viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 19: Comillas-Unquera

19ª Etapa. 13 de junio de 2006. Martes.
Comillas, Oyambre, San Vicente de la Barquera, playa de Fuentes, playa de Berellín y Unquera.
Duermo bastante bien; durante la noche salgo del saco por exceso de calor y me he tenido que levantar una vez para orinar. Después, empiezo a oír a Philippe arriba. Se levanta Gilbert y yo me ducho y afeito. Gilbert ha abierto la ventana. Finalmente, seré el último, puesto que tengo que recoger la ropa húmeda del tendedero y, mientras la coloco enganchada a la esterilla, para que se vaya secando a medida que ando, me doy cuenta de que se han dejado la guitarra; así que no seré el último; vuelven cogen la guitarra, cierran y se van. Yo voy bajando, y me doy cuenta de que no me he acordado de sacar la foto del albergue; así que, retrocedo y la saco.

Es entonces cuando me doy cuenta de que la ventana de la habitación, que había abierto Gilbert, se ha quedado sin cerrar; intento dejarla aparentemente cerrada, pero el propio peso de la hoja no me lo permite; así que cojo una astilla del cascajo del jardín y consigo que se mantenga; no obstante, al subir una señora del pueblo, le saludo y le explico lo ocurrido y se encarga de decírselo a la hospitalera, que es vecina suya. Son las 7:15h. El camino lo inicio en dirección al final de la playa y hacia el puerto; el camino pasa cerca del cementerio, con el característico ángel de alas desplegadas, bordea la cornisa y el acantilado y me saca a una carretera menor por detrás de la Universidad Pontificia.

Al rato, llegaré a Trasvía y, bajando, me encuentro a un señor que sube andando con bastón y que todos los días da un paseo de hora y media. A las 8:30h, llego al puente de la ría de la Rabia y, al volver la vista atrás (Machado), veo la indicación de entrada a Comillas. ¡Más de una hora para salir de Comillas!


El día a amanecido nublado y, de vez en cuando, caen unas gotas que no mojan.












 A las 8:50h, llego a un cementerio arbóreo (que no es la primera vez que veo) al que saco una foto y me meto hacia la playa de Oyambre.


 Allí, acampando en autocaravana, hay un matrimonio joven, bretón, con una niña; hablamos, me dan ánimos y allí les dejo desayunando al pie de su caravana. Son las nueve y a las 9:40h llego a Rupuente y, superando la loma, veré San Vicente de la Barquera.

Bajo a la playa y, tras sacar la última foto del 5º rollo, me encuentro con Roxana, de la República Dominicana. Está viviendo con un hombre de más de sesenta años, pero están en fase de separación. El problema no es tanto la edad como la difícil convivencia. Se maravilla de mi camino y vamos charlando hasta pasar el puente. Nos despedimos dándonos dos besos y deseándonos lo mejor.


 Paro a desayunar: descafeinado con leche, corbata, sobada ¿pasiega? y magdalena (2,50€). Pongo rollo nuevo a la máquina (el 6º) y me pongo a escribir el diario. A las 11:15h estoy listo para salir y pregunto a un chico que está en la barra: me recomienda las playas de Fuente y Prellezo. En marcha, hacia el final del paseo marítimo; en el camino encuentro a una pareja que se sacan fotos uno a la otra, y viceversa, y me ofrezco para sacarles juntos; aceptan y, cuando me alejo un poco de ellos, me llaman: resulta que llevaba sin cerrar bien el departamento en que van los nuevos rollos que compré ayer y se me habían caído, sin que me diera cuenta. ¡Menos mal que me ha pasado aquí, en zona urbana!; si me llega a pasar más adelante, los pierdo sin enterarme. Ha sido por mi buena acción. ¡oh, la divina providencia! Podía haber perdido más cosas.

 Una chica me dice que vaya hasta el final y que allí encontraré un buen paseo por el acantilado. Matrícula FBG.





 Primero, llego a la ermita de la Barquera: me gusta su equilibrio en su exterior, incluida la parte de vivienda que da al mar. Sigo el camino, pero deberé retroceder para coger una carretera que me indica un señor pero, enseguida, me encuentro con Arturo y Judy; en realidad, ya me los había cruzado antes y, Arturo, con voz de Stan Laurel (de su doblador), ya me había dicho que creía que por donde iba no encontraría salida. Nos ponemos a hablar y resulta ser galés; su abuelo y su madre eran de León y su abuelo paterno, vasco. Me desean buen camino. Luego me encontraré a dos británicos, que mañana se vuelven en moto. Me meto por caminos difíciles que me obligan a pasar mis primeras peripecias, pero de las que saldré indemne, salvo una herida en una pierna y un pinchacito en una mano, aparatoso porque mana bastante sangre, pero que se corta con facilidad; finalmente encuentro una casa puesta en lugar estratégico y que deja un abuelo a su nieto, que es el que la disfruta y, a seguido, la flecha indicadora de Ruta nº 1.

Algún tipo de valla me crea problema para pasar la mochila, ya que están pensadas para que pasen personas vacías de equipaje; unas vacas se apartan a mi paso; menos mal que parece que no hay ningún toro. El paseo está lleno de argoma. Luego le explicaré a Guille que argoma en euskera es otia y que tiene más lógica, ya que, cuando te pinchas, dices: ¡otia! Y Guille se ríe. La ruta, baja hasta muy cerca de la orilla del mar y va por rocas irregulares pero planas, aunque luego irá subiendo en altura. A las 12:20 llegaré al lugar llamado El Acantilado; a las 12:40 llego a La Regatona; a las 13:00h a la Cueva del cúlebre y,



 ¡de repente! Me encuentro encima de una playa preciosa, que da una imagen de conjunto muy bonita y la flecha indica: Playa de Fuentes. ¡La encontré! La que me dijo el chico de la barra donde he desayunado. Bajo a ella a las 13:15h y me resultará dificultoso llegar a la arena.

