viernes, 27 de mayo de 2011

viajedejavi. Etapa 21: Piñeres-La Isla

21ª Etapa. 15 de junio de 2006. Jueves.
Piñeres, Ribadesella, Brebes, La Isla.

He dormido bien. El primero que se levanta es Philippe, seguido de Gilbert; los galos nos dan ejemplo. Aunque Philippe ya está preparado para salir, me espera para ir juntos; en el primer tramo prefiero compañía, pero después de Ribadesella empezarán las playas nudistas y prefiero ir por la orilla del mar, más que por el trazado oficial que, con su guía, suele seguir Philippe. Salimos a las 7:15h y vamos por caminos preciosos, llanos y tranquilos, sin pisar carretera alguna. Más tarde nos alcanzarán y pasarán Gilbert y Alan; por lo que dicen, Guille se ha quedado durmiendo.



 Cuando llegamos a Rivadesella, me adelanto, bajo a la playa, que es muy urbana y con buen paseo marítimo, me doy un baño y, luego, lo hará Philippe, con bañador; le espero desayunando en un bar próximo: descafeinado con leche en vaso de sidra grande (Philippe se sorprende al ver tanta leche; ellos que racanean con ella), un croissant normal y otro de crema (3,10€). Luego desayuna Philippe y, como yo sigo escribiendo el diario, se va. El barman me ha recomendado hacer el itinerario por el faro. Cuando lo haga, resultará muy parecido al oficial. Una vez que he salido del paseo marítimo y de la zona urbana, ya a las afueras de Ribadesella y subiendo; como estoy en zona tranquila, le llamo a mi hermana Sagrario. Le cuento las novedades y ella me dirá que mañana irá a esperar e la salida de la ikastola a Julen, mi nieto mayor. He salido del bar a las 12:00h y, antes de llegar al faro, encontraré a Miguel, un chico de Burlada;

 me dirá que, delante de su casa, en Navarra, pasa el camino del interior; está muy habituado a ver pasar peregrinos; aunque él no lo ha hecho completo nunca. Intercambiamos ideas y nos despedimos, pues tiene que volver para comer. A las 13:15h llego a Abeu y veo la indicación Tereñes hacia atrás. Un señor que está comiendo me indica como más adecuado que coja el camino a la izquierda que me llevará a Vega. Todo va muy fácil y coincidente con el camino oficial, hasta un poco antes de la playa.




En Vega hay muchos y bonitos hórreos asturianos.


Bajo a la playa, que es amplia, y pregunto al socorrista si ha bajado a la playa algún peregrino mochilero y me dice que no; se confirma que a los que van delante no les interesa demasiado el baño. Hay algún joven con perro y me baño en zona vigilada; paseo para secarme hacia las rocas sueltas en medio de la arena y una pareja toma el sol vestida; tras pasar yo, él se desnudará. Me tumbo; como queso y frutos secos y, después de un segundo baño, sin vestir y con las mochilas, me voy hacia el extremo más oeste, para intentar subir por allí hacia Berbes. La única persona que toma el sol desnuda, será un chico, lo que confirmaría que la zona nudista oficial de la playa de Vega, sería ésta, la anterior a Berbes. Sigo hasta el final de la playa y empiezo a subir hacia el camino; hay una prohibición porque hay una empresa extractora y, luego, me las veré y desearé para salir de entre la argoma y los precipicios. Cuando salgo al camino, tiendo hacia abajo, hacia el mar, y me encuentro con Ángel. Me cuenta que era muy mal estudiante y que vivía en Gijón; se vino al pueblo de Berbes y compró dos vacas. Hoy tiene setenta y le gusta el trabajo que hace; después hizo un curso de especialización agropecuaria; se ha casado, tiene una niña de tres años. Cuando necesita vacaciones, su padre le atiende las vacas; en el tiempo que le queda libre, le gusta hacer bicicleta. El me da información y yo le explico cómo llegar a la playa de Guilpiyuri, que no conoce; me resulta grato resaltar, con entusiasmo, bellezas propias a los autóctonos. Me indica cómo seguir el camino oficial, pero, una vez llegado a la carretera, no la dejaré.



 Paso Caravia Alta y Baja (Caravia es el apellido de la mujer de José Mari Lanz, ambos niños de la guerra expatriados a Rusia en nuestra guerra civil y fallecidos en este período de mi andadura peninsular. Ella tenía una hermana en Asturias). En Prado, encuentro a un señor que acaba de llegar en autobús de Alsa y que viene de hacerse revisión médica; le han dicho que está muy bien y que siga andando todos los días 8 km. Por fin, sobre las 18:00h llegaré a La Isla y, pronto, me hará una llamada la hospitalera. Viene de un funeral al que han venido hasta autobuses de fuera y va a ver si está expuesta una esquela. Subo con ella a su casa y me sella la credencial: Albergue de peregrinos. La Isla. Concejo de Colunga. Principado de Asturias; y el dibujo representa a un moderno Santiago peregrino (que aparecerá sólo en esta provincia: en Sebrayo y en Piñera, pero que volveré a ver en Redondela como anagrama exterior y al que los republicanos disfrazarán de guardia civil, como se verá). En mi lista aparecía como Albergue municipal/regional. Relleno el impreso con la inscripción de mi nombre y pago los 5€. Luego, con Philippe y los otros, vamos al albergue y está muy bien. Bajo a la playa, pero, un inglés albergado, me orientará hacia las rocas; luego enderezaré hacia la playa de La Isla y me baño en la primera zona y, cuando me seco, voy hacia el chiringuito y me ofrecen macarrones (8), carne guisada (7) y me parece muy caro. Visto en la distancia, 15€ no es tanto y, sobre todo, teniendo necesidad de meter hidratos de carbono, aunque la caminata haya sido mucho menor que la de ayer; pero son decisiones tomadas en el momento. En el bar de la entrada al pueblo, me ofrecen un gran San Jacobo de carne con patatas fritas, pimiento y espárrago que, por 7€ + 2€ de vino me comeré tan ricamente; Philippe me acompañará con el mismo menú, pues estaba allí tomando una cerveza. Él invita a aceitunas. Inglaterra gana 2-0 a Trinidad-Tobago, ¡qué pena!, sin mucho merecimiento. Pagamos y nos vamos al albergue. Me ducho, lavo la camiseta y el calzoncillo y lo cuelgo con las pinzas regaladas ayer por Aurel y, mientras cenan los catalanes con Gilbert y Aurel, yo escribo el diario y me hago plan para mañana; veo que la ría me va a obligar a bajar a interior hasta Villaviciosa, sin apenas tocar costa y después deberé subir hacia Gijón. Me despreocupo de la costa, porque hasta llegar a playa Merón, el resto no son nudistas. Aurel me enseña su diario y también un madrileño que, mañana, seguirá hacia Oviedo. Sorprende una pareja en que la mujer se pasea en bata de raso; también una chica y un chico han llegado en bici. Será la última vez que vea a Aurel, hasta el año próximo en mi casa de Irun.
Si hubiera algo que destacar en el día de hoy, podrían ser los hórreos de Vega.

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