viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 9: Ondarroa-playa de Laga

9ª Etapa. 03 de junio de 2006. Sábado.
Ondarroa, Lekeitio, playa de Ogella (Ogeia), Ea, Ibarrangelua, playa de Laga.

Antes de salir de casa, con todo recogido, me asomo a la otra habitación. Ibon está dormido en el suelo y se ve una cama con somier desmontado. Ha estado tosiendo en ocasiones; no le despierto, y le dejo una nota encima de la mesa de la cocina, desde donde veo, por la ventana, la vista de la playa de Saturraran.


 Salgo de la casa y cuento las escaleras que ayer no conté; hay unos 153 escalones y son las 7:15h cuando salgo en marcha por carretera.


 Charlo con un hombre de 63 años, al que le falta un riñón y el otro lo tiene justito. Tienen allí una pequeña huerta, en la que él ha trabajado los últimos años, pero su mujer ya no puede subir y él tampoco, así que se está llevando los trastos que le quedan de la huerta ¿podría decirse, los aperos de labranza?, y la abandona definitivamente. Se le ve triste; ¡lo que tiene apegarse a cosas terrenas! Es un buen ejemplo para que a mí no me ocurra lo mismo. Hay que tener en cuenta que sólo tiene dos años más que yo.





 Salgo en dirección a Lekeitio. He olvidado coger agua. A las 7:45h agito otra bolsita y la coloco ya calentita en mi rodilla, sujeta por mi rodillera. Todavía hace fresquito, pero viene buen día (cielo limpio y sol radiante), y aprovecho la parada para quitarme el jersey. 7:50h Atxazpi: un puente sobre el acantilado, donde está la peña del Fraile. 8:15h, dos coches en la carretera y dos pescadores abajo, en el acantilado. Hay poca circulación de coches y más ciclistas y paseantes. En el Km. 62 a las 8:25h, tras andar 5 o 6 km.,  charlo con uno de los ciclistas que he saludado al cruzármelo y que ahora, al volver, para y me indica un camping en el que podré coger agua. Cada kilómetro me cuesta entre 10 y 12 min. A las 9:20h llego al camping y cojo un agua fresquísima.


 A las 9:40h avisto Lekeitio a lo lejos, con su isla de San Nikolas delante. Saco la foto de conjunto desde un prado que están segando. ¡Qué rico olor a hierba cortada!




Bajando por carretera, saco foto de la basílica, que tiene un retablo y altar tallado en madera, magnífico, sin policromar, pero que hoy no veré. Busco un bar  y hago un desayuno bastante completo: zumo natural de naranja, pastel vasco, croissant y descafeinado con mucha leche; así que me cuesta 6,50€, casi como una comida, en el Txiki-txoko. Pago, escribo diario y miro en el mapa lo que me queda para llegar a la primera playa nudista de Vizcaya, que la sitúan entre Lekeitio e Ispaster (pero este pueblo está hacia el interior) y me orientará mejor el propio nombre de la playa: Ogella u Ogeia. ¿La encontraré? A las 11:30h salgo de Lekeitio. Al final de Ispaster, en un bar, me venderán media barra de pan. Sigo adelante hasta una bifurcación. Pregunto a un nekazari (labrador) que está quitando las malas hierbas de su plantación de cebollas y me dice que la playa ha perdido casi toda la arena pero que, con marea baja (a las 14:00h será la bajamar) me va a gustar.