Desnudo, me doy un baño y, cuando me seco al aire, que costará porque el día sigue nublado, como queso con el pan que me sobró de la cena y frutos secos. Me visto, y sigo hacia Prellezo pero, antes de llegar al pueblo, pregunto a unos que vienen montados en una pala-tractor, y me indican el camino hacia otra playa: será la de Berellín; a la que llego a las 14:30h.

 La parte seca es mínima (3x50m. aprox.) y está subiendo la marea. Sólo hay una familia y dentro del agua, bañándose, dos chicos y, en la orilla, una chica y un niño. Me parece una playa muy bonita que no me resulta del todo desconocida; quizás me recuerde a las de Celorio en Asturias y antes de que suba más la marea y no pueda salir, me subo encima de una piedra y saco una foto con la pareja de nadadores.

Subo al pueblo, y “alucino” con las respuestas de un vecino para salir a la general; previamente le había preguntado al chofer de un autobús colegial. Ya en la general, hay un indicador: Unquera a 8 km. Saliendo de Prellezo, han caído ocho gotas, lo suficiente como para sacar el olor característico de asfalto caliente mojado, es un aroma peculiar que, por su breve duración, me suele ser grato. Después, han vuelto a caer algunas gotas, en dos ocasiones, pero ni me han mojado las sandalias. 15:30h: Los Tamagos. 15:45h: Foto desde el puente de la Ría de Tina Menor.

 A las 16:00h: Pesues. A las 16:30h, un señor me dice que en Unquera no hay albergue, pero yo lo tengo en las dos listas (una, la que me dieron en Irun, dice que en verano se habilita un colegio y en la que me dieron ¿en Pobeña?, un polideportivo dependiendo del número de peregrinos y de la autoridad de turno); una chica me indica cómo ir al colegio y en ese momento es Alan quien me ve y me orienta mejor. Llego, elijo cama, me ducho con agua fría, paso la fregona, lavo la camiseta, pero no encuentro dónde colgarla. Voy a comprar libreta, pero sólo compraré una para Guille, pero ha sido un acierto comprarla en el estanco, porque ojeando un libro con playas de la zona, el dueño me ha recomendado que no deje de ver la playa de Güipiyure (luego la veré con otra grafía: Guilpiyuri) en Asturias y que está después de la de San Antolín de Bedón; lo característico de esta playa es que, con marea baja, hay arena pero no hay agua; ésta empieza a aparecer al subir la marea, pues filtra como por sifones de detrás de la pequeña montaña que hay entre la playa y el mar. Es como una playa en medio de la tierra. Un grupo de personas van a entrenar a bolos y preparan un suelo de arena que alisan con rastrillos sin púas; y alisan y vuelven a alisar y me aburren y me voy sin verles jugar. Después de la estación de Feve, hay un indicador metálico: a MIO (Francia) 472 Kms.  Luego preguntaré y, parece que, el Val de San Vicente, que agrupa doce pueblos, está hermanado con alguna ciudad francesa que se llama así. Aunque Unquera (con sus famosas corbatas, un dulce hojaldrado) es el pueblo más importante del valle, el ayuntamiento está en Pesues. Estoy pensando en mandar paquete a mis hijas, para aligerar equipaje, pero mañana no lo enviaré, puesto que Correos abre a las nueve. No esperaré. He tomado una cerveza (1,20€) y hablo con Alan y Guille sobre literatura y les recomiendo El gran cuaderno de Agota Kristof y sobre cine, y les recomiendo Papá. Alan se ha ido a meditar y, sin acabar el Francia-Suiza (que terminará 0-0) se van los otros dos. Yo escribo y me doy otra vuelta. Cuando vuelvo, me siento a cenar fuera, para no tener que oír la televisión, había quedado en hacerlo a las 20:30h, en El Asturiano: cocido de garbanzos y menestra de verduras; todo está muy bueno y, tras una menta poleo, pago 10€. Intento llamar a Vera al fijo, pero será en vano; espero un rato y lo vuelvo a intentar. Al final le llamaré al móvil y está en casa de su suegra: me dice que soy un guarro por cómo había dejado la cocina de sucia. “¡Te lo tenía que decir, aita!” Cuando llego al albergue de San Felipe Neri (pareciera que en el sello de la credencial es la efigie del santo la que aparece en el centro), el trío ha cerrado la puerta pequeña y tengo que entrar por la principal. Acaban de cenar y están a punto de tirar un bombón helado, medio derretido y yo, que no había comido postre, me lo disfruto tan ricamente. Charlamos un rato; Gilbert se va a la cama y, al tiempo, nos vamos todos. Guille había pagado tres euros por mí, así que se los pago. Ellos duermen al fondo de la habitación, en el lado izquierdo, Gilbert también en el fondo, pero a la derecha. Yo me quedaré en el inicio, en el mismo lado que los catalanes y al lado contrario de donde está la puerta. El colegio de las monjas está muy destartalado y la ubicación de las zonas que nosotros usamos están muy distantes. Lo más decente es la capilla. No lo tengo anotado, pero creo que la libreta que compré en Comillas, se la cambié a Guille por la que compré para él, pues la mía no estaba protegida por tapa y a Guille la daba igual; solamente, tuve que arrancar dos hojas ya escritas que figuran sueltas en el primer diario. El río que desemboca en Unquera es el Deba, pero no sé si es el que forma estuario en Tina Menor o en Tina Mayor.

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