viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 6: Zarautz-Zumaia

6ª Etapa. 31 de mayo de 2006. Miércoles.
Orio, Zarautz, Getaria, Askizu, Zumaia.

Para no cargar más la rodilla, hoy me planteo día tranquilo y con idea de pernoctar en el albergue de Askizu, pasada Getaria, pero la dinámica del camino decidirá otra cosa y acabaré durmiendo junto al cementerio de Arritokietako Andra Maria, en Zumaia.
He dormido bien y me he despertado más tarde que días anteriores. A las 7:00 empieza a notarse movimiento en el amplio dormitorio. Me levanto, hago un lavado de gato y recojo algo de mi equipaje. Ayer lavé la camiseta y los calcetines y los dejé colgados secándose. Ahora la camiseta la meto dentro para que se termine de secar, pero los calcetines están muy húmedos y los dejo tendidos en el exterior; después, cuando salga caminando, los colocaré enganchados a la esterilla para que se vayan secando sobre la marcha. Desayuno café con leche, pan tostado, mantequilla, mermelada y una especie de dulce de membrillo, pero hecho con manzana por la propia Rosa, que está riquísimo. Ahora, observando el sello en la credencial, veo que el albergue se llama San Martín, y así aparece en la lista de Refugios, albergues juveniles y Campings del Camino del Norte que me dieron, en el Albergue de Irun, cuando recogí la credencial. Allí ya lo señala como particular. Después del desayuno, ayudo a Rosa a recoger y limpiar las mesas. Pago 20€ por todo, cena, cama y desayuno y a las 8:45h se van todos: Chon, Antonio y Juan Mari y, más tarde, los dos alemanes, que parecen compenetrados y dejarán en la estacada a la que les espera en Deba. Finalmente, ni Lola ni Rosa, tendrán que llevarlo en coche. Como no tengo prisa, pues preveo día tranquilo y me gustaría quedarme bañándome y tomando el sol en la parte nudista de la playa de Zarautz, me quedo dibujando el caserío, en cuyo bajo he dormido y que en su parte superior funciona como vivienda ¿familiar?
Sobre la puerta de arco de medio punto, hay una gran balconada, en el segundo piso se alternan balcones y ventanas y en el tercero una pequeña terraza abalconada con un interior que se vislumbra abuardillado, pero que no lo puedo asegurar. El dibujo lo hago en un trozo de papel de forma irregular y con grafito y tiene muchos fallos de medidas y perspectiva, pero me sirve para el recuerdo. Tras el dibujo, me concentro en el diario: hay mucho de ayer para contar. Me voy quedando solo, pues Rosa, su hermana y una vecina se van a tomar un café. Luego regresa Rosa y, antes de que ella baje al pueblo, nos despedimos. Son las 11:30h. Ayer anunciaron viento sur, pero noto cierto fresquito; hay nubes algodonosas. Recibo un mensaje de Maite, tras recibir el mío enganchado a su persiana: “Caminante no hay camino sino estelas en la mar!!! Desde la de Gibraltar hasta mi persiana para dejarme un abrazo de papel!!! Gracias y buen viaje”. Ahora que lo releo, ¿pudo ser este mensaje el que me dio la primera orientación de lo que luego terminaría en Collioure, ante la tumba de Antonio Machado? Hablo por teléfono con mi hermana Sagrario, le cuento y a las 11:45h, más tarde que ningún día anterior, y muchos de los siguientes, inicio esta 6ª etapa, que promete ser corta. Cuando voy a salir, llega desde Donostia, de donde ha iniciado hoy, Jose, de Valencia. Vamos juntos hacia Zarauz y tengo intención de contarle los últimos chascarrillos, el show del alemán, lo conocido y lo intuido, pero la cuesta arriba y otros temas que van surgiendo, la dejarán inconclusa; ¿habrá ocasión de concluirla? El azar… si es que existe…, (ya habrá ocasión de volver a este tema cuando me encuentre con Isidoro y Armonía). El camino va bien indicado y pronto avistamos Zarautz. Queremos bajar a la playa directamente, sin tener que dar la vuelta a la que nos obliga la carretera, y preguntamos a un hombre que está con cuatro niños. Nos dice por donde debemos ir, pero, prácticamente, no ganamos nada. Ellos son la avanzadilla de otro gran grupo de niños y profesores que vienen detrás; cuando nos alcanzan, sabremos que ocupan el Albergue juvenil de Getaria, donde Rosa ya me había dicho que no podía ir por estar ocupado por niños. Parece que ya están en su último día y que hoy se marchan, por lo que, uno de los maestros, nos dice que lo intentemos. Jose iba a venir conmigo a la playa nudista pero, como también tiene que lavar ropa, decide marcharse con ellos. Así que el encuentro con Jose ha sido efímero, como tantos otros del camino. Con todo, creo que ha cometido un error, ya que el grupo de chavales y profesores van en dirección contraria a la que llevamos nosotros. A las 13:15h me estoy dando el primer baño en el mar de todo el viaje, y en bolas ¡qué felicidad y qué sensación de libertad! Hay poca gente y media docena de nudistas. Tomo el sol hasta las 14:30h. Me he puesto protección solar en hombros, pecho, cuello y espalda (hasta donde llego). Hace aire y el sol se esconde entre las nubes, así que decido marcharme, a pesar de que la previsión era hacer día de descanso.