Bajo y, efectivamente, la escasez de arena es un inconveniente, pero me va gustando más según la voy descubriendo. Cuando entras al agua por roca musgosa, de un verde brillante, pero nada resbaladiza, yendo con cuidado se accede al mar, en donde se puede nadar sin peligro; cada vez se encuentra una entrada diferente y que puedes variar. Una vez pasadas las rocas, llegas a zona de baño con agua más profunda y con fondo de arena. También se puede ir hacia el este y, antes de llegar a otras rocas, entrar en el agua hasta la zona que cubre, todo por la arena, sin tocar roca alguna. Hay gente nudista y textil; lo que a mí me gusta. Pero cuando llego, no hay nadie desnudo y pregunto en qué zona se practica nudismo y me responden que donde quiera. Lo hago en una zona en que hay un resquicio de arena, para estar más cómodo tumbado. Cuando regreso del baño, ya tengo cerca a otro nudista, que está con su pareja y un niño. Ella está en braga. Cuando él se va a la orilla para jugar con el niño, se pondrá el bañador. Luego ellos suben a comer y, a renglón seguido, el espacio dejado lo cubre otra pareja; él ha estado haciendo pesca submarina (con ningún éxito) y aunque, cuando están en la arena, están desnudos, cuando van al agua se “adecentan”. Les comento la jugada y me responderán que están todavía en proceso de acostumbrarse a ser nudistas. Otra pareja de textiles son remisos al baño, temen que el agua esté fría. Les doy argumentos sobre lo genial que se está después del baño, se animan a dárselo y luego me lo agradecen.

 Hago el dibujo del día, ¡qué difícil es plasmar las olas! Pregunto si es posible seguir por la costa, pues quiero evitar deshacer el camino, ya que ahora será cuesta arriba, pero me dirán que no y no me arriesgaré a intentarlo. Como lo que quedaba del York y dos quesitos y me termino de beber el “culín” de agua que me queda ¡ya cogeré más!, pues un chico me dice que hay una fuente después de subir las escaleras en la primera plataforma; aprieto el pulsor y está seca ¿la pondrán en marcha el 15 de junio?
Encuentro con los aguadores Isidoro y Armonía.
 De todas las personas posibles a preguntar, elijo a Armonía, que está descansando al sol sobre una toalla. Me dice que no sabe si hay o no una fuente, pero que tiene el agua suficiente y más para darme lo que necesite. Llama a Isidoro, que está metiendo cosas en el coche. Ella me llena la botella y, después de que yo dé un trago, me la vuelve a rellenar. ¡Qué bien! Otro problema resuelto y nos ponemos a charlar. Ellos esperan a otros amigos que vendrán con algún bidón más de agua. Desde el inicio, hasta el final de la conversación, se muestran encantadores. Desde que se conocieron, decidieron cambiar sus nombres; él se llamaba Isidro y lo transformó en Isidoro y ella no sé como se llamaba, pero se lo reconvirtió en Armonía. Son quiromasajistas en Barcelona. Ambos son separados. Isidoro tuvo una pareja intermedia que le duró dos o tres años, pues no puede vivir solo, y cuando le conoció a ella, supo enseguida que iba a ser la mujer de su vida. Se les ve muy felices juntos. Hablamos de casualidad, azar; para ella la casualidad no existe, todo obedece a razones de causa-efecto. Ella estaba en la toalla, cosa que no suele ser habitual y yo, ¿por qué la elegí para la pregunta sobre el agua? Opina que hay que estar en buena disposición y abiertos a lo que pueda llegar del exterior. En fin, ha sido un bonito encuentro que me ha deparado mi camino (vendrán muchos más). Armonía e Isidoro son una pareja entrañable que hace presumir serán buenos profesionales. Utilizan todo lo que la naturaleza les ofrece, con una visión humanista, pero no rechazan la medicina tradicional. Nos despedimos con un par de besos y deseando que el azar (u otras razones causa-efecto) nos vuelva a encontrar. A día de hoy, ese reencuentro no ha ocurrido, y como no nos damos seña alguna, cuando llegue a Barcelona no tendré ocasión de visitarlos. Si leéis esto, ¿daréis señales? Me gustaría.
Ya con el agua, a las 16:50h nos despedimos y llego al cruce para seguir a Ea a las 17:05h. Ya no está el nekazari de las cebollas para confirmarle que tenía razón, que era una playa muy bonita, en especial sus rocas verdes; su pronóstico había sido cierto. Llegaré a Ea con idea de coger más agua y comprar fruta. Nada más llegar un grupo vende nueces y otros se expresan a favor de alguna causa de carácter euskaldun, ¿libertad de prensa?, ¿acercamiento de presos? Una mujer, en la ventana de barra de bar, me indica dónde puedo comprar fruta. Luego me dirá, cuando vuelva a pasar, que le de recuerdos al Santo. También me informa que vaya calmoso, que me espera una hermosa cuesta; hermosa no, hermosísima. Pasa un coche por la carretera con matrícula DZV (dozava); sigue mi juego. La tendera me ha vendido dos peras y siete albérchigos. Me hace recordar que de niños así los llamábamos, mientras que después se hizo más habitual la palabra albaricoque. Me dice que no compre mucha fruta, porque se estropea; mejor comprar lo que se va a comer. La cuesta arriba se las trae. Pido agua a un chico que está a punto de arrancar la motosierra para cortar palets para hacer leña; coge mi botella, entra en casa y me la saca llena; también me encuentro con dos chicos jóvenes y una chica que llevan un niño en sillita; nos paramos para charlar, pero el niño protesta y me voy ¡hasta otra! La cuesta termina en Natxitua a las 18:45h. Pregunto a una cuadrilla de chicos, que están merendando, cuántos kilómetros quedan para Elantxobe: unos responden que 5 y otros vacilan: “sigue todo hacia abajo” No me gusta su respuesta ¡que los zurzan! Y, cuando llego a Ibarrangelua, me doy cuenta que me he equivocado de dirección y me he alejado de Elantxobe. Para los amantes de hacer nudismo, no podré dar información de la cala Lapatxa, que mi lista indicaba entre Ea y Elantxobe, ¡lo siento!

