mime. ¡Mal pronóstico tiene! Parece ser que anteayer le dio ella el ultimátum y él no reaccionó; así que ella siguió camino, pensando que él le seguiría, pero no ocurrió así, por lo cual, la alemana le llama a Rosa para que haga de intermediaria. Aunque enfadados y separados, parece que mañana se verán en Deba, pero Rosa no se fía de que acierten con el lugar de reencuentro. Es probable que mañana Lola lleve al alemán hasta Deba, si no hay nada en contra por parte de él. De todas formas, Lola se lo está pensando. Al final no sabe lo que hará. Antes de que se fuera por la tarde, he visto las llagas y ampollas de sus pies. Me dice Rosa que puede estar un par de horas contemplándoselos y curándolos; yo creo que es debido a que se anda mucho y aunque las botas sean buenas, de buen cuero, el pie no respira, se recuece dentro y surge lo que surge. Mañana volveré a las sandalias y ya sin calcetines, definitivamente.  Como decía, cuando llega, tarde, ya estamos terminando de cenar. Rosa le pregunta si quiere comer algo, pero dice que no; la carne no la va a comer porque es vegetariano. Al final acepta el ofrecimiento de Rosa y le hace una ensalada y una tortilla y algún pastel que repite. Le digo que los pasteles tienen grasa de cerdo, pero el vegetariano no se inmuta (parece que lo es de conveniencias). Mientras el alemán cena y nosotros charlamos, Pilar, con su forma agresiva de hablar, le mosquea, sobre todo cuando se da cuenta de que estamos hablando de él. Yo hablo con el alemán un poco en francés y Antonio lo hará en inglés. Bueno, acabada la cena, defecaré y me quedaré como nuevo. A las 23:30h nos vamos a dormir. Los amigos se han ido antes. Al meterme en el saco y querer cerrarlo, me doy cuenta de que se me ha salido la guía de la cremallera y no acierto a engancharlo y, por no encender la luz para no molestar a los durmientes, dormiré con él abierto; sin problemas, porque la temperatura es alta y estamos bajo techo. El mayor problema lo tengo con la almohada (debiera haberla probado antes); es demasiado alta y hasta que decido ponerla a los pies, para tenerlos en alto, y me haga una almohada más baja con mis ropas, no dormiré. Durante la noche, me levanto una vez y hago de vientre; esta vez con menos consistencia. Estoy guapísimo con el pareo; menos mal que está oscuro.
Como resumen del día: Bonito el paseo matinal por el valle de Olaberria y mejor lo bien recibido, mimado y curado por mis compañeros de trabajo. También me ha venido bien la sopita de mi amiga Arantza. Un gran palizón para mi tendinitis bien reconfortado por Rosa en Orio.

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