Antes de seguir adelante, para mis amigos nudistas, diré alguna de las características de esta playa, que transcurre a lo largo de toda la parte de costa del pueblo, pero en su parte más oriental es la menos urbana; esa condición es la que ha hecho que se haya ubicado allí (esa posibilidad en Donostia es inviable). Toda la playa de Zarautz es muy abierta al mar, lo que la hace peligrosa. Está vigilada, pero esta zona es la que recibe menos supervisión. Se recomienda seguir lo que dicen las banderas: verde (baño libre), amarilla (con precaución) y roja (prohibido), igual que en todas partes. Antaño era la zona más sucia, pues allí desembocaba un regato insalubre, pero, en la actualidad, parece que el agua llega depurada. Queda detrás del golf y tiene una zona de protección de dunas, con un acceso por camino elevado entre el golf y la duna, que permite acceder por escaleras a la playa. Camino discreto, que nada tiene que ver con el transitado paseo marítimo de la zona más urbana.
A las 14:35h salgo de la playa por el paseo de arriba, quedando entre él y la playa una franja para la protección de la duna. En Arguiñano, el paso está cerrado, pareciera que están rodando algo, y sigo por las esculturas de Dora Salazar, artista de mi pueblo, Altsasu, con la que hace mucho tiempo que no me encuentro. Me toparé con dos andarinas, y les cuento mi proyecto. Al inicio del paseo hacia Getaria, encuentro a otra mujer, que se muestra algo reacia a hablar; cuando ya nos estamos animando, se acaba la acera y tenemos que suspender la conversación, ya que resulta muy incómodo hablar yendo por el arcén, uno delante y otra detrás. Me paro en un acceso por escalera a las rocas, que me protegen del aire, que ha pasado a ser algo frío, y como queso con membrillo y frutos secos. En la playa de Zarautz había comido una manzana Golden bastante mala, que me habían dado mis compañeros de Gureak. Cuando llego a la playa principal de Getaria, la más oriental, no hay más de diez personas. ¡Realmente no hace un buen día de playa! En el monumento a Elkano, pregunto por el albergue a una chica y me orienta muy bien.
Lo malo es que, ya por interior, al llegar, el albergue de Askizu, está cerrado, y en la puerta pone “completo”. Llega una chica con una moto que mete un ruido similar a un cacharro destartalado y me dice que va a preguntar a su madre. Después de pensar un poco, creo que, si los chavales de esta mañana estaban aquí, en vez de completo, estará vacío y todavía sin limpiar. Además veo que el barrio es muy tranquilo y que, si quisiera pasar la noche allí, tendría muchos lugares adecuados para hacerlo, sin tener que pagar. Cuando vuelve la de la moto, me dice que me pueden abrir y que me costaría 14€ y pico. Me parece caro, y como es temprano y la distancia a Zumaia ya no es mucha, tomo la decisión de ir hacia allí, acercarme a la talasoterapia, y hacer el plan horario para mi tratamiento y comida de mañana. Tomada la decisión, ni me molesto en preguntar por la oferta de agroturismo, que también hay por la zona, pero que suele ser mucho más cara. En la plaza, hablo con una pareja que está con sus niños. A él le doy envidia con mi plan, me dirá que Zumaia está cerca y sigo el camino indicado; pero me pierdo en un prado. Asciendo a la parte más alta del mismo y, desde la altura, intuyo un lugar por donde salir de él. Efectivamente, allí hay un paso que me permite cruzar la alambrada y, cuando bajo por el nuevo camino, me encuentro con otro “contrato de relevo” y que está a punto de cumplir los 65, pero que le quedan algunas pocas jornadas por trabajar. ¡Sería terrible morir antes, habiendo trabajado todas las horas hasta los 65 años! Es curioso, no se me había ocurrido hacer esa reflexión. El encuentro es muy productivo para mis intereses; también el lugar ayuda, puesto que vemos toda la panorámica de Zumaia y, así, me explica dónde están la playa de Itzurun y la talasoterapia Zelai; por dónde deberé coger mañana para ir a Deba, que es por donde suele subir la marcha a Itziar, y me recomienda para dormir al aire libre la ermita Arritokietako Andra Maria; me dice que suele ser sitio muy tranquilo, que está junto al cementerio y, pienso, que los muertos no me molestarán por la noche; salvo que sea noche de ánimas y clamen por salir del purgatorio.