Saco foto a la iglesia de Ibarrangelua, pero no entro a ver unas pinturas recomendadas. Pregunto que cuántos kilómetros me quedan para la playa de Laga y una chica me dirá que 10 y su pareja que 4 y medio. Acierta él, para variar, ¡mejor! Llego bastante cansado a Laga. Después veo que hice unos 36 km. 



 Hago foto y me encuentro protegido por el cabo Ogoño. Un chico me recomienda que duerma por la zona de pinos, hacia el interior de la playa, pero opto por hacerlo en la roca que está en medio y que me permitirá colocarme alrededor, en función de por dónde sople el viento. Luego, no me moveré del sitio en toda la noche.



 Me doy un baño desnudo y me seco paseando. Ceno quesitos, fruta y frutos secos. Me meto en el saco, pensando que el sol se ocultará pronto tras una roca,  pero tardará porque se va desplazando a la derecha. Me levanto a pasear; la playa se ha quedado casi desierta: dos o tres parejas, cuatro niños y algún que otro paseante por la orilla. Por la parte más próxima a Ogoño, tres amigos se bañan desnudos. Uno de ellos sale del agua y les fotografía con el móvil. No te preocupes que es mi amigo, me dirá uno; además, no tenemos ningún atractivo especial. El atractivo de la juventud, les digo, ¿si os parece poco? Regreso al saco, y me acuesto definitivamente. Me meto hasta los hombros, y saco foto con la puesta de sol, aunque debiera haber esperado hasta que éste hubiera desaparecido. Toda la noche con pescadores. Una pareja de chicos pasan dando voces de madrugada; luego bajarán el volumen. Hay que tener en cuenta que estamos en sábado. ¡Qué frío he pasado! Toda la noche he tenido el culo helado y, cuando me levanto, ¡cuánta humedad! Si las experiencias del frontón y del atrio de la iglesia no fueron brillantes, esta ha sido la peor noche al aire libre que he pasado. Habrá que esperar a que se afiance el tiempo y la temperatura, para repetir dormir en playa. En la roca había una camiseta negra con unas rayas laterales que se ha dejado algún surfista. Me la apropio y me vendrá muy bien ¡gracias generoso! Todavía la uso para tai-chi y Pilates. Tras la noche de ocupa en Ondarroa, el día ha sido tranquilo, el gusto de la playa de Ogeia y el bonito encuentro con los quiromasajistas; para acabar en una noche en la que pasé mucho frío.

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