Para que él pudiera darme tan buena información, he tenido que darle todas las claves de lo que quería. Eso me reafirma en que ir sin tapujos por la vida es muy conveniente. Al menos, a mí, me va bien. Según voy bajando, dudo si darme un baño en la playa más oriental, pero me parece más interesante ir primero a Zelai y organizar el plan de mañana. Además, esa playa está próxima a la desembocadura del Urola, y me apetece menos que la otra que está muy cerca del famoso flysch, un acantilado de estratos inclinados precioso. No sé si entonces ya estaba considerado como de especial protección.
Por el puerto, y preguntando, llego a la talasoterapia, que está encima del flysch. Pido orientación a la chica que me atiende, le explico el mal que arrastro desde hace días en mi rodilla, y me recomienda hacer el circuito, y una sesión de vapor seco, adecuado para quitar dolores musculares. El circuito lo puedo hacer a las 9:00 y el vapor a las 10:30h. Si hago esto, me desaconseja la sesión de barro que, en otro caso, pudiera haber sido otra opción. Hay que tener en cuenta que el regalo de mis compañeros de trabajo consistía en: circuito, un tratamiento y comida, y me ajusto a él pues me parece suficiente. Mañana me enteraré que el vapor se llama Photonterapia; es como estar dentro de un sarcófago, pero con la cabeza fuera. Antes, o después del circuito, tendré una entrevista con el médico, quién confirmará el tratamiento recomendado. Una vez organizado el plan de mañana, me sellan la credencial y bajo a la playa de Itzurun, voy a la zona menos concurrida, y me doy un baño desnudo.
Al otro extremo hay un pescador que, de lejos, me observa y al día siguiente, casualmente, comentará el hecho con mi yerno, Mikel; se ve que quedó sorprendido de la naturalidad con que lo hice. Mikel le dijo: “seguro que era mi suegro”. ¡Y acertó! A esta hora, todavía da bien el sol, pero hay nubes que lo cubren y no acaban de desaparecer. Cuando lo hacen, el sol está ya muy bajo y sin fuerza, así que me voy. Hablo por teléfono con mi hija Sara; le digo que todo va bien y mi plan de mañana. Subo hacia la ermita. Elijo el lugar y, cuando voy a meterme en el saco, a las 21:45h, encienden las luces del porche que, de suaves, van volviéndose potentes y con un foco exterior más potente todavía, pensado para que el monumento se vea desde todos los lugares de Zumaia, me dejará atónito y  enfadado. ¡Yo que me imaginaba una noche tranquila!, en un lugar incontaminado, en penumbra y sin ruidos, ¡Cuánta contaminación lumínica! Por primera vez, si quiero dormir, tendré que meter la cabeza dentro del saco. Ceno queso y membrillo, y los termino; y, para colmo de males, empezará a levantarse un viento bastante desagradable. Oigo golpes por entrechocar de puertas metálicas y acabo por levantarme para cerrar la puerta del cementerio. Es por el ruido, no por temor a que a alguno le dé por salir a la noche a hacerme compañía.
Lo mejor del día, es que ya estoy en Zumaia y he confirmado mi circuito y decidido el tratamiento para mañana en la talasoterapia Zelai. Un buen encuentro con otro prejubilado veterano que me da buena información y noche junto a cementerio, que si bien no hubo ánimas, sí se despertaron en forma de luz, ruido y viento, y no me dejaron dormir adecuadamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario